Domingo, 07 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLos derechos que se ganan también se pueden perder
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Juan Antonio Segura

Los derechos que se ganan también se pueden perder

Cuando se cuestionan los Derechos Humanos se erosionan los cimientos de la democracia

Nos encontramos en un escenario político y social de especial agitación e incertidumbre, sobre el que es preciso abrir un espacio y un tiempo para la reflexión y la acción. Observamos que, tanto a nivel internacional, europeo, como estatal, se están poniendo en cuestión algunos de los grandes consensos políticos y algunos de los avances sociales alcanzados como sociedades democráticas hace ya varias décadas.

 

Asistimos a cómo desde algunos ámbitos políticos, económicos, mediáticos y sociales se hacen declaraciones públicas que llegan a cuestionar los Derechos Humanos, Sociales, Económicos y Culturales. Estas narrativas, que se hacen con fines básicamente electoralistas, tienen un impacto negativo en la sociedad y contribuyen a erosionar los valores y los principios que se configuran como los cimientos de nuestra democracia, como son la justicia social, la Igualdad, la convivencia, la solidaridad, la cohesión social o la lucha contra la pobreza y la exclusión social.

 

Vemos cómo cada día aumenta el tono y el volumen de los discursos basados en la aporofobia o de los discursos de odio, racistas y xenófobos. Se trata de unas narrativas que pretenden revertir los avances en las políticas públicas del Estado del Bienestar y de los esfuerzos compartidos para avanzar en la reducción de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social.

 

Son discursos que buscan generar miedo, aumentar la incertidumbre y fragmentar a la sociedad para que los colectivos más vulnerables sean vistos como una carga social o un gasto. En definitiva, tratan de aplicar la máxima del “divide y vencerás”. Nos llevan a escenarios en los que triunfan las autocracias que tratan de resolver los problemas sociales generando confrontación.

 

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Frente a esta tendencia, queremos y debemos poner en valor los logros del Estado de Bienestar y de los marcos internacionales y nacionales basados en los Derechos Humanos. Estos marcos normativos y estas políticas públicas nos han impulsado hacia una sociedad garantista de derechos, rica en diversidad, más justa y más igualitaria. No es momento para retroceder, necesitamos seguir ensanchando los derechos de toda la ciudadanía y de forma especial la de las personas en situación de pobreza o riesgo de exclusión social.

 

En estos momentos es más necesario que nunca luchar contra la fragmentación y la polarización, tanto la política, como la social, que solo busca dividir y confrontar, poniendo en duda los valores democráticos y el propio Estado del Bienestar.

 

Es más necesario que nunca luchar contra la fragmentación y la polarización

Nos encontramos con constantes violaciones del Derecho Internacional Humanitario: tenemos diferentes conflictos abiertos en todo el mundo, guerras en varios países del continente africano y una guerra a las puertas de Europa provocada por la agresión de Rusia a la soberanía ucraniana.

 

En este contexto es necesario hacer una mención especial y un homenaje a los más de 44.000 civiles muertos en la franja de Gaza y en Líbano, a la vez que a las más de 5,9 millones de personas desplazadas forzadas en estos territorios. Podemos observar con tristeza cómo el Estado de Israel queda absolutamente impune de toda resolución adoptada por parte de las Naciones Unidas o la Corte Internacional de Justicia. Necesitamos una respuesta de las instituciones europeas, no podemos vivir de espaldas al sufrimiento del pueblo palestino porque mañana nadie sabe si seremos nosotros los que tengamos que estar en estas situaciones. Desde aquí, proclamar el total rechazo a la violencia y a la guerra.

 

En nuestro país, asistimos a un aumento importante de las situaciones de discriminación y a un preocupante aumento de los discursos de odio. Vemos cómo se utilizan falsas narrativas que tratan de instrumentalizar y criminalizar a las personas en situación de pobreza y exclusión social, y de forma particular, a las personas migrantes y refugiadas que se ven forzadas, por múltiples razones, a huir de sus hogares y sus países de origen para buscar una vida mejor para ellas o para sus familias.

 

No nos debemos olvidar de los más de 5.500 menores migrantes que han llegado a nuestro país a través de las costas canarias. Nuestra responsabilidad como Estado de derecho es la de garantizar la acogida humanitaria de todas aquellas personas forzadas a huir, especialmente de los miles de niños y niñas de origen migrante sin ningún tipo de referente o apoyo adulto. Desde aquí queremos hacer un llamamiento a los diferentes partidos políticos para que recuperen el espacio de diálogo y busquen el consenso de forma incansable para poder atender a todos estos menores de una forma digna y adecuada; primando siempre el interés del menor en todos y cada uno de los casos, y sobre todo, apelando al principio de solidaridad entre todas las regiones que debería de seguir prevaleciendo por encima de los intereses partidistas y electoralistas. Nunca debemos olvidar que muchas de nuestras familias y generaciones anteriores se vieron obligadas a emigrar hace menos de 50 años. La historia de la humanidad es la historia de las migraciones.

 

Desde estas páginas nos gustaría poner en valor el Programa Nacional de Acogida Humanitaria, basado en el cumplimiento de los Derechos Humanos que ha sido capaz de dar respuesta a las necesidades de acogida de las personas llegadas a las costas canarias y peninsulares desde el cumplimiento de los derechos humanos por parte del Estado Español, a la vez que a las entidades sociales que en colaboración con las administraciones públicas son actores esenciales de esta respuesta humanitaria.

 

Hoy más que nunca es necesario renovar nuestro compromiso con la defensa de los derechos sociales, la solidaridad, la cohesión social, el dialogo y la convivencia intercultural que nuestra sociedad tanto necesita. Renovar nuestra apuesta por la extensión de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales para toda la ciudadanía.

 

Es necesario impulsar la acción social de las entidades del tercer sector, con ilusión y con esperanza, para tratar de conseguir un mundo y una sociedad más justa, más igualitaria y extensiva en derechos para todas y todos, recordando que los derechos que se ganan, también se pueden perder, de no trabajar unidos en su defensa.

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