Diez mitos sobre dermocosmética
Hoy me gustaría hacerles reflexionar sobre estas cuestiones relacionadas con el cuidado de la piel, fruto de mi estudio y experiencia profesional. Espero que les resulte interesante.
Mito 1. Las cremas hidratan
Pese a que es una creencia muy extendida y hay algunas excepciones, la mayoría de cosméticos lo que hacen realmente es no deshidratar, es decir, evitar que la piel pierda el agua que ya tiene y mejorar la función barrera de la piel. En otras ocasiones el mecanismo del ‘cosmético hidratante’ consiste en atraer el agua que hay en la dermis (la capa más interna) hacia la más externa, generando cierta deshidratación posterior, algo parecido a un efecto rebote, que se solucionaría volviendo a aplicar el cosmético. La piel se hidrata por dentro como el resto de órganos y para ello es necesario beber suficiente cantidad de líquidos.
Mito 2. La exfoliación es buena y necesaria
La exfoliación puede ser el mejor camino para destrozarnos la piel, ya que no deja de ser limar la piel y, por tanto, nuestra barrera defensiva. De modo que, tóxicos y sustancias que de normal no deberían atravesarla, la atraviesan produciendo mayor deterior de la piel. También hacemos la piel más vulnerable y propensa a irritaciones y molestias. La piel exfoliada además envejece antes, al contrario de lo que piensa la mayoría, cuanto más fina y delicada antes se arruga y estropea. Sólo en casos muy puntuales estaría indicada, como las pieles gruesas, maduras o pieles con poros obstruidos, en estos casos si tiene sentido ya que ayudamos al organismo a eliminar el exceso de estrato córneo para mejorar la renovación celular y disminuir líneas de expresión que se han generado por el exceso de piel muerta acumulada. Por lo tanto, ni es apta para todo el mundo, ni debe hacerse todas las semanas. Solo de modo puntual cuando la persona lo necesite y observando la tolerancia cutánea.
Mito 3. Los cosméticos se absorben
No, porque si eso fuera, no estaríamos hablando ya de un cosmético sino de un medicamento. Los cosméticos solo están en la epidermis para bien o para mal. De hecho, muchas sustancias que en principio son tóxicas se quedan en la superficie de la piel y luego se eliminan con la limpieza diaria. Lo cual condiciona la eficacia, y esto explica porque suele ser baja y superficial en la mayoría de ellos.
Si bien es cierto, que en los últimos años han salido nuevas fórmulas cosméticas a base de nanotecnología para mejorar la absorción, hay que tener al menos precaución, porque una nanomolécula es capaz de atravesar no solo la epidermis sino absolutamente TODO. Es como si atravesáramos las células con proyectiles, esto hace que al menos teóricamente pudieran llegar a todos lados del cuerpo. “¿Cuál es la seguridad a largo plazo de esto?”, recuerdo cuando pregunté esto a un laboratorio y la respuesta fue el silencio. Ten en cuenta, que no solo se absorbería el activo cosmético, si no que podría también absorberse todas las sustancias químicas que acompañan a la fórmula, que son inertes en la epidermis, pero ¿lo son en el resto del cuerpo? Ante la duda, mantendría el principio de precaución y sentido común de evitar.
Mito 4. El envejecimiento de la piel se arregla con cremas
El envejecimiento de la piel se debe por un lado a la genética, al estilo de vida (exceso de exposición solar, estrés..) al estado de la musculatura facial que mantiene los músculos, (y por tanto la piel tersa), y por otro lado, al consumo adecuado de micronutrientes que mantienen las fibras de elastina y colágeno en niveles adecuados. Esas son las principales causas y por lo tanto soluciones al envejecimiento. También es importante la proyección consciente o inconsciente que hacemos de relacionar años con arrugas, recordemos que la mente es muy poderosa y crea lo que proyecta (o al menos lo intenta) mediante la expresión de determinados genes en un momento determinado (epigenética).
