Martes, 09 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEquilibrio
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Lucio Fernández

Equilibrio

Hemos normalizado tanto el estar ocupados que cuando paramos a descansar nos sentimos culpables

El ser humano tiene innumerables capacidades, una de ellas es la de sobrepasar algunos límites que, aparentemente, parecían imposibles a priori.

 

En el mundo laboral podemos hablar de aquellas personas que, de manera constante, dedican innumerables horas (las que tocan y algunas más) a realizar sus tareas. El argumento es que lo más importante es el trabajo, que si no lo hace él quién lo va a hacer, que lo primero es lo primero, etc.

 

Nos enfrentamos a una situación global de estrés laboral que está afectando a la productividad de las organizaciones y, lo más delicado, está incidiendo en la calidad de vida de las personas.

 

Hablamos de la conciliación entre la vida laboral y personal y no nos damos cuenta de que somos una sola persona que utiliza su tiempo para asuntos laborales y personales. Por mucho que nos intenten decir, el ser humano es una pieza indivisible, líquida, donde no queda claro dónde empieza y dónde termina.

 

La competitividad parece dictar el ritmo de nuestras vidas, trabajar largas horas se ha vuelto una norma en muchas organizaciones. Sin embargo, esta cultura del "siempre disponible" tiene un precio elevado, no solo en la productividad a largo plazo, sino, lo más preocupante, en la salud física y psicológica de los empleados.

 

El cuerpo humano está diseñado para moverse y descansar en equilibrio. Cuando el trabajo prolongado interfiere con estos ritmos naturales, comienzan a aparecer señales de alarma: fatiga crónica, problemas musculoesqueléticos y enfermedades cardiovasculares, son algunas de ellas.

 

El efecto del exceso de trabajo no sólo se refleja en el cuerpo; también afecta profundamente la salud mental. Un ambiente laboral exigente, sin límites claros entre el trabajo y la vida personal, puede generar problemas psicológicos que se agravan con el tiempo: estrés, ansiedad, depresión o agotamiento emocional.

 

El mito de que más horas de trabajo equivalen a más productividad debe ser reevaluado. Lo que realmente produce resultados sostenibles es un enfoque global que considere la salud integral del empleado. Las organizaciones que invierten en el bienestar de su personal no sólo reducen el riesgo de enfermedades físicas y mentales, sino que también cosechan los frutos de una plantilla motivada, creativa y comprometida.

 

Trabajar en exceso no es sinónimo de éxito, y el verdadero liderazgo consiste en crear entornos donde las personas puedan prosperar, tanto profesional como personalmente.

 

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Mi gran amigo (conferenciante y escritor) Juanma Quelle en su último libro “En pocas palabras, menos de 100” escribe un maravilloso texto que refleja muy bien esta situación.

 

Hemos normalizado tanto el estar ocupados que cuando paramos a descansar nos sentimos culpablesHemos sido educados con la idea de que para “ser alguien” tenemos que estar “constantemente ocupados”. La creencia de que “cuanto más hacemos, más valemos” tiene su origen en una sociedad materialista en la que, en su inconsciente colectivo, tiene instalada la idea de que “cuanto más tienes más eres”. Cuando preguntas a las personas cómo se encuentra su familia, la mayoría no sabe responderte. Incluso, si les preguntas sobre sí mismas a nivel emocional, tienen dificultades para hacerlo. Los motivos tienen su origen en la falta de tiempo, están demasiado ocupadas para pensar en sí mismas.

 

Esta enfermedad social es intrínsecamente destructiva para nuestra salud y bienestar. Debilita la capacidad de concentrarnos en quienes más queremos y nos aleja de convertirnos  en el tipo de sociedad que demandamos. Estar en constante activación, realizando tareas que nos autoimponemos, no nos deja espacio para la reflexión, para ser seres humanos completos. En algún momento hemos olvidado que somos “seres” humanos y no “haceres humanos”

 

En árabe, preguntan ¿Kayf haal-ik? para saber cómo se encuentra una persona. La traducción a nuestro idioma sería “¿cómo está tu corazón en este preciso momento?”. Sería el equivalente a nuestro “¿qué tal estás?”. Cuando alguien te lo pregunta no está interesado en saber cuántos correos te quedan pendientes de responder o cuánto tiempo tardarás en terminar una tarea. Preguntan cómo estás tú, cómo te encuentras y si te sientes bien. Contesta con el corazón.

 

En el pasado, admiraba a quienes llevaban el mundo a sus espaldas. Hoy, admiro a quien conoce y respeta sus límites, a quien se dice a sí mismo “eso no vale mi salud física o mental”. Es tiempo de dejar de romantizar sacrificios innecesarios. Dentro de veinte años, los únicos que recordarán que trabajaste hasta tarde serán tus hijos.”

 

Demos lo máximo en cada momento, en el trabajo, con la pareja, con los amigos, con nuestros hijos, con nosotros mismos.

 

Recuerda, la vida no está creada para trabajarla, sino para vivirla.

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