El desaprendizaje
El liderazgo orientado al conocimiento y los procesos de desaprendizaje están intrínsecamente relacionados en el contexto de la gestión del conocimiento y el desarrollo organizacional; viajan juntos en la búsqueda de la excelencia organizativa y la capacidad de adaptación en los entornos BANI en los que se desarrolla actualmente la actividad empresarial. Ambos se centran en la capacidad de las organizaciones y los individuos para cuestionar suposiciones, aprender de experiencias pasadas y generar nuevos espacios para el desarrollo de nuevos marcos de crecimiento colectivos e individuales.
El proceso de desaprendizaje puede desafiar los vínculos emocionales arraigados y, a su vez, los vínculos emocionales pueden afectar la disposición de una persona para desaprender y adoptar nuevos enfoques. Una comprensión profunda de estas interacciones puede ser clave para facilitar el crecimiento personal y el cambio positivo.
Las personas que forman parte de una organización se vinculan con la misma al poder compartir con ella sus sensibilidades y necesidades, logrando así un espacio físico temporal donde se muestran tranquilos. Este espacio permite dar, libremente, lo que la persona lleva dentro, pudiendo ser ella misma y formado parte de una red de individuos que crean y prosperan en un entorno común.
Las respuestas emocionales están arraigadas en patrones aprendidos a lo largo del tiempo. El desaprendizaje implica deshacer o cuestionar estos patrones arraigados, lo que puede llevar a cambios en la forma en que percibimos y respondemos emocionalmente a las situaciones, teniendo que reprogramarnos ante situación distintas, sin estar tan cómodos en nuestras experiencias anteriores, pero con la tranquilidad de poder explorar nuevos criterios y tener renovadas perspectivas.
El desaprendizaje efectivo, a menudo, implica una mayor autoconciencia emocional. Esto significa ser capaz de identificar y comprender las propias emociones en relación con los patrones de pensamiento y comportamiento. Esta autoconciencia puede ayudar a las personas a desafiar y cambiar los patrones que ya no les sirven, creando un entorno más cohesionado y rentable en términos económicos y con mayor capacidad adaptativa y generadora de innovación para el día a día organizacional.
La persona no comenzará procesos propios, como la reflexión, la intuición y la interpretación, si no existe antes satisfacción y compromiso por hacerlo. Estos entornos permiten a la persona cuestionarse sus percepciones y vivencias, para poder activar mecanismos de autoevaluación que le ayuden, de manera individual y grupal, a actualizarse continuamente bajo el paraguas del crecimiento personal y colectivo, posicionando este conocimiento propio y colectivo al servicio de todos. Replanteando de manera continuada y sostenida en tiempo quien es el individuo y la reafirmación de la persona.
Linkedin: Juan Lucas González