Sábado, 13 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLa piscina, vista desde una terraza
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Francisco Martínez Ruiz

La piscina, vista desde una terraza

 

En estos últimos días del verano, cuando empieza un poco el fresco y las playas y urbanizaciones se van despoblando con un ritmo, y horas, que sólo los que las abandonan saben, observo desde la terraza la piscina comunitaria. Siempre a las mismas horas. A la primera y ahora. Yo me he bañado en el interín.

 

Me sitúo a una cota en donde no soy visto, y comienzo a interesarme por un aspecto que no se puede lograr sobre el terreno- esto es, la piscina-, que es el cómo hay vecinos que repiten con exactitud cronológica lo que hicieron a primera hora, y lo que vuelven a hacer antes de la ingesta. Movimientos en la ducha, en la piscina, al salir, también al secarse…casi exactamente iguales. Eso me inquieta, porque me parece mecánico, aunque indiscutiblemente disciplinado. Eso me hace quedar pensativo, tras un inicial momento de admiración.

 

Por eso, con el objetivo de alcanzar una visión más amplia, como de comunidad de propietarios, corrijo el tiro, y me voy a la otra punta. Y tampoco me convence eso. Un señor impedido está extraordinariamente bien atendido por otro señor, pero es costumbre, pasada una hora del Ángelus, que un grupo formado por dos o tres señoras de más de 60, 70 diría yo, se le acerquen para preguntarle eso, que cómo sigue, como si la evidencia sensorial no fuera suficiente.

 

[Img #6071]

 

El caballero, me da, piensa para sí que estas señoras lo que no tienen gana es de subirse para casa, a ese momento tan comprometido cual es del de secarse, cambiarse, el marido. Y los calamares.

 

Hubiera acudido en estéril auxilio de este hombre, que me cae bien porque nunca he hablado con él, pero me pareció cuestión digna de mejor empresa. Y ya casi cuando no quedaban al alcance de la vista muchos objetivos, y también casi pensando que entraba en el síndrome de La ventana indiscreta, apareció como desde los confines más remotos de la condición humana, una cosa extraordinariamente normal:

 

El inevitable socorrista, rodeado de tres o cuatro pre adolescentes entusiasmados con él, con su devenir vital, sus proyectos más inmediatos - o lo que él creía que serían- y cinco crías bañándose y paseándose con el único propósito de que él las tuviera en su ángulo de visión.

 

Y ese ángulo no era el mismo que yo tenía en la terraza, donde si recuerdan me había concentrado en las rutinas de alguien, casi a maitines y Ángelus; en la actitud de señoras mayores proveedoras a doquier de buenos consejos y terapias – junto a algunas indicaciones de sus señoras madres -; y en el aguante de uno de los mejores de los que veo desde la terraza, el señor impedido que no proporciona follón alguno.

 

En el fondo he pensado que una piscina comunitaria, adoptando el ángulo adecuado puede representar – bueno, más o menos – un pequeño esquema de las relaciones humanas, a falta de catalogar otros personajes o perfiles.

 

El que se somete a disciplina por alguna razón; el que aguanta porque no puede moverse; los que se aprovechan del que está impedido para no ocuparse de ellos, y los que disfrutan de su juventud, sin más problema que no caer en el futuro en esos grupos.

 

Bueno, y luego el de la terraza.

 

Feliz vuelta de verano.

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