Lunes, 08 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNAlégrame el día
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Patricia López Haas

Alégrame el día

 

Un día malo, de esos en los que todo parece derrumbarse a tu alrededor, puede cambiar con tan solo una sonrisa. Da igual de donde venga, de una dependienta, de la peluquera, de un desconocido que se disculpa espontáneamente en el supermercado o del camarero de ese restaurante al que no dudas en volver cada verano por la simpatía con la que te recibe.

 

Siempre me ha sorprendido como en los países anglosajones la gente se disculpa hasta por rozarte ligeramente con el codo. Sorry por aquí y sorry por allá. Aquí te pegan un pisotón y ni te miran. No esperes una mirada cómplice. Mejor dicho, no esperes ni una mirada. Empujones, bolsazos por las calles. Así es esta España, simpática y antipática, honesta y desleal, alegre y triste a la vez.

 

Ahora bien, soy consciente de que las generalizaciones son malas, y hasta ofensivas. No tengo una estadística sobre el nivel de disculpas callejeras, que intuyo bajo en comparación con el de nuestros vecinos europeos. Cuesta poco ser amable. Es más, diría que es hasta terapéutico. Un “hola, buenos días” acompañado de una sonrisa te alegra el día, o al menos el rato. La sonrisa es gratis y tan sanadora como reconfortante y la puedes recibir en cualquier sitio. Las de los amigos y familiares no directos no son siempre sinceras, a veces son producto del compromiso que supone pertenecer al mismo círculo. Pienso que las auténticas son aquellas que recibimos por parte de un desconocido, aunque haya interés comercial. Algunos ni aun así enseñan los dientes, bueno sí, pero para desesperación del prójimo.

 

El otro día leí un artículo sobre Carlos Alcaraz, Carlitos, en el que hablaban precisamente de su sonrisa. Se nota que disfruta con lo que hace. Transmite positividad dentro y fuera de la pista. Y es que, en mi opinión, que es libre como la de cualquiera, no hay nada peor que vivir con una persona negativa. Un cenizo puede deprimir al más alegre hasta el punto de convertir su existencia en una carga muy difícil de llevar.

 

Los más racionales comentan que trabajar en lo que a uno le gusta está sobrevalorado y que no tiene sentido al considerarlo algo infantil y poco práctico. Yo no estoy de acuerdo. Hay muchos Carlitos por ahí dando lo mejor de sí en sus respectivas disciplinas. Cuando a uno le desagrada lo que hace su único objetivo va a ser la jubilación, una baja, una incapacidad o cambiar de vida vendiendo su casa y hasta a su madre (entiéndase la ironía) con tal de irse lejos a emprender un nuevo camino. Cuántas historias oímos en los medios sobre fulano o mengano que ha dejado su despacho en la gran ciudad para embarcarse en un velero a dar la vuelta al mundo. La cuadratura del círculo a las hipotecas, préstamos y demás, la representan un matrimonio fallido y varias bocas que alimentar. A partir de ahí la servidumbre no tiene fin. Estás atrapado sin remedio. Solo un trabajo que te de beneficios y satisfacciones personales puede salvarte de esa rueda en la que muchas personas están atrapadas cual hámsteres en una jaula.

 

Con todo esto que acabo de exponer, ¿quién se atreve a sonreír? No es posible juzgar a una sociedad que se somete día tras día a múltiples dilemas como atascos de tráfico, facturas, impuestos y conflictos personales o laborales varios. Muchos dirán que la salud es lo que importa. Y así es. Para ello no hay nada mejor que empezar el día con una sonrisa auténtica, de esas que sanan. Las ofreces de forma gratuita y, generalmente, se ven recompensadas.

 

Las vacaciones pueden ser otra jaula, otra rueda infinita que encadena a miles de familias a convivir en lugares saturados, cálidos y masificados en los que el descanso no está asegurado. La dinámica es la misma, pero con otras vistas. Y las sonrisas también escasean, no son pocos los que están deseando regresar a sus rutinas habituales. Cubos, playa, chiringuito, ruido, compras, comidas, etc. ¿De verdad que eso relaja?

 

Y, aun así, hay gente que te muestra su mejor cara con independencia de su situación personal. La mente, que es poderosa, ofrece múltiples escapadas para lograr el tan deseado bienestar, no subestimemos el poder de una sonrisa, sienta tan bien…

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