Lunes, 08 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl pulso cultural de las ciudades
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Patricia López Haas

El pulso cultural de las ciudades

 

Murcia cuenta con una limitada vida cultural al igual que otras ciudades de su tamaño. Las grandes exposiciones temporales de pintura se llevan a cabo en otros lugares, esto no es una sorpresa para nadie y, además, es lógico. Es más, hay que ser muy osado para querer vivir del arte en Murcia, o muy interesado a la hora de acercar posturas con la Administración, que es la gran niñera o la gran madre de muchos, puesto que es la única que invierte en restauración y conservación de obras de arte, con independencia de algunos particulares adquieran obra de arte. Pero este tema realmente no me interesa mucho, es más, he alabado en este medio de comunicación algunas actuaciones públicas como la del yacimiento de San Esteban o el Museo Hidráulico de los Molinos del Río, que parece que se quiere extender hasta la antigua fábrica de harinas La Constancia, cuya fachada se ha conservado y que, en la actualidad, es un edificio habitado por particulares. En el sótano, que pertenece al Ayuntamiento, es donde se expondrán al público los restos de la maquinaria de la fábrica. La limpieza y acondicionamiento del subsuelo llevará como único inconveniente el que los vecinos del complejo, son varios edificios, compartan entrada exterior con un museo.

 

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A nivel de música clásica, la ciudad tiene la suerte de tener a la Asociación ProMúsica. Fundada en 1976, ha sido pionera a la hora de traer grandes orquestas internacionales, solistas y directores de renombre. También impulsó la construcción del Auditorio y Centro de Congresos Víctor Villegas, que sorprende por su excelente acústica, para acoger a los numerosos socios que hasta entonces utilizaban el Teatro Romea o el polideportivo de un colegio, los Maristas de la Fuensanta, para escuchar música. El auditorio no hizo más que incrementar la oferta musical, aunque pronto su propio ciclo de conciertos le haría la competencia a ProMúsica de manera inexorable. Fue el principio del fin de un sueño que llenó de vida a los melómanos de la ciudad. Anne-Sophie Mutter, Zubin Mehta o Rostropóvich fueron algunos de los ilustres músicos, violinista, director y celista respectivamente, que se acercaron hasta la capital del Segura gracias al ciclo de conciertos del nuevo Auditorio. Algunos como Zubin Mehta pidieron venir por la excelencia de su acústica.

 

Recuerdo esos conciertos de ProMúsica con cariño por la gente a la que tuve la oportunidad de conocer, y por la cantidad y calidad de la música que escuché, desde los ganadores del Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O’Shea, hasta Montserrat Caballé, la pianista Alicia de Larrocha o la orquesta sinfónica de la BBC de Londres. La lista es interminable. La locura de la Flauta Mágica de Mozart me embaucó con una puesta en escena alegre y llena de imaginación y lirismo que te transportaba hasta un cuento de hadas. Y es que la ópera también ha estado muy presente a pesar de las dificultades que implica traer a una buena compañía. Y qué decir de esos comentarios hechos durante el intermedio entre críticos, melómanos y aficionados. No tenían precio. Y si caía alguna copa de champán la diversión estaba asegurada. Eran tiempos en los que la Asociación contaba con muchos socios. Gran parte de ellos ya no están entre nosotros, y la regeneración tampoco ha sido la esperada. En la actualidad tiene unos 350, lejos de los 2.000 que llegó a tener en su mejor momento, de ahí que ProMúsica trate de darle un giro diferente a lo que venía siendo su programación. Un reto difícil, las nuevas generaciones no tienen tiempo o les falta interés por la música clásica, de ahí que espero que esa apuesta por el futuro sea acertada y que llegue a más público. ProMúsica es una organización sin ánimo de lucro que se sustenta con la cuota de los socios. El apoyo de la Comunidad Autónoma, de la Fundación Cajamurcia y de la Fundación Caja Mediterráneo ha sido esencial en diferentes momentos de su historia. En la actualidad cuenta con colaboradores que hacen posible su existencia como el Info o la Comunidad y ha recibidos fondos de la Unión Europea (NextGeneration UE) e incluida en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España. Así están las cosas en la cultura, hay que apoyarla y sustentarla para disfrute de muchos, no obstante, los precios de las entradas son bastante buenos en comparación con los de otros sitios.

 

Si nos movemos hacia otro campo como es del jazz, la oferta cae significativamente. Estamos ante algo mucho más minoritario, es cierto que se celebran festivales en algunas localidades, pero aún así, no deja de ser insuficiente para el gran aficionado. El Teatro Circo hace alguna incursión, pero mínima. El otro día tuve la ocasión de escuchar soul, que es mucho más divulgativo que el jazz. Esta música de raíces afroamericanas llega al alma, como su propio nombre indica. Es un género que fusiona la espiritualidad e intensidad del góspel con los ritmos del blues. Las poderosas voces de sus cantantes hacen que la música llegue con facilidad. Alimenta el espíritu, sin lugar a dudas. ¿Quién no se ha emocionado con Sam Cook, Ray Charles o Aretha Franklin? Su intensidad emocional, te hace reflexionar en el sufrimiento de la comunidad negra. Especialmente en los estados sureños de América, es decir de los Estados Unidos, que prácticamente se ha apropiado del nombre del continente. Un país que tiene luces y sombras, en la investidura de su actual presidente la música no fue la protagonista, el sombrero de Melania estuvo a punto de eclipsar hasta el mismísimo show de Donald.

 

Siguiendo con el soul fue una experiencia que no dejó indiferente a nadie, la gente que acudió al Romea disfrutó, y los cantantes lo sabían. Al fondo del escenario, unas enormes pantallas te trasladaban hasta América, cuna del soul. Salí de allí con buenas vibraciones, primero por el concierto, segundo por la acogida y el lleno casi total y tercero por volver al Teatro Romea, pequeño, coqueto y muy europeo. La gran ventaja es que se encuentra en el centro, por lo que es de fácil acceso, a los mayores ir hasta el Auditorio se les hace pesado. Estamos en una ciudad pequeña poco acostumbrada a las distancias, con las ventajas que eso tiene en términos de calidad de vida. Me gustan las grandes urbes, salvo excepciones, pero lo que verdaderamente me atrae de ellas es su vida cultural, su calidad y variedad de exposiciones, los conciertos de música clásica, la ópera, los musicales, los clubs de jazz y los teatros. Y como ninguna ciudad va a tener todo lo que uno desea, la solución es volar hacia esos destinos que a uno le gustan y disfrutar de ellos. Hay gente de Madrid, por extraño que parezca, que no ha ido nunca al Museo Nacional del Prado, por decir un ejemplo. La vida es así de contradictoria y caprichosa. Unos tienen lo que otros anhelan.

 

 

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