El caso del extraño melenudo
Nota del autor: Tras el largo paréntesis veraniego, la feria de Murcia y en el inicio de un nuevo curso volvemos a publicar noticias que tengan relación con acontecimientos más o menos conocidos y curiosos, que han ocurrido en nuestra Región a lo largo de los tiempos.
Gracias al desconocido lector por prestarle atención a esta colaboración que solo tiene como objeto rescatar historias de ‘Aquella Murcia que se nos fue’
Para entender esta noticia, que recoge en sus páginas el periódico El Liberal de Murcia, hay que situarse en primer lugar en aquella Murcia pequeña, provinciana y recoleta del año 1908. Concretamente en la primera quincena del mes de octubre. Tenemos que vvolver hacia atrás ciento dieciséis años. Una ciudad, Murcia, sin apenas sobresaltos y que vivía el día a día sin mayores preocupaciones que las propias de cada uno. Una urbe con escasa diversión, no como tenemos en nuestros días, y cuyo acontecer era foco de tertulias en los cafés o el Casino.
Noches de Teatro en Romea o el Circo. Algún cantante, vocalista, en los escenarios montados al efecto en los cafés de moda. Y algunos bailes, especialmente coincidiendo con grandes celebraciones, en las casas particulares de las clases altas. Poco más se podía pedir de aquella Murcia de comienzos del siglo XX. Calles silenciosas y de escaso bullicio apenas rota su quietud por el paso esporádico de algún coche de caballos, un landó, la galera, el carro de los diversos oficios o incluso la carreta huertana trayendo o llevando de un lado para otro los productos de la tierra.
Y el deambular de sus gentes, principalmente los jueves de mercado, cuando la ciudad se veía invadida por los huertanos que acudían a Murcia a vender sus productos o animales. Por lo demás todo el mundo se conocía y todos sabían quién eran todos. De ahí que la 'aparición' en nuestras calles de un 'extraño melenudo' levantara la expectación de todo el mundo hasta el punto de que, El Liberal, anduvo publicando la noticia varios días seguidos hasta que consiguió saber quién era el extraño visitante y sobre todo que le había traído hasta aquí para 'perturbar' la paz de una ciudad como la nuestra. En todos lados sé hablaba del 'melenudo' y sé hacían mil conjeturas a la misma vez qué se inventaban historias cuál de ellas más inverosímil.
Ya conocemos lo datos del joven barbudo que se pasea por Murcia
En los primeros días, el diario retrata con una descripción pormenorizada de su persona, como era aquel individuo. Dice de él que “es muy alto, espigado, rubio, con el pelo muy largo que le cae por los hombros y una no menos larga barba que le llega hasta el pecho. Lleva los pies descalzos y el cuello de su camisa desabrochado viéndose el bello de su pecho. Lleva pantalón largo que sujeta a su cintura con una cuerda de fino esparto”.
Dos días más tarde, el 28 de octubre, la prensa dice de él “que es un joven exótico, un personaje extraño y un hombre muy raro que se pasea por nuestra ciudad despertando la curiosidad en todos aquellos con los que se cruza por la calle que incluso le miran con temor. Sabemos que en las tertulias de la ciudad no se habla de otra cosa más que de este extraño hombre que nos visita”.
Mucho tuvo que despertar la curiosidad de aquellos periodistas del diario El Liberal pues, por fin, consiguen, a lo que parece, hablar con él y saber quién era y a que había venido a Murcia. La noticia dice lo siguiente: “Ya conocemos lo datos del joven barbudo que se pasea por Murcia. Se llama Juan Nogales y a pesar de sus rubios cabellos es un puro castellano de Ciudad Rodrigo y no de ningún país extranjero. Pertenece a una secta denominada de los 'Hombres Natura' la cual persigue la vuelta del ser humano a su estado primitivo, a su estado natural, y están muy influenciados por la doctrina de Rousseau. Este Juan Nogales había querido ser oficial de Artillería, pero lo abandonó según nos dijo para hacerse oficial de la Marina Mercante, que también dejó, para dedicarse a esta vida de trotamundos propagando esas extrañas ideas que van acompañadas de un régimen alimenticio vegetariano. Según nos ha dicho come hierbas y hortalizas o lo que se encuentra siempre que no sea carne. Este Juan Nogales ha venido a Murcia para buscar adeptos a su causa en aquellas personas que viendo su comportamiento y modo de vida quieran seguirle en esa vida natural que ha escogido”.
Nada más se dice, en el diario del “extraño melenudo” en los días siguientes. Se pierde su pista con esta noticia que daba a conocer quién era el extraño personaje y qué lo había traído a esta Murcia que tuvo, con su presencia, motivo de tertulias y comidilla durante varios días hasta que El Liberal desveló su identidad y propósito. No sabemos, lógicamente, si consiguió seguidores ni por supuesto cuanto tiempo estuvo en la ciudad pues una vez saciada la curiosidad vecinal se dejó de hablar de él, al menos, públicamente en la prensa murciana.