Domingo, 26 de Octubre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNUn museo sobre el río
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Patricia López Haas

Un museo sobre el río

 

De vez en cuando conviene pasearse y mirar con ojos de turista la ciudad que te cobija y acoge de manera amable, por ello voy a dedicarle mis “Letras encadenadas” a unos molinos y a un río. Y a una época clave para el desarrollo de Murcia y de la Región. La ciudad pertenece al siglo XVIII, sus iglesias, palacios y construcciones más notables, como la imponente fachada de la catedral, son herederas del barroco y del desarrollo económico del momento, gracias al impulso agrícola y al comercio de la seda, cuya Real Fábrica exportaba a Valencia, Madrid o Granada. También hay una figura clave: el conde de Floridablanca (Murcia,1728- Sevilla,1808), jurista y diplomático, que fue secretario de Estado con Carlos III y con quien España recuperó Menorca. No así Gibraltar.

 

Pero volvamos a los molinos y a su importancia en la vida económica y social de la población. En el siglo XVIII, Murcia había incrementado su número de habitantes llegando a los 70.000, el trigo era el cereal básico dentro de su alimentación, de ahí que la existencia de un molino en la ciudad fuera necesario para abastecer a la población. Se aprovechó la fuerza motriz del río Segura a su paso por la ciudad para instalar un molino hidráulico que moliera el tan necesario trigo. Movida por mi curiosidad natural, entré en contacto con la responsable de Administración del Museo Hidráulico Molinos del Río, que son los más grandes de Europa. Gracias a ella pude echar un vistazo a las instalaciones, que estaban inundadas por las recientes lluvias. El ambiente era húmedo, pesado y algunas zonas estaban mojadas y llenas de barro, por lo que es necesario decir que me mantuve siempre dentro de los límites de seguridad, es decir, en la parte de acceso al museo. En las fotos que adjunto se aprecia el estado de la exposición permanente.

 

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Una vez dentro, el río se siente increíblemente cerca, esto es así porque el museo está literalmente construido encima de él. El edificio actual fue inaugurado en 1989 y está incluido entre los mejores de los años 80. Su arquitecto, Juan Navarro Baldeweg, trató de conservar, en la medida de lo posible, la esencia y la estructura de los históricos molinos que fueron construidos bajo el patrocinio del conde de Floridablanca en el siglo XVIII, artífice de una etapa de profundos cambios tanto en urbanismo como en obras públicas. Por lo tanto, actualmente, desde el exterior no vemos toda su estructura como antaño, ya que hay una primera planta que permanece sumergida, anegada, al igual que el azud que estaba junto a los molinos. Esta presa se encargaba de embalsar el agua y de proporcionar la energía necesaria para mover las ruedas en el pasado. El séptimo conde de Floridablanca, José María Castillejo y Oriol, reside en Madrid. Esto lo comento a modo de curiosidad.

 

La relación de Murcia con el agua siempre ha sido complicada por su escasez o por las riadas. A los árabes debemos las canalizaciones, norias y acequias realizadas para aprovechar las fértiles tierras del Segura. La maquinaria de los Molinos del Río estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XX. Quedan 24 ruedas que se pueden ver en el museo y que forman parte de su exposición permanente. La restauración, conservación y exhibición de lo que un día fue un lugar clave para la economía y la sociedad murciana es, desde mi punto de vista, un ejemplo del esfuerzo que hacen las autoridades y los legisladores por proteger el pasado histórico-artístico de la ciudad.

 

Mi improvisada “guía” me enseñó el canal donde estaban las antiguas compuertas, me contaba que cuando se inunda esa zona aparecen animales…de los que reptan, una tiene sus fobias, y la Sala Caballerizas, que como su nombre indica fue en origen el sitio en el que se dejaban los caballos con los que se transportaba el trigo. Esta sala es de exposiciones de arte y, también, uno de los edificios civiles más antiguos de la ciudad de Murcia, de 1776.

