Murcia Foodie Week y otras fiestas por venir
Con la llegada del buen tiempo la ciudad de Murcia se anima aunque, no obstante, como todo el mundo intuye el plato fuerte está al caer, es decir, las Fiestas de Primavera con sus barracas y su algarabía, aquí es cuando Murcia entra de verdad en una especie de éxtasis colectivo para deleite de unos ciudadanos ávidos de fiesta y de comida huertana. Y a ello voy, a la comida, pero no a una cualquiera, sino a la de autor, que se caracteriza por ser tan pequeña como original, son bocaditos en los que los chefs despliegan toda su imaginación. Innovación y sorpresa al servicio de los paladares más exigentes.
La casualidad hizo que un domingo de finales de marzo me encontrara en la plaza Circular con la Murcia Foodie Week, un evento que reunía a restaurantes de toda la Región con el objetivo de mostrar sus mejores tapas, tapas gourmet o de autor. Me paré en distintas casetas, algunas eran de sitios de la ciudad muy conocidos, otros venían desde Caravaca, Ojós, Cieza o Calasparra, sea como fuere estaba todo riquísimo. La primera edición, celebrada en 2024, fue todo un éxito, ya que por allí pasaron más de 80.000 personas y se consumieron más de 100.000 tapas. Este 2025, sin embargo, al parecer el panorama no ha sido el mismo, algunos restauradores al ser preguntados se lamentaban de la poca publicidad que se había hecho de los días gastronómicos. Era domingo, mi sensación es que había poca gente, como cliente se agradece la ausencia de colas o esperas, pero comprendo que como propietario o responsable de un restaurante la visión no es la misma. Esta feria de la gastronomía se celebraba desde el jueves 27 hasta el domingo 30 de marzo. Tacos, carrilleras, brioches o legumbres muy bien elaboradas me hicieron pasar un buen rato. Por no hablar de los vinos espumosos, uno de los cuales estaba de presentación, recién llegado al mercado. Qué suerte tenemos en España con la gastronomía y con la bebida. Había sushi, ostras y algún alimento crudo, aunque según tengo entendido no estaba permitido. A saber…
En cuanto al nombre de Murcia Foodie Week tengo mis dudas sobre si es acertado o no, a mí no me molesta, pero al final es posible que se quede en “eso de la comida que hay en la Redonda”. Los extranjerismos, y más en concreto los anglicismos, están a la orden del día en cualquier país del mundo. No digamos ya en el mundo de la moda donde lo habitual es hablar de outfits, looks o rutinas de skincare propias de it girls o celebrities. En un artículo cualquiera de internet recuerdo haber leído que en esta cita gastronómica había food trucks con hamburguesas, showcooking y catas de vino para delicia de foodies e influencers. Prefiero hablar de expositores y experiencias culinarias para los amantes de la gastronomía. Terminología aparte, lo realmente importante es que los restaurantes de distintos puntos de la región se esforzaron por traer hasta el corazón de la ciudad algunas de sus exquisiteces.
El tiempo acompañó, ya que no hacía ni frío ni calor y la fuente lucía en todo esplendor. Me alegro de que el agua siga animando y refrescando esta emblemática plaza de la ciudad.
Dejando la comida, que sé que atrae como un imán, voy a tocar por encima otro tema del que ya hablé en una ocasión. El uso de las plazas para fiestas. No estoy en contra de las manifestaciones populares, las tradiciones hay que mantenerlas, fomentan el turismo y son una importante fuente de ingresos para los pueblos y ciudades. El gran problema es el ruido, así como los cambios acometidos en las diferentes plazas con el objetivo de atraer a la gente aprovechando procesiones, romerías o conciertos ad hoc. El gran ejemplo está en la del Belluga. No voy a criticar el edificio Moneo, comprendo que los arquitectos quieran dejar su impronta y crear diseños nuevos e innovadores y evitar hacer lo que ya está hecho. Hay un libro muy revelador al respecto que se llama El manantial, de Ayn Rand, una excelente novela en el que la autora profundiza sobre este y otros aspectos de la arquitectura neoyorkina de principios de siglo. En él se pone de manifiesto la necesidad de dejar atrás las molduras neogóticas y fachadas neoclásicas de los nuevos rascacielos de Manhattan. Rafael Moneo fue consecuente con su tiempo. Ahora bien, ¿era necesario eliminar la fuente con su pequeño jardín? Eso es algo muy del gusto actual, chalés sin jardín, baldosas aquí y allá y plantas de diseño que no proporcionan sombra alguna. Hay que tener en cuenta que Murcia es calurosa en extremo desde abril hasta octubre. No recuerdo la plaza Belluga, pero sí la controversia que produjo eliminar los naranjos que estaban junto al Palacio Episcopal, parece que quitaban vista, ¿los naranjos?, ¿de verdad? En fin…
Las romerías y procesiones necesitan espacios por los que pasar, soy consciente de ello, pero la bajada de la Virgen acompañada de romeros no es un fenómeno reciente. Ni las procesiones. La música con sus grandes escenarios y sillas, sí. Y llegamos al ruido, que dura unos días y no tiene mayor importancia, lo que no tiene solución es la eliminación de una fuente con su jardincillo en aras de las festividades y festivales. La plaza Belluga es muy bonita, incluso sin fuente ni naranjos, pero calurosa y excesivamente diáfana, hasta el punto de perder su sentido espacial. Dicho esto, que cada cual disfrute de su tiempo libre como prefiera, con comida foodie, en una barraca, en su casa o de vacaciones fuera. Pero que no quiten más fuentes. La plaza Circular la conserva, aunque sin parte de su jardín, que fue enlosado para eventos tipo Murcia Foodie Week y otros más ruidosos. Cada época deja su huella y no todo es malo, al contrario, ahora se mira más la estética de las ciudades. Hasta aquí la Murcia Foodie Week y otras fiestas por venir.