
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha recortado en dos décimas la previsión de crecimiento de la economía española tanto para este año 2025 como en el siguiente, y la sitúa en el 2,4% y el 1,9%, respectivamente. Estos cálculos son inferiores a los realizados por el Gobierno, que espera un crecimiento del 2,6% este año y del 2,2% el que viene.
Aún así, el crecimiento del PIB español será superior en un punto al del conjunto de la zona euro y otros países del entorno: Alemania, 0,4%; Francia, 0,6%; e Italia, 0,6%.
Si bien el comportamiento de la economía española será mejor que el de la eurozona, no superará a la media de toda la OCDE, del 2,9% en cada uno de los ejercicios.
Según explica la OCDE, el crecimiento de España es "robusto", aunque “moderado". Y estará impulsado por el consumo interno, un avance positivo del mercado laboral y más ahorros de las familias.
Respecto a las exportaciones pronostica que seguirán un proceso de desaceleración debido a la débil demanda de los principales socios comerciales y al reciente arancel efectivo del 10% impuesto por Estados Unidos sobre los productos de la UE y a los tipos específicos del sector que llegan al 25% sobre los automóviles y el acero. Si bien España es menos activa en estos sectores que otros países de la UE, las exportaciones de maquinaria y productos agroalimentarios aún podrían verse afectadas.
La inflación general alcanzará el 1,9% en 2026, impulsada por la bajada de los precios de los alimentos y la energía y la limitación de las presiones salariales. Los riesgos a la baja siguen siendo elevados, en particular debido a la escalada de las tensiones geopolíticas y comerciales, que podrían frenar aún más la demanda externa, aumentar la incertidumbre y retrasar las inversiones vinculadas al RTPR.
Para las 20 mayores economías del mundo, la OCDE pronostica que el PIB se desacelere del 3,3% en 2024 al 2,9 % este año y el próximo (suponiendo que se mantengan los tipos arancelarios. Esta desaceleración se concentra en Estados Unidos, Canadá, México y China, mientras que en otras economías se prevén ajustes a la baja menores. Se prevé que el crecimiento hasta 2025 sea especialmente débil, con un aumento de la producción mundial de tan solo el 2,6% durante el año hasta el cuarto trimestre, y de tan solo el 1,1% en Estados Unidos.
Se proyecta que la inflación en los países de la OCDE será ligeramente superior a lo previsto anteriormente hasta 2026 y alcance el 4,2% en 2025, frente al 3,7% de las proyecciones de diciembre, y el 3,2% en 2026, frente a una estimación previa del 2,9%.
La debilidad de la inversión ha lastrado el crecimiento del producto potencial desde la crisis financiera mundial (CFG), a pesar de los costos de financiamiento históricamente bajos y la sólida rentabilidad empresarial. La desaceleración de la acumulación de capital refleja en gran medida el impacto persistente de dos grandes shocks: la CFG y la pandemia de COVID-19. La vivienda y la inversión pública también se han desacelerado en muchos países, lo que ha contribuido al deterioro de la asequibilidad de la vivienda y de la infraestructura pública.