Un grito por los que no gritan
Un grito por los que no gritan,
Un grito por los que no pueden gritar,
Un grito cubierto de barro que todo lo envuelve.
Piel aplastada, toda una vida perdida en un gesto de dolor mudo. Prisioneros de sombras vagabundas que arrastran con su larga noche todo a su paso.
Solos, a la deriva, de borrosos recuerdos difuminados. En un intento inútil de arrancar de golpe el miedo palpita la vida, ahora perdida.
Abandonados por los que deberían ayudar y protegerlos. Irritados.
La lluvia se estrellaba con fuerza y la riada rujía con rabia, llena de lodo y cañas. Eco-políticos embarcados por arañar en un instante sus sueños de despacho, sus ideas se han desvanecido como una pesadilla con la limpieza de los cauces, con nocturnidad. Atrapando todo, a gritos en un deslizamiento húmedo y ruidoso. Después, al nuevo día, silencio de cripta profanada, llanto inundado de dolor, arrojados fragmentos de vida, desconocidos. Son desgarradoras escenas con profundos latidos sin futuro.
Fue un flujo el pasado que se estrelló contra la realidad abandonada de este presente, sin salida. Caos y muerte. Una marea de siluetas perdidas, atrapadas ahora por la tormenta, que ya no alberga ninguna existencia.
![[Img #7135]](https://elnuevodigitalmurcia.es/upload/images/12_2024/3524_manuel.jpg)
Oscuro lodo esculpido por la fuerza de la naturaleza, impaciente por derramar su oscura sangre, con desgraciada intensidad. Fantasmas sin memoria para la eternidad. Son vidas robadas en un instante, sin alivio, sin tregua. En el vacío intimidante, la vida se va distante. El dolor que engendra el vacío, se vuelve invisible, y el estremecimiento ahogado de esta pesadilla se va envolviendo de noche, en ese oscuro barro, despacio, se van atrapando las almas enmascarados en un santuario flotante, abarrotado de restos desordenados y punzantes. Sienten un frio embutido en el silencio, en el que palpita su último aliento. Solos, luchando contra presencias cortantes, que se arremolinaban entre aguas sólidas y agresivas como un reproche. Ya no caminarán, ni se deslizaran por este mundo de vivos, ni verán sus sombras reflejadas en una triste atmósfera en penumbra . Que silencio sin fin, enturbiado sólo por la amarga rabia y la descarnada ausencia.



