
Una nueva encuesta realizada en el conjunto de la Unión Europea pone de relieve que, un año después de las protestas masivas de los agricultores europeos, estos se sienten poco apoyados por las instituciones políticas, especialmente cuando se trata de acceder a las nuevas tecnologías necesarias para cultivar de forma sostenible y competitiva. Parafraseando a García Márquez: “Los agricultores no tienen quien les escriba”.
La encuesta de Ipsos encargada por la patronal europea de fabricantes de plaguicidas, CropLife Europe, muestra que mientras la mitad de los agricultores europeos se unieron a las protestas en 2023-2024, el 91% sigue insatisfecho con la respuesta política tanto europea como en los estados miembros. A pesar de la atención mediática y la simpatía pública, los agricultores informan de pocos cambios concretos en la política o en los ingresos.
Entre las principales conclusiones de la encuesta figura la presión financiera. Así, el 69% de los agricultores afirma que sus ingresos son insuficientes para mantener sus negocios. El llamamiento es claro para simplificar los procesos administrativos y mejorar el acceso a las ayudas financieras. Denuncian también el limitado acceso a biosoluciones, biotecnología y herramientas de agricultura de precisión frena el progreso, por lo que demandan ampliar el acceso a estas tecnologías para mejorar la productividad y la sostenibilidad en las explotaciones.
Asimismo, destacan que la prioridad número uno para los agricultores de toda Europa es reducir la sobrecarga administrativa, lo que permitiría liberar tiempo y recursos para dedicárselos a las explotaciones.
Otro resultado de la consulta es que más de la mitad de los agricultores está preocupada a largo plazo. Consideran que es necesaria una distribución más justa de los beneficios en toda la cadena de valor agrícola para garantizar que los agricultores reciban una compensación equitativa.
Un problema añadido es que uno de cada cinco agricultores afirma que tiene previsto abandonar la agricultura en los próximos cinco años, y el 5% quiere dejar de hacerlo en tan sólo un año. No obstante, la mayoría tiene problemas para el relevo generacional, lo que es una clara señal de alarma sobre el futuro del sector.
Olivier de Matos, director general de CropLife Europe, comenta los resultados de la encuesta: “Los agricultores han expresado sus preocupaciones. Ahora es el momento de actuar juntos. Solventar las lagunas tecnológicas y capacitar a los agricultores por parte de la UE, ayudaría a construir un futuro agrícola sostenible, competitivo y resistente en todos los países”.
Por su parte, Carlos Palomar, director general de la asociación española de fabricantes de plaguicidas, Aepla, ha mostrado su total acuerdo con las palabras de De Matos, añadiendo: “Las preocupaciones de los agricultores españoles son las mismas que sus colegas europeos. Desde Aepla trabajamos para dar respuesta a estas inquietudes desarrollando soluciones de sanidad vegetal integrales. Junto a los productos fitosanitarios convencionales que han demostrado su seguridad y eficacia, las biosoluciones y la biotecnología agrícola, apostamos firmemente por la agricultura digital y de precisión. El futuro está aquí y la innovación marca nuestro camino. No se trata de una opción, por eso resulta esencial generar las condiciones que favorezcan su desarrollo y no la desincentive”.
Los resultados ponen de manifiesto la urgente necesidad de que la UE actúe en respuesta a las principales demandas de los agricultores: reducir la burocracia, garantizar la competencia leal y los márgenes de mercado, facilitando al mismo tiempo el acceso a las herramientas y tecnologías que requiere la agricultura moderna.