 

Descubrí muchas cosas esa mañana sobre un entorno del que afirmo, sin dudarlo y con un poco de vergüenza, ignorarlo casi todo. María José me habló de la posada anexa a la Sala Caballerizas, que se ve desde la entrada al museo y que se encuentra junto al Puente de los Peligros. He pasado en muchas ocasiones cerca de ella camino de la estación de tren, y lo único reconocible es su característico color amarillo. Me entero entonces de que a finales del XVIII, Murcia necesitaba una hospedería a la altura de las nuevas obras públicas que se estaban acometiendo, entre ellas, el tramo del Real Camino de Cartagena que uniría la ciudad portuaria con Madrid. Hablo de La Posada del Rey, que era un edificio elegante y proporcionado y que tuvo que ser derrumbado a principios del siglo XX debido a su mal estado de conservación. Es ahora, cuando me acerco a ver el nuevo edificio y compruebo que han mantenido el nombre original y el escudo en la fachada, que destaca por su característico torreón y el ya mencionado color amarillo. Es de estilo historicista y está dedicado a viviendas de lujo. Es importante destacar que los huéspedes de La Posada del Rey también dejaban sus animales en las cuadras o caballerizas de los molinos.

 

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Y ya que menciono La Posada Real, es de justicia hablar de uno de los puentes con más encanto de la ciudad, el Puente de los Peligros, cuyas obras se realizaron entre 1718 y 1742. La inscripción, Salus in periculis, salvación en los peligros, y una hornacina con la imagen de la Virgen nos explica la complicada relación de la ciudad de Murcia con las riadas, su imagen ofrecía consuelo a los ciudadanos. Parece ser que todavía hay gente que se santigua a su paso por el templete neoclásico.

 

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Antes de terminar con este escrito me gustaría mencionar la fábrica de harinas, La Constancia, que dio lugar a que me interesara por los Molinos del Río y, en consecuencia, a este artículo. Con la industrialización los molinos hidráulicos empezaron a caer en un progresivo abandono, la nueva maquinaria más rápida y especializada de La Constancia representaría la modernización de la industria harinera en el siglo XIX. Actualmente hay 4 edificios de viviendas particulares. La fachada de uno de los edificios de la fábrica se sometió a una exhaustiva restauración por ser BIC, y así consta en una placa exterior. La rehabilitación externa no pudo ser más exquisita, cualquiera que pase por allí puede reconocer o, al menos, intuir cuál era la tipología industrial de hace dos siglos.

 

Los habitantes de Murcia, sean o no de aquí, saben que el río Segura discurre perezoso por el centro ciudad a la que divide en dos. Desde hace unos años, unas barquitas permiten remar, con permiso de los patos, desde la pasarela Manterola hasta La Fica. Las piraguas animan el aspecto de un río que nunca ha tenido mejor aspecto y que incita a hacer deporte. Carriles bici, paseos y abedules llenan de vida sus riberas. La iluminación del cauce acompaña durante todo el recorrido y cambia en función de la época. Los Molinos del Río, la Sala Caballerizas, el Parador del Rey, el Templo de los Peligros y la fábrica de harinas se encuentran en el tradicional barrio del Carmen. En la otra orilla, la izquierda, a la que llamaré de manera cariñosa la rive gauche de la capital del Segura, están el Ayuntamiento, la Glorieta y el Palacio Episcopal que, junto con la torre de la catedral y su imafronte, forman un conjunto espectacular. Los patos, las barquitas y la sardina que emerge en homenaje a las fiestas de Primavera, llaman la atención de los turistas extranjeros a los que veo con frecuencia enfrente de la Sala Martillo del Palacio Episcopal. De noche las luces del río embellecen todavía más un espacio abierto, amplio, diáfano desde el que observa la vida de una ciudad que tiene historia y que respeta y conserva su arquitectura mucho mejor que en el pasado. Esta foto que adjunto es de calendario, la rive gauche

 

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Volveré al Museo Hidráulico Molinos del Río una vez que esté en condiciones de ser admirado en todo su esplendor, con todas las miniaturas en marcha, limpio y con los tablones informativos en su sitio. Merece la pena una visita por la singularidad del espacio que ha sabido respetar la historia del río y de la ciudad de Murcia. Y, de nuevo, agradecer la atención de la responsable de Administración que me dedicó un tiempo que no le sobraba. La particularidad de este espacio inundable hace que requiera de ciertos cuidados para poder recibir de nuevo a los visitantes limpio y libre de agua. Ella y otras muchas personas hacen que ello sea posible. Volveré.

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