
Hasta 25 años han tardado en cerrar un acuerdo la Unión Europea (UE) y Mercosur.
Este acuerdo espera abarcar comercialmente una de las zonas más grandes del mundo, con más de 700 millones de personas y casi el 25% del PIB mundial, pero ¿qué supondrá? Reducción de barreras arancelarias, acceso preferencial de Mercosur al mercado europeo y nuevas oportunidades de inversión, tanto en energías renovables como en general en la economía.
Sin embargo, el acuerdo no está cerrado, pues ahora ambas organizaciones necesitan validarlo internamente por sus integrantes. De momento la UE parte en la negociación con la negativa de Francia, que ya avisó de su descontento con las condiciones.
Hay que ver el resto de los 27. España en principio es favorable, aunque tendrá que convencer a los agricultores, que le han pedido al Gobierno votar en contra. Denuncian que este acuerdo va contra los intereses de los agricultores y ganaderos, así como de las personas consumidoras, y sobre todo no se va a ajustar a los objetivos de sostenibilidad de la UE.
El acuerdo, según el sector agro, contradice las recomendaciones del diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura de la UE. Los participantes de toda la cadena de suministro de alimentos subrayaron en ese ámbito la importancia de ajustar las importaciones de alimentos a las normas de la UE en materia de seguridad alimentaria, bienestar animal y medio ambiente. En esta línea, los agricultores, pero también ecologistas y consumidores, piden una mayor coherencia entre las políticas comerciales de la UE y los requisitos de sostenibilidad.
De hecho, el acuerdo se produce cuando la UE ha suspendido las importaciones de carne de vacuno brasileña por contener hormonas prohibidas en la producción ganadera hace décadas por la UE.
Andoni García, miembro de la Comisión Ejecutiva de Coag, señaló que “las personas del modelo social y profesional de agricultura y ganadería no pueden ser, una vez más, moneda de cambio frente a los intereses económicos de grandes empresas en otros sectores”.
Los agricultores tienen claro que este tipo de acuerdos de liberalización comercial “destruyen el tejido productivo de pequeñas y medianas explotaciones y sólo benefician modelos uberizados de agricultura y ganadería en cualquier parte del territorio”.