Lunes, 08 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNQue trabaje el sistema
  • Buscar
Javier Vázquez-Dodero

Que trabaje el sistema


Lo confieso, me gusta trabajar poco. Y no es que me guste poco trabajar, nótese la diferencia.

 

Mi padre siempre me afeó lo que él llamaba la ley del mínimo esfuerzo. Aunque medio en broma le replicaba que yo prefería llamarlo eficiencia, lo cierto es que, tanto su generación como la mía hemos madurado valorando el sacrificio y el empeño. Poco miedo al puerto de montaña; yo sólo puntualizaba que mejor con plato y piñón adecuados.

 

Ese aprecio por la fuerza bruta nos trajo algún efecto secundario como el bobo orgullo de salir el último de la oficina, hoy estrategia de saldo ya, pero la perseverancia también ha sido fuente de prosperidad. Como padre, me planteo si el abandono de esa cultura tendrá o no consecuencias en una generación IA que necesitará trabajar cada vez menos, manteniendo o, muy probablemente, incrementando el ritmo de desarrollo. Pero esa es otra historia.

 

Mientras tanto, yo viajo todavía con ese equipaje -ganarás el pan con el sudor de tu frente-, aunque mi ingeniera obsesión por la eficiencia también me ha ido atrayendo hacia el valle en muchos aspectos. Subir por deporte puede tener su estética. En economía cuentan productividad y crecimiento.

 

En ese aspecto, pronto en mi carrera abracé los beneficios del trabajo en equipo. Lo del conjunto mayor más que la suma de las partes. Más adelante, vi que dirigir es destilar esa suma amplificando habilidades y minimizando arbitrariedad.

 

[Img #9372]

 

En cuanto a lo primero, Drucker nos apuntaba en su 'Managing Oneself' el mayor provecho de dedicarle cariño y horas a potenciar talentos frente a desperdiciarlo en esconder defectos. Hay una poderosa parábola al respecto que siempre he tenido presente. El directivo debe hacer lo mismo con sus equipos. Detectar destrezas y alinearlas para establecer un entorno donde extraer lo mejor de sí mismo. Trabajar poco o mucho, pero bien.

 

Para esto último, no podemos eludir la utilidad de un procedimiento bien establecido como antídoto al despilfarro de reinventar ruedas y tropezar en las mismas piedras. También para alinear cada movimiento interno con objetivos. Sólo una cultura fortísima, que no deja de ser otra forma de establecer procedimientos, puede sustituirlos. Como postula Ben Horowitz, 'la cultura es lo que hace tu empleado cuando no estás en la sala'.

 

Necesitamos esa capacidad de repetir soluciones eficaces a los mismos problemas, obtener la misma respuesta a los mismos estímulos. Y es necesario asentar esto en el conocimiento formal de la empresa.

 

Me sorprende la cantidad de operaciones, compañías, industrias enteras que siguen confiando solamente en la memoria y el criterio discrecional de sus empleados. Que pueden prosperar con buenos profesionales, pero de manera poco robusta y sostenible. Desde luego subóptima y difícilmente alineada con nada. Y eso obviando el riesgo de perder conocimiento con la fuga de un empleado, claro.

 

Estos procesos, manuales, algoritmos -cualquier forma de listado o diagrama de condiciones 'si A entonces B'- no son exclusivos de entornos industriales o financieros. Se pueden, por supuesto, establecer también en servicios con personas atendiendo a personas, donde la reducción de incertidumbre y arbitrariedad paga todavía mejor, cuando todo el mundo tiene claro a qué atenerse en cada situación.

 

El directivo debe asegurar que el sistema resuelve, refinarlo con algo de método científico, plantear hipótesis de mejora, validar con experimentos controlados, capturar experiencias y fijarlo formalmente. A partir de ahí, mejora continua, una escalera de peldaños sólidos. Otra fuente de eficiencia muchas veces no tan evidente, en mi experiencia. Perfectamente compatible con la innovación, por cierto, si la iteración es adecuada.

 

Una empresaria próspera, un ejecutivo hábil, un mando intermedio competente, un técnico eficaz son personas que han encontrado su talento y son capaces de maximizarlo sin diluirse en la gestión de lo ya resuelto. Lo que se repite en una empresa pronto es conocimiento superfluo. Necesario, quizá, pero no aditivo.

 

Trabajar los procesos, escribirlos, comunicarlos, revisarlos cada cierto tiempo, ser flexible para adaptarlos, no de cualquier manera, explicar su coherencia con los objetivos de la empresa, plantearse cómo ayuda cada paso a vender más, a consolidar calidad a la primera, a reducir costes, ser más sostenible, más amable con todas las partes, es la mejor inversión en eficiencia.

 

En fin, que sí, me gusta trabajar, pero donde aporto margen. Para el resto, que trabaje el sistema.

 

Linkedin: Javier Vázquez-Dodero Fontes

 

Nota del editor: Javier Vázquez-Dodero es ingeniero y MBA por el IESE, con experiencia en multinacionales de sectores como alimentación y bebidas, petroquímica, energía y textil; en proyectos productivos y de servicios industriales. Entró en el mundo de la economía circular de la mano de Recover™ dirigiendo su producción global de fibra reciclada de textil a textil en factorías de España, Bangladés, Vietnam y El Salvador.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.