Lunes, 08 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNSan Valentín. El día en que los chocolates se vuelven más caros que el oro
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Pura Hernández-Gil

San Valentín. El día en que los chocolates se vuelven más caros que el oro


Ah, San Valentín, esa mágica fecha en la que los solteros se convierten en ninjas del arte de la evasión, los enamorados se esfuerzan por demostrar su amor en formas que a veces roza lo absurdo y las tiendas hacen su agosto en pleno febrero. Es un día en el que los corazones de papel, los peluches gigantes y las cajas de bombones se apilan más que las promesas de amor eterno.

 

Primero, hablemos de los solteros, esos valientes guerreros que, al ver los escaparates llenos de corazones rojos y parejas acarameladas, deciden que es el momento perfecto para hacer una maratón de su serie favorita, acompañados de un helado que, por supuesto, no se derrite por la tristeza, sino por el calor de un amor propio muy bien cultivado. Porque, ¿quién necesita flores cuando tienes pizza y Netflix?

 

Y luego están los enamorados, esos valientes que, en un impulso de romanticismo, deciden que la mejor manera de demostrar su amor es gastar una fortuna en una cena que, con suerte, incluirá un postre con forma de corazón. Claro, porque nada dice 'te amo' como un plato de espaguetis al dente y un ticket de crédito que podría haber pagado una escapada a una playa tropical. Pero ¡qué importa! Lo que realmente cuenta es el 'like' en Instagram y la envidia de sus amigos.

 

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Los regalos también son una obra de arte en sí mismos. Desde el clásico ramo de flores que se marchitará en tres días, hasta esos perfumes que, sinceramente, olfatearon un poco más a 'deseo' que a 'fresco'. Y no olvidemos las tarjetas sentimentales que, entre tanto cliché, a veces logran arrancar una sonrisa, aunque sea por lo ridículo de la situación. “Eres el kétchup de mis papas fritas”, dice una, mientras la otra menciona que “juntos somos como una taza de café: fuertes y calientes”. ¡Qué originalidad!

 

En este día, muchos se encuentran en una feroz competencia por el regalo perfecto. Algunos optan por lo clásico: flores, chocolates y cenas románticas. Otros, más audaces, deciden sorprender con algo original, como un curso de cerámica o una suscripción a una revista de jardinería. ¡Porque nada dice 'te amo' como un bonsái que hay que podar!

 

Y hablemos de los chocolates. ¿Por qué son tan caros en esta fecha? ¿Acaso son traídos en un viaje en globo desde Suiza? Cada año, nos prometemos no caer en la trampa, pero ahí estamos, comprando esa caja de bombones que cuesta más que nuestra cena de aniversario.

 

Y cómo olvidar a los que intentan evitar todo este circo comercial, eligiendo hacer algo 'diferente'. Así es como se ven a sí mismos: rompedores de esquemas. Pero ¿realmente se sienten mejor al ir a un restaurante vacío y comer lo que supuestamente es una 'experiencia gastronómica única', que en realidad es solo un plato de pasta a un precio elevado? Claro, porque lo importante es ser 'auténtico' en un día que se basa en las expectativas de lo contrario.

 

En conclusión, San Valentín es la celebración de lo absurdo, del amor que se mide en regalos y cenas ostentosas. Es un día en el que todos, solteros y enamorados, se ven arrastrados a una corriente de consumismo que, aunque suene irónico, nos recuerda que, al final del día, el verdadero amor no se encuentra en bombones o flores, sino en esos pequeños momentos cotidianos que, aunque no vengan con un lazo rojo, son los que realmente cuentan. Así que, ¡brindemos por eso! Y si no tienes a nadie con quien brindar, no te preocupes, tu pizza siempre estará ahí para ti.

 

Linkedin: Pura Hernández-Gil

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