
Cada uno de los 448 millones de habitantes de la Unión Europea en 2022 dejó una huella de gases de efecto invernadero equivalente a 10,7 toneladas de dióxido de Carbono (CO2). En total fueron cerca de 4.800 millones de toneladas, un aumento de un 16% sobre el año 2020, en plena pandemia de covid con gran parte de la actividad paralizada.
No es el CO2 el único gas efecto invernadero, pues también causan este efecto el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4), los perfluorocarbonos (PFC), trifluoruro de nitrógeno y hexafluoruro de azufre (NF3-SF6)… entre otros, si bien los expertos buscan su equivalencia con el CO2, el más recurrente.
Como aclaración, la equivalencia de una tonelada de CO2 sería tanto como el volumen de agua contenida en una piscina de 25 metros de largo, diez metros de ancho y dos metros de profundidad. Su capacidad sería de medio millón de litros de agua.
Los datos, publicados hoy por la Oficina Estadística de la UE, Eurostat, destacan que de los 4.800 millones de toneladas generadas en la UE, 3.600 millones corresponden a productos y servicios elaborados dentro de los Veintisiete y el resto a importados de países extracomunitarios.
Dentro de los Veintisiete también se aprecian diferencias. Así, las huellas de gases de efecto invernadero más bajas se registraron en Suecia (7,9 toneladas de equivalentes de CO2 per cápita), Portugal y Rumania (8,0 toneladas cada uno).
Por el contrario, las mayores huellas per cápita se registraron en Chipre (16,6 toneladas), Luxemburgo (15,5 toneladas) e Irlanda (14,2 toneladas).
En el caso de España, el país se encuentra entre los ‘menos contaminantes’, con 9,5 toneladas por habitante.
Por tipo de actividad, la que deja más huella es la producción de electricidad y gas, seguida de la industria manufacturera y en tercer lugar la agricultura.



