Miércoles, 10 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNNos engañaron
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Carlos Escolano

Nos engañaron

 

Hoy el artículo va a ir claro y directo, que de vez en cuando hace falta.

 

Probablemente será el asunto más simple (que no sencillo) sobre salud que podemos aplicar en nuestra vida. Probablemente sea el que más te sorprenda. Y es que… NOS ENGAÑARON.

 

Nos dijeron que el azúcar era bueno y, por tanto: Teníamos que desayunarlo, en forma de bol de cereales con leche, galletas o magdalenas y zumo de naranja. Era normal consumirlo en cada café, en cada yogurt, en cada infusión y que no podía faltar nunca el pan en la mesa. En el deporte, era fundamental el consumo de azucares simples de rápida absorción para la mejora del rendimiento.

 

Éramos niños y era normal comerlo día sí, y día también, en formato chuchería, Coca-Cola, choco-batido, y pastelerías varias. Los abuelos son adorables y qué menos que comprar dulces a los más pequeños (no hacerlo es no tener corazón). El cerebro “necesita” siempre glucosa, el azúcar es energía, y es buena, porque… ¿a todos nos gusta tener energía no? El azúcar con cafeína es lo que, nos dará alas para volar o para aprobar el examen del día siguiente que no nos hemos preparado…

 

Nos enseñaron que los cumpleaños, no son cumpleaños de verdad si el azúcar no es el protagonista en una buena merendola. Que las caries es lo normal a los diez años y  la diabetes e hipertensión infantil forman parte de la vida de un modo inexorable.

 

Nos inculcaron, que quien no lo hace o no sigue la corriente, es un bicho raro, que como poco hay que criticarlo, señalarlo o directamente no invitarle a los eventos sociales.

 

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Por otro lado, desde los medios de comunicación, el mundo del deporte y, lo que es peor, desde una parte del colectivo médico (como la Asociación de Pediatría Española), nos inocularon además esa idea divertida del azúcar, esa idea de salud, de inocencia, de relativismo…

 

Llegado a este punto, abro un paréntesis y te invito a leer de nuevo. Si te suena familiar lo que digo, puede ser mera coincidencia sí. Pero también puede que no lo sea, lo dejo a tu interpretación.

 

Lo que sí que está claro, es que en estas últimas décadas se puede observar (y comprobar con datos), como generación tras generación hemos delegado la alimentación a la industria, convirtiéndola en un hecho pasivo y profundamente inconsciente.

 

La industria alimentaria por su parte, ha ido creciendo mientras por millones, consiguiendo más poder e influencia y hackeando a la ciencia en numerosas ocasiones, mediante presiones a sociedades científicas o directamente falseando estudios.

 

Como resultado de esto (y otras cosas, como por ejemplo el sedentarismo), estamos por desgracia en el momento evolutivo que más frágiles somos como especie, y en el cual enfermamos con mucha más facilidad.

 

Es el momento con más diabetes, obesidad y enfermedad metabólica de todos nuestros miles de años de historia compartidos. En nuestro país la mitad de la población tiene sobrepeso y en EEUU casi la mitad es directamente obesa;  y no para de crecer el porcentaje.

 

Para entender esta pandemia, hay que comprender que mientras las grasas y proteínas generan saciedad, los azúcares simples no. Además ya hay investigaciones que demuestran que el azúcar, puede estimular el centro de procesamiento de recompensas del cerebro, de una manera similar a lo que vemos con algunas drogas recreativas, liberando dopamina y opioides en el organismo. Dicho con claridad, generando adicción y tolerancia progresivamente.

 

La realidad si la pesamos fríamente, es que no estamos destinados a tomar azúcares y menos en las cantidades tan concentradas y elevadas que se consumen a lo largo del día. Las cifras hablan solas: el consumo excesivo está relacionado con al menos 45 problemas de salud.

 

Algunos me preguntan, ¿qué pasaría si dejáramos mañana de consumir azúcares? Nada, absolutamente nada, el ser humano ha vivido miles de años sin consumir nada de azúcar, excepto de modo muy ocasional la de las frutas y mieles. Solo notaríamos el síndrome de abstinencia.

 

En la naturaleza, si observamos ,el azúcar se encuentra rodeado de fibra normalmente, por ejemplo en la caña de azúcar y en las frutas. De modo que esa fibra sí genera saciedad “obligándonos” a dejar de comer, y haciendo que nuestro pico de glucosa en sangre no sea tan elevado. ¿Se dan cuenta de la diferencia? Eso sí, tampoco se atiborren a fruta que no deja de ser agua y azúcar. Valga decir también que la fruta de antes tenía más fibra y menos azúcar que la de ahora, porque hemos ido seleccionado, cultivando (e incluso modificando) para que sea más dulce.

 

Dicho esto, si nos damos un paseo por los supermercados (o incluso por casa), podemos ver en los ingredientes, una sorprendente cantidad de alimentos que contienen azúcares simples. Identificarlos es vital, si queremos eliminarlos o reducirlos y ganar en salud. Incluyen palabras como: glucosa, jarabe de maíz o fructosa, azúcar moreno, dextrosa, maltosa y sacarosa, entre muchas otras.

 

La buena noticia es que si nos “desintoxicamos” un poco de tanto azúcar, el cuerpo nos los recompensará, adaptando progresivamente nuestras papilas gustativas para que acepten  menos azúcar, de modo que los alimentos menos dulces nos parecerán ahora más dulces. También mejorará nuestro perfil lipídico e hipertensión y evitaremos tener ese riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

 

Así pues, el mensaje de este mes es sencillo: Reduce el azúcar en tu vida y vivirás más y mejores años.

 

Propongo como alternativa en momentos de celebración, volver al chorizo, al queso junto al jamón o a las múltiples carnes que hay, ya que eso es comida real, para la cual está preparada nuestro diseño evolutivo.

 

Además, protejamos a las nuevas generaciones, de modo que, al igual que no se les debe dar azúcar a las mascotas, a los niños tampoco, no los condenemos.

 

 Y hagámosles entender desde bien pequeños de una vez, que el azúcar no es un premio, no es un motivo social, y por supuesto no es “comida de humanos”.

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