Domingo, 07 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEconomía espectral
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Hipólito Martínez

Economía espectral

 

Macroeconómicamente lucimos como nunca, incluso deslumbramos; las previsiones para este recién iniciado 2025 son optimistas, a pesar de que el entorno internacional no lo es en absoluto. Y presuntamente la Región impulsa el crecimiento de una España, que crece más que nadie en la OCDE. En diciembre, esta organización revisó al alza las previsiones de crecimiento de nuestra economía: hasta el 3% en 2024 y el 2,3% en 2025; y la prestigiosa revista británica ‘The Economist’ nos coronaba como la mejor economía. Unos y otros, al parecer, nos encumbran como el país desarrollado que más crece. ¿Qué está pasando?, ¿vemos visiones? ¿España, locomotora de Europa?

 

¿Y Murcia, la locomotora de España? Según el Observatorio Financiero de la Región, 2024 habría acabado con un crecimiento del 3,4%, el mayor de todo el estado. Para 2025, las predicciones macroeconómicas en nuestra comunidad siguen apostando por un aumento del 2,5% en el PIB y del 3% en el empleo, distintos augures de diferentes entidades así lo vaticinan. El propio Ejecutivo regional espera que el PIB crezca por encima del 2,5%.

 

A su vez, organismos como BBVA Research vuelven a situar a la Región en cabeza, como la tercera comunidad con un mayor crecimiento en 2025 (2,7%), tres décimas por encima de la media nacional (2,4%), únicamente por detrás de Navarra y País Vasco, que seguirían beneficiándose de su foralidad. Por su parte, la Cátedra del Colegio de Economistas e Hispalink pronostican un crecimiento del 2,8% y la creación de 16.000 empleos.

 

Si se tienen presentes tamañas previsiones, la nave regional, capitaneada por López Miras, marcha viento en popa, a toda vela. Y, aunque parezca increíble, también el hispánico velero bergantín, con el almirante Sánchez al timón, que no corta el mar sino vuela. ‘La canción del pirata’ resuena altisonantemente en nuestra economía, tanto en la nacional como en la regional. Y los últimos datos de paro y afiliación a la Seguridad Social parecen querer corroborar el rumbo que hemos emprendido, en uno y otro caso.

 

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Por un lado, España supera los 21,3 millones de afiliados a la Seguridad Social en 2024, la cifra media más alta de la historia, y el paro se reduce hasta los 2,56 millones tras la campaña navideña, su nivel más bajo en 17 años. Por otro, en la vertiente regional, las perspectivas se muestran también muy halagüeñas: en lo que respecta a la Seguridad Social, 2024 cierra con un total de 663.684 afiliados, el dato más alto para diciembre de toda la serie histórica; y la cifra total de personas desempleadas se sitúa en 78.956, la más baja registrada para este mes desde 2007.

 

Pero el árbol enmarañado de los guarismos a menudo oculta el bosque de muchas acalladas existencias, insignificantes para la macroeconomía. O si no, ¿cómo pueden compaginarse datos y previsiones tan ufanos con los elevados índices de pobreza que padecemos? ¿Quién puede explicar (que no justificar) tan kafkiana contradicción? Porque todavía más de nueve millones viven en riesgo de exclusión social en España, una losa insoportable para un país que lidera no sé qué tipo de crecimiento.

 

En la Región, la situación es peor: casi uno de cada tres murcianos se haya en esa frontera, la de la pobreza; para más inri, unos 150 mil subsisten (como buenamente pueden) en pobreza severa, y el 15,7% de los niños murcianos se encuentran en tan terrible tesitura, malviven en hogares con una renta que apenas supera los 600 euros mensuales.

 

Dinero fantasma

 

Mientras tanto, nos seguimos quejando, con toda razón, de ser de los peores financiados de España; y recelamos, con más razón incluso, de la llamada singularidad catalana, que si no se remedia la acabaremos por pagar singular y pluralmente entre todos los españoles, también los murcianos. Cuando todo esto está ocurriendo (vaya sí ocurre), en esta apartada Región, la economía sumergida agrava la herida, campa a sus anchas y una sangría de dinero se vierte en ocultos paraísos.

 

Evidentemente resulta mucho menos doloroso desviar la mirada hacia Madrid o hacia la non nata República Catalana, que mirarnos a nosotros mismos. Y debemos hacerlo.

 

Para nuestro bochorno, la economía sumergida mueve cifras que superan el presupuesto de la Región, y triplican nuestro convaleciente presupuesto sanitario. Un estudio del CES, la UMU y la Comunidad situaba el fraude en casi siete mil millones al año. Con semejante importe esta empresa  fantasmagórica haría palidecer la facturación de las firmas más emblemáticas de la Región; con cerca de siete mil millones lideraría, a gran distancia de las demás, el ranking de nuestras diez compañías más potentes.

 

Actualmente, las diez ‘grandes’ facturan en total unos 9.000 millones al año; la economía subterránea, sola o acompañada, está apenas a dos mil millones de esa suma; si facturara o facturase, ese ser fantasmal casi multiplicaría por cuatro la facturación de El Pozo que, con 1.800 millones, ocupa el primer puesto de esta clasificación inclasificable.

 

Asimismo, el informe del CES desvela que este fraude fiscal y laboral ya constituye el 17,4% del Producto Interior Bruto; algunos hallan consuelo, no obstante, al constatar que esa tasa ha experimentado un descenso de 4,5 puntos con respecto a 2004, cuando el CES presentó otro estudio similar sobre economía sumergida y la situó en el 21,9% del PIB autonómico. Sin embargo, los porcentajes, en ocasiones, distorsionan la realidad. Se debe tener en cuenta (y tan en cuenta) que el 21,9% de 2004 supone mucho menos que el 17,4 de hoy. Les recuerdo que el PIB regional de 2004 rondaba los 21.700 millones. De esta forma, en 2004 el desfalco no llegaría a los 4.800 millones, cuando ahora ya nos acercamos a los 7.000 millones de euros. Y subiendo.

 

De esta infausta suerte, esa ingente cantidad de millones nos ahoga en la precariedad; el agujero asciende a más de 6.900 millones de euros al año, como mínimo. Si este dinero nuestro, esos siete mil millones que se mueven en la Región a oscuras, lo hicieran a la luz del radiante sol de nuestra tierra, se podrían mitigar los efectos más perversos de la injusta infrafinanciación que sufrimos.

 

¿Qué está ocurriendo para que se perpetúe esa economía subacuática entre nosotros?, ¿qué clase de espejismos nos impiden apreciar y reaccionar ante la gravedad de una enfermedad tan antigua, y tan tristemente tradicional por estos pagos? ¿Este mal, acaso, lo remediamos con un plan?, ¿acaso, lo tenemos?

 

Rotundamente sí, señoras y señores, porque se está gestando el enésimo plan estratégico de lucha contra las actividades económicas irregulares, en el que está trabajando la Consejería de Empresa. Tal vez encontremos, al fin, algunas pistas que ayuden a esclarecer por qué estos desazonadores 7.000 millones se desvanecen en la nada. Y aún dicen de nosotros, que somos líderes...

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