Las librerías, esas fábricas de sueños
Este artículo lo escribí hace dos años con motivo del día de las librerías, en estos momentos me apetecía rescatarlo para estas 'Letras encadenadas' y viajar mentalmente a esos sitios que nos hacen soñar.
Las librerías son básicas para la difusión del saber y del conocimiento. Por ello tienen un día en el calendario: el 11 de noviembre. Y los libros son su producto, al escribir se ordena y estructura el pensamiento. Haremos un breve viaje a través del tiempo para saber algo del origen de los libros. Todo está en la historia, y también en las historias de cualquier género que nos relatan los diferentes escritores, aunque hoy no toca hablar de ellos, sino de sus puntos de venta. Mercadillos como el de la cuesta de Moyano o los célebres bouquinistes de París, las ferias, las librerías de proximidad y las grandes cadenas acercan este bucólico mundo a los viandantes y curiosos. Aquí, por motivos de espacio, incluiré solamente unas pocas librerías. Las películas también tienen un halo de romanticismo que no puedo dejar pasar. Alguna de ellas me servirá para explicar la seducción que me produce el mundo literario.
Pero vayamos al origen. Egipto inicia el camino de la comunicación escrita con los papiros y los jeroglíficos. Posteriormente, fenicios, griegos y romanos establecen sus respectivos alfabetos, siendo el latín el que termina imponiéndose sobre los demás. Del papiro, que es una planta que crece junto al Nilo, se pasa al pergamino, que nace en la ciudad de Pérgamo, con el que se elaboran los primeros libros y códices hechos en piel, y cuyo uso fue generalizado hasta la Edad Media.
Por otro lado, destacar que el papel era un arte exclusivo de China. Llegó a Occidente gracias a los árabes, que accedieron a él tras vencer al ejército de la Dinastía Tang en la batalla de Samarkanda (año 751). El secreto les fue revelado por unos prisioneros chinos. Con la llegada del papel y de la imprenta la revolución cultural e industrial estaba servida. La invención de Gutenberg en el siglo XV hizo posible la difusión del conocimiento. Y los vendedores ambulantes también.
Y con la historia presentada, regreso al tema que me ocupa: las librerías. Adoro los sitios con carácter, esos que te hacen pasear por la luna y las estrellas, pero no solo cuando los visitas, sino cuando piensas en ellos, como Hatchard’s en Londres, que es la librería más antigua de la capital británica. Tiene 5 plantas de estilo victoriano y fue fundada en 1797 por John Hatchard. En la actualidad, pertenece a la todopoderosa cadena de librerías Waterstone. Es un sitio encantador en el que los clásicos se mezclan con los bestsellers. En la foto adjunto imagen de la misma y de uno de los libros de edición propia. Un ambiente único en el que pervive el espíritu de Oscar Wilde o Lord Byron. Como vemos, la supervivencia de las librerías independientes también es difícil en un país con muchos lectores y con una industria editorial potente. Se encuentra en Piccadilly junto al exquisito Fortnum & Mason, que es otro templo, pero de las galletas, el té, los bombones, la decoración y los perfumes.
En otro orden de cosas, en Tienes un e-mail, película protagonizada por Meg Ryan y Tom Hanks, se describe muy bien la difícil convivencia de las grandes cadenas con las librerías de proximidad. En el film, Meg Ryan es la propietaria de una encantadora tienda especializada en literatura infantil, allí los cuentacuentos harán las delicias de los niños del exclusivo Upper West Side de Nueva York, zona residencial, cosmopolita, liberal, bohemia y de “ratones de biblioteca”, en la que muchos intelectuales adquirieron casas a buen precio durante los años 70-80. La Universidad de Columbia, la Metropolitan Opera House o el Lincoln Center son algunas de las ilustres instituciones que dan vida cultural a la zona. De ahí la proliferación de librerías y la localización de la película, que no es casual. La instalación de la célebre cadena Barnes & Noble inspiró Tienes un e-mail, en la que el gigante termina absorbiendo al pequeño. El romanticismo literario te invade haciendo que no quieras salir de la película. Quieres ser Meg Ryan, y tener una bonita librería, y una coqueta casa donde la vida transcurra de forma pausada, imbuida por un ambiente bucólico lejos del vibrante ajetreo de la ciudad de los rascacielos. Algo parecido sucede en la película Notting Hill con Hugh Grant y su pequeño comercio de guías de viaje, en el que se respira un cierto espíritu bohemio. Esa es la magia de los barrios con encanto de algunas grandes ciudades. Pero para eso hay que conocerlas muy bien, y para eso están las librerías. Para hacernos soñar todo el rato.
Sin salir de Manhattan, nos encontramos con otro gigante, The Strand Bookstore, o lo que es lo mismo, con el rey indiscutible de las librerías independientes de Nueva York, cuya sede principal se encuentra en Broadway. Uno de sus lemas es “18 millas de libros”. emplea a 230 personas y ocupa tres plantas y media. Es el sueño americano de un emigrante lituano que en 1927 abre la librería con 300 dólares. El padre de la actual dueña y única propietaria, Nancy Bass Wyden, compró el edificio en 1996 por 8,2 millones de dólares. Es una librería que brilla con luz propia y en la que es fácil perder la noción del tiempo entre sus 2 millones de libros. Algunos raros y otros de coleccionista. Cuando entras huele a libro usado y se nota el paso del tiempo. No hay espacio para la decoración. Los libros salen a tu encuentro sin pedir permiso. Es la épica hecha lectura. En el Upper East Side, concretamente en la avenida Madison, también hay con alguna librería independiente como The corner bookstore, cuya foto me parece muy cautivadora ya que la nieve y el frío invitan a la lectura.
En Madrid, La Mistral es un remanso de paz y belleza donde además de leer puedes tomar un café. Se encuentra en la antigua sede del Teatro Arenal. Andrea Stefanoni la abrió junto a sus dos socios hace unos años. ¡Qué gran coraje! Y, además, es pet-friendly, Aurora, la mejor librera de Madrid, te recibe en la puerta. Otra librería madrileña, Pérgamo, tiene una historia con aroma navideño digna de ser contada. Un empresario la rescató la víspera de Reyes cuando las hijas de su fundador se jubilaban… y la cerraban. Era la más antigua de la ciudad.
Finalmente, he de decir que las librerías son también espacios dedicados a las charlas y a los debates, y para debatir hay que hacer un ejercicio de tolerancia, día que se celebrará el 16 de noviembre, fecha sentida y personal en la que nacía un hombre tolerante, un hombre de ciencia que adoraba tanto la tecnología como el papel, mi padre. Él era un entusiasta de la vida que, al igual que tantos otros, encontró en los libros la “herramienta” para crear su sendero. No encuentro mejor forma de terminar este escrito que diciendo que las librerías son forjadoras de sueños y de personas. ¡Y nos acompañarán siempre!