Martes, 09 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓN“Haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”: Íñigo Errejón
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Francisco Luis Velasco

“Haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”: Íñigo Errejón

Síntesis perfecta de la hipocresía

 

En la formación de las identidades de género se ha avanzado mucho en los últimos años. El panorama inicial como antes: de las mujeres se esperaba prudencia como regla general, pues dependía la estima social, en cambio, el honor y el estatus para el hombre, dependía de evitar situaciones comprometidas o comportamientos inapropiados hacia las mujeres. El esfuerzo de estos últimos años se ha centrado en aplicar un aprendizaje en la formación cívica de los hombres para ahondar en el auto control, y entre otros factores, en el respecto a las mujeres, sobre todo en el plano sexual.

 

Es un hecho que el estado de embriaguez por alcohol implica la pérdida de autocontrol y debilidad, o la incapacidad de llevar las riendas de sus propias apetencias. El peligro para la mujer no viene solo por el alcohol, hábito social aceptable, pues puede convertirse, dependiendo de la persona con la que tope, en el uso o abuso de alguien indefenso, lo que es un obstáculo para la lucha por la igualdad de géneros.

 

Prueba de ello son las manifestaciones admonitorias de todo tipo que se han llevado a cabo en nuestro país estos últimos años: donde Iñigo Errejón amenazaba con penas y prohibiciones, defendía la igualdad de la mujer o condenaba la violencia machista desde el púlpito, desde las calles o en las numerosas marchas convocadas. Es irónico que lo hiciera precisamente, este imitador sin cortapisas con gusto por la crítica, el hedonismo, la riqueza, el lujo, la frivolidad, incluso la lascivia, la burla, la parodia o la sátira. En definitiva, el ridículo predicador impío, embustero y manipulador al que se le entregó, en la práctica, el control del statu quo de la moral y el sistema social de este país con el fin de aleccionar a la población.

 

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Desde esta última perspectiva, no cuesta establecer relaciones entre su dimisión el pasado jueves 24 de octubre, (con acusaciones anónimas de comportamientos machistas), con lo que ha ocurrido con la actriz Elisa Mouliaá. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el propio Errejón anunciaba su dimisión al haber llegado "al límite de la contradicción entre el personaje y la persona". Muy gráfica la representación de su confesión, a medio camino entre la ironía, ¿no creen?

 

Para tener una visión global del asunto, la relación entre el político y actriz debería ser abordada en toda su amplitud. Pues son varios los años de “sano disfrute” entre ellos y las denuncias, pero esta perspectiva es la que menos me interesa ahora. En la elección o motivo de la borrachera de Elisa Mouliaá pueden concurrir circunstancias de diversa procedencia, aunque el simple resultado es suficiente.

 

Por la natural asociación de hechos, me pregunto si el acto delictivo por el que acusan a Errejon, se podría discernir una sutil ofuscación por arrastrar a la actriz a la lujuria, pues lo intentó tres veces en tres lugares diferentes el mismo día, a sabiendas de que estaba borracha. Y le llevó varias copas de alcohol para que bebiera, (dudo mucho que como recomendación de su sabor), lejos del tradicional enfoque al que nos tiene acostumbrados.

 

Esta lamentable situación debería haber sido evitada por cualquiera que se precie pues, de no hacerlo, convierte a las mujeres que bajan la guardia, dicho con gráfica crudeza, en blancos de graves ofensas contra su honor.

 

Por eso el que suscribe, denuncia ahora con la misma crudeza el comportamiento de este depredador insaciable, pues aprovecharse de que una mujer esté borracha es violencia machista. Porque es un hecho demostrado que las mujeres en estado de embriaguez quedan expuestas y son vulnerables. Porque es indudable, mis queridos lectores, que no posee autoridad moral ninguna ni puede dar consejos o mensajes de denuncia, quien no predica con el ejemplo. Pero, además, por ser un misógino indecente que, consciente de lo influenciable de la actriz por la ebriedad, en vez de ayudarla y protegerla en ese momento tan vulnerable, (esto es lo que hubiera hecho un verdadero hombre), la utilizó como un objeto y la abordó sexualmente como un buitre, poniendo de manifiesto la violencia y gravedad o la erotización de tu propia agresión.

 

Errejón, tu denostación no es menos grave porque indiques que hubo consentimiento de ambos, pues, no se puede hablar del consentimiento de una persona ebria, ya que no existe tal figura legal. Ahí es donde más demuestras la falta tremenda de empatía hacia las mujeres. La usaste para satisfacer tu poder, el placer y deseo sexual.

 

Y como corolario, te aconsejo que procures sentarte en una buena silla y seas paciente. Recúbrete de ignorancia y de supina habilidad maligna y esperar. Siempre has sido un hipócrita, adalid del doble discurso y sin autoridad moral ninguna, que se ha parapetado en una ruin impunidad. A ver si ahora te zafas del grito desgarrador de quienes te van a pedir explicaciones. Casi nada. Te prevengo de que la locura llega pronto en estos casos donde tendrás “cero apoyos”, donde van a arrasar con cualquier intentona absurda de defensa y donde te van a dar por todas partes.

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