Viernes, 12 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl drama de los antibióticos
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Carlos Escolano

El drama de los antibióticos

 

Actualmente sufrimos de una pandemia silenciosa e invisible, que permea sin prisa pero sin pausa a todos los niveles de la civilización humana.

 

Infecciones, cirugías y prácticas médicas ordinarias, se han vuelto a convertir en casos de vida o muerte para muchas personas, como antes de 1928, cuando se descubrió la penicilina y nacieron los antibióticos. De hecho, se está empezando a recurrir de nuevo a la amputación de miembros como única salida para deshacernos de la infección…

 

Curiosamente, en todos los hospitales se dispone de un grupo de antibióticos llamados Carbapenemas, que sólo se usan en situaciones muy críticas cuando todos los demás antibióticos han fallado en el paciente. Pues bien, sólo en 5 años, ha pasado la resistencia a este antibiótico de un 2% a un 52%.

 

Mucha gente no se da cuenta, de que cuando alguien muere de una infección, en sitios con acceso a recursos sanitarios, no se muere por la enfermedad en sí, sino porque los antibióticos ya no son eficaces.

 

Todavía me encuentro con personas que piensan que: como no toman antibióticos, no van a tener bacterias resistentes. Como si no viviéramos rodeados de bacterias, y la información no fluyera entre las distintas especies microbianas. Y más, en un mundo globalizado, con un compendio de bacterias de todas partes, que no paran de viajar mediante personas y mercancías. Así que no, la bacteria no se queda solo en esa persona que toma antibióticos.

 

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Si hablamos de España, nuestro país es uno de los que mayores índices de resistencia bacteriana presenta en toda la Unión Europea (matan más que los accidentes de coche), tal es así, que algunos compañeros me comentan que en el Reino Unido cuando van a tratan a los españoles, directamente mandan antibióticos de 2ª o 3ª elección (dando por sentado que son ya resistentes a los primeros).

 

Sin embargo, desde que se estableció el Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos en 2014 (y obligados por supuesto por Europa), el país ha experimentado un cambio sustancial. Especialmente en el ámbito veterinario, siendo el país con mayor reducción de consumo de antibióticos con 70%, frente al solo 17% en humanos.

 

Está claro que somos un país reacio al cambio (bien lo documenta nuestra historia), pero: las escenas de médicos prescribiendo para todo antibiótico, las farmacias dispensando sin receta y los ganaderos atiborrando al ganado de antibióticos de manera preventiva, han disminuido notablemente, aunque aún quede un gran trabajo por hacer.

 

¿Pero y en el resto del mundo?

 

En el resto del mundo las resistencias matan alrededor de 1,2 millones de personas, y se espera se multiplique por 10 en los próximos 25 años. Si ponemos en Google “Resistance Map”, podemos hacernos una idea visual de las resistencias por país, bacteria y tipo de antibiótico. La situación es por tanto crítica, porque aunque Europa esté adoptando medidas en la dirección adecuado el resto del mundo no lo hace.

 

India por ejemplo, además de ser uno de los países con más sobrepoblación y contaminación del mundo, es el epicentro mundial de las resistencias a antibióticos, siendo el mayor consumidor y productor de antibióticos del mundo, estando detrás China y EEUU.

 

A nivel internacional, podemos decir que se utiliza mucho más antibiótico para alimentar a los animales que para curar a los humanos, y digo “alimentar” porque el uso rutinario de antibióticos en ganadería no es solo para prevenir/tratar enfermedades, sino también para engordar al ganado debido a las propiedades anabólicas que poseen los antibióticos.

 

Por otro lado, la mayor parte de las plantas depuradores del mundo no están equipadas con filtros adecuados para eliminar antibióticos (ni otros medicamentos). Siendo en la India realmente dramático en las zonas donde se encuentran las empresas productoras de antibióticos, en las cuales se han encontrado más antibióticos en sus ríos y aguas 'depuradas' que en la sangre de los pacientes en tratamiento…contaminando todo a su paso. Además los últimos cambios indican, que la regulación específica a la industria farmacéutica es cada vez más permisiva.

 

En otros lugares alejados de estas empresas, la problemática tampoco mejora, ya que la mayoría de la población recurre a los antibióticos de manera preventiva cuando beben agua corriente, para evitar infecciones de bacterias patógenas que suele contener el agua sin tratar. Esto sucede, porque es más fácil y barato acceder a los antibióticos que a la depuración y cloración del agua.

 

Hay que tener en cuenta que, aunque las fábricas exportadoras de India y China estén sujetas a inspecciones occidentales sobre las Buenas Prácticas de Fabricación, estas no tienen autoridad real para sancionar a una fábrica por contaminar (incluso si existiera una regulación ambiental en esos países), la responsabilidad del cumplimiento descansa exclusivamente en las autoridades locales, quienes a menudo hacen la vista gorda. De lo contrario, no se entendería cómo en esas zonas productoras sigue disparada la proliferación de las “Superbacterias” (resistentes a todo) encontrándose mil veces más cantidad en sus ríos que en los países desarrollados.

 

Llegado este punto, no me digan si no es irónico: los servicios de salud pública (que gastan miles de millones en curar y luchar contra la resistencia antimicrobiana), están pagando una cantidad ingente de dinero, directa o indirectamente, a compañías productoras que contribuyen a expandir esta resistencia a los antibióticos por medio de unas prácticas de fabricación negligentes, y sobre este tema no se conciencia a los ciudadanos del mundo.

 

Ante las resistencias, las soluciones clásicas son: la creación de nuevos antibióticos o la reducción de su consumo. Pero en los últimos 30 años no se han desarrollado nuevos antibióticos, y aunque así fuese, las bacterias aprenderían a resistir igualmente. Además de que al ser nuevos, serían mucho más caros que los actuales, dificultando el acceso a las poblaciones subdesarrolladas. Otros, plantean sin embargo, la teoría de que con el tiempo, algunas bacterias se volverían a hacer sensibles de nuevo, en cuando dejaran de estar un tiempo en contacto con el antibiótico resistente en cuestión.

 

Por último, me sorprende enormemente, cuando se habla de 'guerra' o 'lucha' contra las bacterias, cuando realmente es contra nosotros mismos y nuestros estilos de vida y de producción contra los que hay que “luchar”. Las bacterias son seres extraordinarios, de los cuales somos y provenimos. Y la resistencia que desarrollan, no deja de ser un mecanismo ancestral de adaptación, para sobrevivir.

 

Por lo que, si viramos al otro extremo, de exterminio y excesiva asepsia, acarreará más mal que bien, especialmente para nuestro sistema inmune. Pienso que se trata mejor, de lograr una equilibrio, mantener una buen conocimiento sobre la infección,  aplicar la prevención, priorizar el uso de tratamientos naturales (que no generan resistencias), potenciar el sistema inmune mediante el descanso, el sol y la nutrición, y mejorar los sistemas de depuración de aguas, controlando el uso de antibióticos en todos los sectores desde productores, a prescriptores y dispensadores.

 

A fin y a cuentas, las bacterias siempre han existido y esperamos sigan estando con nosotros. Nos necesitamos mutuamente. Usemos racionalmente nuestro arsenal terapéutico de 'ataque' y aprendamos a vivir con ellas a través del conocimiento como herramienta de prevención.

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