Miércoles, 10 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLa incertidumbre
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Gabriel Vivancos

La incertidumbre

 

Lo cierto es que cuando ocurren acontecimientos impactantes en nuestra sociedad, trato de mantenerme resguardado de la sobreinformación que se produce. Es una manera de proteger mi mente y en definitiva de intentar estar informado pero no obsesionado con la noticia.

 

Así lo he intentado hacer con la trágica DANA que ha asolado distintas zonas de nuestro país. La conmoción que hemos padecido como individuos y como colectividad ha tenido un seguimiento intenso en todos los medios de comunicación, de tal forma que era muy difícil encender la televisión, la radio o las redes sociales y que no estuviera algún suceso relacionado con la tragedia.

 

Uno de estos días, escuché en la radio una entrevista de un hombre que estaba absolutamente destrozado por la incertidumbre de no saber nada de su mujer desde la tormenta. La angustia que sentía el entrevistado era tan evidente que me conmovió. Fue entonces cuando recordé una conversación que tuve hace muchos años con un amigo psicólogo que me contó la necesidad que tienen los familiares de encontrar los cuerpos de sus seres queridos para enterrarlos y comenzar el duelo, que es el preludio de la superación.

 

El periodo de la incertidumbre destruye al ser humano por dentro porque nos impide cerrar un acontecimiento para ocuparnos del siguiente. Pero no todo en esta emoción es negativo. 

 

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Nuestra especie tiene algo absolutamente excepcional y es la necesidad de saber y de confirmar que nuestros pensamientos o nuestras intuiciones son ciertas. Necesitamos tener una explicación para todo lo que acontece, y ese ansia de conocimiento nos hace preguntarnos por cualquier cosa que ignoramos desde el más allá hasta si hay vida en otros planetas, necesitamos conocer, por ejemplo, de qué ha fallecido ese joven o porqué llueve y darle a todo una explicación lógica para hallar tranquilidad. 

 

La búsqueda de conocimientos ha marcado y lo seguirá haciendo (si la IA no lo impide) nuestros destinos. Desde este lado, la incertidumbre es positiva porque nos impulsa a superarnos y a estar en movimiento.  

 

El problema es que la incertidumbre también produce miedo y ese sentimiento no es positivo porque el miedo nos atenaza y nos impide avanzar.

 

El crecimiento está también asentado en la seguridad, si ésta nos falta no podemos desarrollarnos naturalmente porque nuestra mente está dedicada a obtenerla por encima de todo.

 

La necesidad de certeza afecta a todos los ámbitos de nuestra vida y de forma individual o colectiva.

 

La incertidumbre económica, por ejemplo, es un lastre importante para el crecimiento y requiere normas fijas y claras para evitarla, de la misma forma que la incertidumbre por el sustento ha provocado en la especie humana éxodos como el que hoy día estamos observando en nuestras fronteras.

 

Obviamente hay quien tiene mayor o menor tolerancia, mayor o menor paciencia, ante la incertidumbre, pero cuando se genera la mente entra en estado de bucle puesto que intenta por todos los medios aportar certezas que otorguen paz.

 

Por eso, es importante tratar de ser conscientes de cómo trabaja nuestro cerebro, y atemperarlo cuando estemos ante un acontecimiento que nos agobia, puesto que de lo contrario intentaremos resolver una ecuación imposible: conocer el futuro.

 

No les faltaba razón a los estoicos cuando ante epidemias o plagas se enfrentaban a la incertidumbre que provoca el futuro desde la certeza de la aceptación de “lo que venga” ante la imposibilidad de cambiarlo.

 

Pienso en las pobres gentes que aún no han encontrado a sus seres queridos en las inundaciones y que tienen la necesidad de saber qué ha sido de ellos y sobre todo si van a saber de ellos o no y se me hiela el alma. El sufrimiento al que se enfrentan es tortuoso porque su mente se afana por conocer mientras se aferra, siquiera fugazmente, a un soplo de esperanza.

 

Por ellos pido a Dios misericordia y a los gobiernos diligencia en la búsqueda de los cuerpos, porque cuando se encuentren, todos: los asuntes, los familiares y nosotros mismos podremos empezar a descansar.

 

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