
El Banco de España publica hoy su informe anual sobre el comportamiento del empleo y arranca señalando que si bien el mercado de trabajo español mantiene un “considerable dinamismo” del empleo, “la productividad del trabajo apenas ha aumentado desde el comienzo de la pandemia” y una de las causas a la que lo atribuye es el desproporcionado aumento del empleo público frente al privado.
Entre finales de 2019 y finales de 2023, el empleo asalariado del sector público aumentó en 340.000 personas. Esto es, se expandió a una tasa anual media del 2,4%, por encima del avance del 1,7% que registraron los asalariados en el sector privado -si bien estos últimos aumentaron en 850.000 personas durante el mismo período-. Ello ha supuesto que el peso de los asalariados del sector público en el empleo asalariado total haya aumentado y haya pasado del 16,3% al 16,9%. El mayor dinamismo del empleo público en comparación con el privado fue particularmente visible entre 2020 y 2022 -cuando el primero llegó a suponer un 17,3% del empleo asalariado total-, mientras que en 2023 los asalariados del sector privado crecieron más.
El Banco de España pone el énfasis en que a pesar del vigor observado en la creación de empleo, en la economía española la tasa de paro sigue siendo excesivamente elevada y, aun así, el mercado de trabajo en España muestra síntomas de tensionamiento similares a los de otros países con tasas de desempleo inferiores. Por ejemplo, citan, cómo las empresas declaran que la falta de mano de obra es uno de los principales factores que limitan su actividad productiva.
Los autores del informe valoran que los cambios tecnológicos y demográficos en curso podrían llegar a causar una profunda transformación del mercado laboral, con implicaciones muy relevantes para la demanda y la oferta de trabajo y para la empleabilidad y productividad de determinados colectivos. Y recalcan la necesidad de que las políticas activas del mercado de trabajo (formación e intermediación laboral) deben servir para acomodar los efectos disruptivos de los cambios tecnológicos sobre el empleo y para aumentar la empleabilidad de los trabajadores de mayor edad.
No a la reducción generalizada de la jornada laboral
Respecto a la reducción de la jornada laboral, el Banco de España considera que no sería adecuada una rebaja homogénea (la misma para todos los sectores y tipos de empresa), por lo que apuesta a que sea la negociación colectiva la que permitan adaptarse las jornadas con “cierta flexibilidad a las distintas circunstancias de las empresas”.
En este sentido se cita a trabajos previos elaborados por los economistas Camilo Ulloa, Juan Ramón García y Alfonso Arellano, que concluyen que ocho millones de asalariados en España tienen una jornada semanal mayor de 37 horas y media, por lo que la reducción de la jornada laboral máxima a esa cifra supondría una disminución de 29,1 millones de horas semanales, lo que representa un 5,5% del total de horas efectivas. De acuerdo con las estimaciones de estos trabajos, sin ajustes de salarios o de productividad, el consiguiente aumento de los costes laborales unitarios (CLU) reduciría el crecimiento del PIB y del empleo en torno a 0,6 puntos porcentuales y 0,8 pp, respectivamente.