Mito 5. Las manchas de la piel son producidas por el sol siempre
Es cierto que la principal causa de envejecimiento y aparición de manchas es debido al sol, especialmente exponiéndose de modo no progresivo y agresivo. Por otro lado, hay muchas otras causas de aparición de manchas, como es la falta de hidratación, exceso de azúcar en sangre (especialmente dietas con muchos hidratos de carbono), y la exposición excesiva a la luz artificial. Si la exposición es progresiva y moderada al sol, la dieta baja en azucares, bebemos suficiente agua y no abusamos de la luz artificial no tendremos manchas.
Mito 6. Los fotoprotectores impiden la producción de vitamina D
Es un mito muy extendido, la mayoría de protectores solares con alta protección impiden la absorción del 95-98% de radiación UV, pero ese 2-5% que permiten es suficiente para que en verano, absorbamos la más que suficiente cantidad para producir vitamina D, ya que estamos gran parte del tiempo expuestos al sol durante el día con rayos solares muy incidentes. Sin embargo, en invierno el uso del fotoprotector, a no ser que sea en zonas con capa de ozono muy débil o zonas de montaña, no estaría tan recomendado, puesto que al ser la radiación solar menor, no sería suficiente con absorber un 2-5% de la poca exposición que tengamos.
Mito 7. El bótox o el ácido hialurónico inyectado es la solución definitiva
Justo al contrario, es el problema definitivo. Genera dependencia, puesto que la toxina botulínica (la cual es un veneno paralizante), lo que hace es paralizar los músculos de la cara para provocar tensión muscular y así mantener la piel tersa. Este mecanismo debilita los músculos faciales y cuando el efecto desaparece, la piel se vuelve más arrugada y caída que antes debido a la atrofia muscular generada, lo cual hace, que nuevamente necesitemos más dosis para volver al estado anterior.
Con el ácido hialurónico sucede algo parecido, las células encargadas de su producción se vuelven ‘vagas’, ¿para qué van a gastar energía en producir algo que ya se les da de fuera? De este modo se desacostumbran a producirlo, y en cuanto el efecto desaparece, necesita la piel “otro chute”, debido a que las células están atrofiadas, metabólicamente hablando. La estrategia debería estar en ayudar a esas células a mejorar su producción.
Mito 8. La crema hidratante de la cara me vale para el contorno
Completamente falso y peligroso. La piel del contorno del ojo es extremadamente fina, por lo que, si aplicamos un cosmético diseñado y aprobado para su uso facial, lo que haremos será absorber sustancias toxicas que no deberíamos absorber de la fórmula, además de que con frecuencia tendremos irritación y escozor en esa zona por el mismo motivo. Los contornos están formulados la mayoría con pocos conservantes y extractos naturales, de ahí el elevado precio en comparación con la crema facial. La calidad y la seguridad tienen un precio, pero merece la pena pagarlo.
Mito 9. El aceite de oliva o la mayonesa es el mejor cosmético que existe
Cuidado con esto, nuestros abuelos quizás lo usaban, y cuando había mucha sequedad les ayudaba, pero eso no quiere decir que sean buenos productos para usar en la piel, menos de diario. Los aceites vegetales pueden obstruir fácilmente los poros de la piel, especialmente con el uso continuado al igual que la mayonesa, el yogur o la pasta de dientes. Por no decir que estos tres últimos tienen la capacidad de causar además una infección en la piel, especialmente si tenemos alguna herida o grieta.
Mito 10. Los sérums de células madre y probióticos funcionan
Las células madre vegetales se utilizan en muchos cosméticos, pero el fin es meramente publicitario. Todos sabemos que estás células son capaces de regenerar cualquier tipo de tejido, pero claro, de qué te sirve ponerte un cosmético con células madre si están muertas.
De igual modo con los probióticos (bacterias de la microbiota cutánea). Esto sucede así debido a los propios conservantes que llevan los cosméticos, que literalmente matan estos microorganismos (estos y todos, si no, no se podría vender). Pensad además que, si algún cosmético tuviera la capacidad de curar, regenerar o sanar la piel, ya no estaríamos hablando de un cosmético sino de un medicamento y tendría otro registro, que implicaría entre otras cosas la obligación de presentar rigurosos ensayos clínicos y la necesidad de ser exclusivamente dispensado por un profesional sanitario con mínimo cinco años de estudios universitarios al cual poder preguntar tus dudas. Sí, correcto, un farmacéutico.



