El agua que nunca llegó
Si repasamos la historia del antiguo Reino de Murcia, el agua, ha sido siempre motivo de preocupación y fuente inagotable de problemas. Unas veces por exceso, las temidas riadas, y otras por defecto, los amplios periodos de sequía. Unas y otras han arruinado en numerosas ocasiones la empobrecida economía de las gentes de la huerta y el campo. Cuando no era la furia desatada de las aguas del Segura o las del Guadalentín (Reguerón para el huertano) eran las pertinaces sequías que traían aparejadas plagas, perdida de cosechas, hambre y mortandad en gran medida.
De ahí que secularmente, las generaciones que nos precedieron hayan pasado casi toda su vida “mirando al cielo” o buscando soluciones a sus problemas que raras veces tenían respuesta positiva ante sus demandas.
El caso del que nos vamos a ocupar tuvo lugar en el mes de junio de 1833, se cumplen por tanto ciento noventa y un años. El viejo Reino de Murcia pidió, oficialmente, al rey Fernando VII y la recién nombrada infanta heredera de la corona Isabel II, con apenas tres años, un necesario trasvase de agua para nuestras sedientas tierras.
El Rey, en 1829 al no tener la ansiada descendencia, se había casado por cuarta vez. En esta ocasión lo hizo con una de sus sobrinas María Cristina de las Dos Sicilias hija de su hermana menor María Isabel de Borbón y Francisco de las Dos Sicilias. De este matrimonio tuvo dos hijas, Isabel II reina de España que había nacido en 1830 y que fue nombrada reina en 1833, con tres años, y Luisa Fernanda, infanta de España, que se casaría con el duque de Montpensier y que serían los padres de la llorada reina María de las Mercedes esposa, durante pocos meses, del rey Alfonso XII y también prima hermana del monarca.
Una vez que, el desconocido lector, se ha puesto en situación vayamos al tema que es motivo de esta página de “La Murcia que se nos fue”
Ocurrió durante el mandato de José Enjuto al frente del Consistorio murciano coincidiendo con el nacimiento de la Infanta María Isabel Luisa, futura Isabel II, y con ocasión del viaje a Madrid para rendir pleitesía a la infanta de España. Los hechos, acreditados por la pertinente documentación se desarrollaron de la siguiente manera.
El 11 de abril de 1833 Fernando VII envía, desde Madrid, una real carta al concejo de Murcia en la que se expresa en los siguientes términos: “Que habiendo señalado para el veinte de junio siguiente el acto, por el cual, todos sus Reinos e vasallos, juren a la Serenísima Infanta doña María Isabel Luisa, como Princesa heredera de estos Reinos, en la iglesia del Real Monasterio de los Jerónimos, de la Villa de Madrid, han de enviarse dos diputados por Murcia y provincia para que presten el juramento a su muy amada hija y a falta de varón en la sucesión.”
El concejo de Murcia designa a don Fulgencio Fuster López de Oliver, conde de Roche, y don Agustín Braco Meseguer quienes deberían hallarse en la Corte en el día primero de junio del año en curso al objeto de que, antes del día señalado por la Corona para tan solemne juramento, puedan reunirse con su Majestad y despachar asuntos que conciernan a estas tierras de su Reino.
Próximo el viaje, en los últimos días del mes de mayo, se reúne el Concejo murciano y elaboran una lista de solicitudes y demandas al soberano para que sean tenidas en cuenta.
Este es un extracto del pliego donde se recogen estas solicitudes de los murcianos a su majestad Fernando VII: “Que se establezca en esta ciudad el Seminario de Nobles bajo la dirección de los Padres Jesuitas. Otro seminario para las Cátedras de Leyes y Grados y demás que están concedidos al Seminario Conciliar de San Fulgencio. Proponer al Rey los arbitrios necesarios con que pueda construirse la carretera desde la villa de Albacete hasta la plaza de Cartagena. Dar cuenta, así mismo a su Majestad, de la aparición en los campos de Lorca y huerta de Murcia y otros muchos lugares de una dañina plaga, llamada “Paulina” tratándose de un insecto con alas, color semejante a la tierra, de pequeño tamaño y que devora las cosechas devastando las plantaciones.
Y por último, lo mas importante, figura en la relación de las solicitudes a la corona esta petición concreta: Pedir a Su Majestad que se restablezca la “Junta del Canal de Huéscar” que proyecta trasvasar a esta provincia de Murcia las aguas de los ríos Castril y Guardal y que ya fuera aprobado por su serenísima Majestad en el año de mil ochocientos diecinueve pero que hasta la fecha no se ha realizado nada al respecto ni se conoce cuando podrán empezar los trabajos para hacer llegar a Murcia la tan necesaria agua”
Desconocemos si los señores comisionados por el Concejo murciano plantearon al rey esta demanda. Lo que, si sabemos la historia lo ha confirmado con el paso de los años, es que jamás se realizó este trasvase de caudales y desconocemos si fue por falta de presupuesto, desinterés de la Corona o incluso por los graves acontecimientos que se precipitaron a finales de aquel año de 1833 sobre España. El rey Fernando VII murió en el mes de septiembre y comenzó una guerra fratricida con los partidarios de don Carlos María Isidro hermano de Fernando VII que se oponían a que la Corona pasara a manos de una mujer.
Pero también ocurrió algo mucho peor y que causó centenares de miles de pérdidas humanas: la epidemia de cólera que asoló a este país de la que Murcia no se libró y que, incluso, costó la vida al Regidor del Concejo, José Enjuto, que tanto empeño había puesto en solicitar el trasvase de aguas para el Segura. Pero esta tristemente célebre epidemia de cólera y sus terribles consecuencias sobre el Reino de Murcia son “otra historia”.
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