Jueves, 11 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓN¿Y si la felicidad fuese rentable?
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Lucio Fernández

¿Y si la felicidad fuese rentable?

 

Piensa en tu último lunes. ¿Qué sensación te invadió al despertar? ¿Ilusión por lo que estaba por venir o un peso insoportable al imaginar la rutina? Ahora imagina a todo tu equipo sintiendo lo mismo, día tras día. Esa emoción, sea positiva o negativa, no sólo define el clima laboral de tu empresa, sino también tu destino.

 

Estamos obsesionados con los resultados y la productividad, la felicidad laboral viene a posicionarse como un concepto a menudo subestimado. Sin embargo, su impacto en el éxito de una organización es tan real como transformador.

 

La felicidad laboral no es una aspiración utópica ni una moda pasajera. Algunos la torpedean y no son capaces de ver que hay que buscar la motivación del equipo, siendo conscientes de que ni se puede imponer ni se puede ser feliz a todas horas.

 

Construimos empresas sostenibles y humanas si conseguimos un ambiente laboral adecuado. En términos simples, los empleados felices trabajan mejor, colaboran más y aportan ideas innovadoras, porque cuando las personas se sienten bien, su potencial se multiplica.

 

Pero vayamos más allá de las cifras. Pensemos en las personas. En esas miradas cansadas que buscan un propósito más allá del próximo deadline, en esos cafés compartidos que esconden conversaciones sobre sueños aplazados o frustraciones silenciadas. La felicidad laboral se trata de reconocer que, detrás de cada informe, cada llamada y cada reunión, hay seres humanos que necesitan sentirse valorados, inspirados y conectados con algo más grande que una meta trimestral.

 

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Aunque hablar de emociones pueda parecer un lujo en las empresas, las cifras lo contradicen. Según un informe de Gallup, las organizaciones con empleados comprometidos y felices experimentan un 21% más de productividad, un 41% menos de absentismo y una reducción significativa en la rotación de personal.

 

En términos de rentabilidad, la felicidad laboral no es un gasto, sino una inversión. Menos ausencias, menos rotación, menos conflictos; más creatividad, más soluciones y, sobre todo, más lealtad hacia la organización.

 

Todo esto requiere de un cambio de mentalidad: dejar de ver a los empleados como recursos y empezar a verlos como aliados estratégicos.

 

Lograr un entorno donde la felicidad laboral sea protagonista no es tarea fácil, pero tampoco imposible. Las grandes transformaciones comienzan con pequeños pasos.

 

Un simple 'gracias' puede suponer un antes y un después en esa persona. El reconocimiento genuino, tanto formal como informal, refuerza el compromiso y la autoestima.

 

Optar por un modelo de flexibilidad que valore el tiempo de las personas no sólo reduce el estrés, sino que aumenta la calidad del trabajo.

Las empresas que invierten en el desarrollo de sus equipos ganan personas comprometidas

Las empresas que invierten en el desarrollo de sus equipos obtienen algo más que habilidades técnicas: ganan personas comprometidas y agradecidas por la oportunidad de crecer.

 

Trabajar por algo más que números inspira. Cuando los empleados sienten que su trabajo contribuye a un objetivo significativo, su motivación crece.

 

Estoy convencido que tienes en mente más de una empresa que ha demostrado que invertir en la felicidad de los empleados no solo crea mejores lugares para trabajar, sino también negocios más rentables y sostenibles. A mí se me ocurren muchas, cada vez más.

 

Un error común es pensar que la felicidad laboral requiere grandes presupuestos. Sin embargo, muchos de los cambios más efectivos, como la comunicación abierta, el respeto mutuo y el reconocimiento constante, tienen un coste económico bajo, pero un valor emocional inmenso.

 

Invertir en felicidad no significa llenar la oficina de sofás de diseño o instalar una mesa de ping-pong. Significa crear un ambiente donde las personas se sientan valoradas, respetadas y motivadas para dar lo mejor de sí mismas.

 

Las empresas que priorizan la felicidad de sus equipos no solo sobreviven; prosperan. Crear un entorno donde las personas quieran quedarse, crecer y contribuir no es solo una ventaja competitiva, es una responsabilidad.

 

El talento se mueve, quiere encontrar nuevos retos, nuevos entornos. Tenemos un difícil reto: fidelizarlos para que estén con nosotros el mayor tiempo posible. Eso solo se consigue si entendemos sus necesidades y trabajamos mano a mano con ellos para conseguir los objetivos comunes.

 

¿Qué sentido tiene dirigir una empresa si quienes la construyen no son felices? La felicidad laboral no es una utopía. Es una decisión estratégica, una inversión que se traduce en productividad, rentabilidad y, sobre todo, en humanidad.

 

Como líderes, tenemos el poder de cambiar vidas. No subestimemos la influencia que tenemos en el día a día de nuestros equipos. Crear una cultura donde la felicidad sea una prioridad no solo transformará nuestras empresas, sino también la sociedad que construimos juntos.

 

Si estás listo para dar el primer paso hacia una organización más humana y exitosa, da una señal. Porque cuando las personas están felices, las empresas también lo están.

 

Las empresas, sin lugar a duda, tienen que conseguir resultados, por supuesto. Pero, también, tienen que generar valor en el entorno. Busquemos la sostenibilidad de la rentabilidad.

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