Corromper, corroer
Coloquialmente entendemos corromper, si en términos políticos se refiere, de forma muy reducionista, quizás de manera interesada. Luego explicaré porqué. El corrupto es el que trinca, en provecho propio o ajeno, incluso en nombre, o para un colectivo, léase partido, sindicato, empresa. Quizás la corrupción llegara con la democracia, porque antes era invisible, era el medioambiente el que se hacían y tomaban decisiones. Estaba en todo y por eso era invisible. En una dictadura no existe la corrupción, ni el nepotismo, no hay más privilegios que los que dictan la observancia absoluta de la libertad y los mejores deseos del amado líder que vela nuestro sueño. Es la felicidad política, la Arcadia en estado puro… Siempre, quizás con mi imaginación todavía juvenil y desbordada, la primera vez que la oí pronunciarla en un telediario tuve la imagen de que cuando algo se corrompía, olía mal, entre emanaciones pestilentes, pero nunca lo relacioné con enriquecerse.
Corroer es cuando algo entra en ese proceso: por corrupción se va descomponiendo, degradando, como el hormigón afectado de aluminosis que se nos va a la mínima presión entre los dedos. De manera interesada se ha reducido históricamente entre la clase política la corrupción a la corrupción económica, a la que me refería al principio…y porque no podían acotarla a menos. Siendo importante, inaceptable y mayoritaria en sus maneras hasta hace unos pocos años, considero que hay otra mucho peor y más tóxica que va más allá del nepotismo, el tráfico de influencias, las imposiciones oscuras y ocultas. Mucho más que cambiar las reglas del juego a conveniencia y sobre la marcha, en beneficio propio o de aquellos que nos chantajean para mantenernos todos en nuestra cota de poder, aunque sea dudosamente lícita, aunque nos tengamos que inventar subterfugios indigeribles bajo palabras tan hermosas como amnistía, reconciliación. Aunque todo eso está incluido en la que, si les parece, llamaremos corrupción-corrosión hay mucho más, el disloque, el descoyuntamiento de las instituciones, el descrédito, la adulteración, el manoseo desnaturalizante de la democracia, de las instituciones, Poderes y Contrapoderes (en mayúsculas) el ataque, y no precisamente con herramientas legítimas, continuado, a jueces, periodistas, a todo el que discrepe, inventando un nuevo vocabulario de significados también distorsionado. Ya cayeron las paredes de la casa y las volcó, antes que nadie, quien las volcó. Pero ahora están en serio proceso ruinoso, conducciones, red eléctrica y pilares. Soy absolutamente pesimista, y quien me conoce sabe que es difícil en mí, pero estamos entrando en un proceso irreversible si no se remedia. Ojalá tenga un mal día y me equivoque.
La Inquisición, de tan infeliz recuerdo aquí y fuera, ojo, descoyuntaba a sus detenidos en el potro para romper las articulaciones, pero cuando se les iba la mano, el reo acababa ahí sus días. No debería olvidar esta imagen nuestra clase política.