Josefa Martínez Paredes, dueña de Las Chuches de Pepa
¿Dónde quedaron esos negocios locales a los que ir de niños y, a los años, llevar a los hijos? Son muchos los locales de barrios que han ido cerrando con el tiempo. Hace unos meses corrió la noticia de que cerraba el último videoclub vivo en la ciudad de Murcia, el videoclub Progreso.
Atrás quedan tiendas como los famosos ‘Todo a 100’ o las tiendas de chucherías en las que gastar la paga semanal después de echar un ‘partidillo’ de fútbol con los vecinos.
Sin embargo, entre todo este desmoronamiento, durante 33 años, se ha mantenido infranqueable, como si de un oasis en el desierto se tratara, Las Chuches de Pepa, el negocio que la misma Pepa montó con su marido en Centrofama y que, en unos meses, si nadie decide comprarlo, será cerrado por jubilación.
Josefa Martínez Paredes (Murcia, 1959), cariñosamente conocida como Pepa, estuvo trabajando de dependienta durante dieciocho años en la antigua Mantequería Lorca de la calle Madre de Dios de Murcia. Ese negocio cerró y tuvo varias ofertas de trabajo, pero se lanzó al emprendimiento de la mano de su marido montando una tienda de chucherías en Centrofama con el nombre ‘Golosinas Frape’, aunque con el tiempo esta ha sido conocida como Las Chuches de Pepa.
Hiciera lo que hiciera, Pepa sabía que tenía que trabajar de cara al público, porque su pasión siempre han sido sus clientes, a los que siempre ha tratado con alegría y cercanía, y eso muestra sin duda la respuesta de sus clientes, pues tiene la tienda repleta de fotografías y detalles ofrecidos por sus clientes a los que la propia Pepa considera “más que familia”.
Guarda amistades muy profundas con clientes que le han sido fieles toda la vida, hasta el punto, por ejemplo, de haber ido a Ibiza a la boda de los hijos de unos amigos cuya relación comenzó vendiéndoles golosinas. Pepa no duda en alardear de sus clientela, a la que considera especial y selecta, además de fiel.
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Cuando Pepa es preguntada por su carrera, se muestra orgullosa. Se define como una persona muy activa y muy trabajadora, lo que le ha llevado a tener una carrera profesional sobre la que afirma haber dedicado su vida, trabajando todos los días del año, sin festivos. Pepa tiene claro que su negocio ha funcionado por su esfuerzo y el de su marido, habiendo trabajado en Nochebuena, Año Nuevo, Navidad, el Día de Reyes, y el resto de días festivos: “A los negocios hay que echarles muchas horas, y tener mucha paciencia. Algunas veces los clientes te ponen en la situación de pedirles que no vengan, pero tienes que echarle tesón y darle la vuelta y atenderles con paciencia”.
Al solicitarle su opinión acerca de por qué considera que estos negocios se han perdido, afirma que hay gente que no sabe llevar una tienda y a la que le falta esa paciencia que decía. Pepa tiene cotizados 47 años sin ninguna baja, y eso denota su obsesión por realizar bien su trabajo.
Es consciente de que los nuevos modelos como los hipermercados chinos o las tiendas de alimentación chinas son los principales competidores, pero ella está segura de que no han sido una amenaza para su tienda: “A mí los chinos no me han hecho daño”. Su negocio ha sobrevivido, además de por su profundo esfuerzo, por dedicarse, más allá de la venta diaria, a recibir encargos de bodas, bautizos y comuniones.
Además, Pepa también relaciona su trayectoria con la evolución positiva de su producto, considerando que las ‘chuches’ son cada vez más sanas, con menos aditivos y colorantes y que más allá de las “falsas leyendas”, el azúcar y el chocolate, son necesarios para el organismo.
Clientes ilustres
Pepa ha gozado de servir a clientes reconocidos como, por ejemplo, al concejal de Deportes de Murcia, Miguel Ángel Noguera, a quien ha visto crecer. También afirma haber recibido en su tienda al expresidente Ramón Luis Valcárcel y al actual máximo dirigente de la Región de Murcia, Fernando López Miras.
Su negocio único ha hecho que la clase política no pase de largo cuando entra a Centrofama, pues todo buen representante desea conocer el comercio local, y más cuando es el último que queda de un sector, ella misma lo afirma: “La única tienda que queda en Murcia como la mía, es esta”.
Es por eso que hay que añadir a la lista de políticos mencionados al alcalde de Murcia, José Ballesta, de quien Pepa asegura tener su teléfono y con el que afirma tener una bonita amistad.
Una historia con Rafa Nadal para contar
Esa buena relación que guarda con clientes, a los que considera “más que familia” le ha llevado a recibir múltiples obsequios en agradecimiento por su cercanía. Una bonita historia es la de cómo consiguió una pelota de tenis firmada por el mismísimo Rafa Nadal.
Alejandro, el hijo de unos amigos de Pepa, que tiene síndrome de down y guarda una relación de mucho cariño con ella, fue a ver a Nadal a un torneo en Barcelona, y antes de ir le preguntó a Pepa qué quería de recuerdo, a lo que ella le respondió con descaro y seguramente en broma, que una pelota firmada.
Dicho y hecho. Mientras el tenista atendía a los medios de comunicación tras un partido, el chico le llamó pidiéndole un autógrafo para “su amiga Pepa”. El mallorquín no lo dudó e interrumpió la atención a medios, se sentó con él y con su padre y le firmó la pelota.
Pelotas de tenis firmadas por Nadal y Alcaraz y fotografías firmadas por Julio Iglesias decoran el local
Pepa también tiene una pelota firmada por Carlos Alcaraz, a quien ella misma le pidió el autógrafo una noche, a pocos metros de su tienda, en la cafetería ‘Harrow’.
Otros clientes como muestra de cariño igualmente le llevaron fotos firmadas por Julio Iglesias, del que dice ser “su fan número 1”.
La tienda de Pepa guarda muchas historias personales y solo el tiempo dirá cuáles serán los recuerdos de los niños de hoy y que podrán trasladar a sus hijos en el futuro, pero lo que está claro es que locales como Las Chuches de Pepa son únicos e irrepetibles. La misma Pepa lo sabe, ya que cuenta que muchos hombres y mujeres todavía van a su tienda con sus hijos, a los que les dicen: “aquí venía yo a subirme a un caballo que tenía en la puerta y ‘la Pepa’ me regalaba helados”. Pepa hoy sigue teniendo ese ‘caballo’, aunque ahora sea más bien Mickey Mouse en coche, y es gracias a este tipo de detalles que los niños pueden acercarse, al menos un poco, a la infancia mucho más sencilla y humilde que vivieron sus padres.
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Pepa se jubila en diciembre y, a no ser que tenga suerte y consiga vender la tienda (pues no todo el mundo tiene su valentía y capacidad de trabajo), su legado se terminará con algo no menos importante que el valor económico de dicho negocio: los recuerdos infinitos compartidos entre padres e hijos.





