
El sector de la automoción está atravesando una época de turbulencias motivada, principalmente, por la guerra arancelaria.
La producción mundial de vehículos de motor y sus componentes se contraerá un 1,7% en 2025 y un 2,1% en 2026, y en Europa esta reducción se espera más intensa aún: se prevén caídas de hasta el 3,7% este año. El impacto de los aranceles perturbará las cadenas de suministro, aumentando los costes de componentes y materiales., según el último estudio elaborado por Crédito y Caución.
Las consecuencias serán negativas para los productores y proveedores. Actualmente, los componentes cruzan varias veces las fronteras entre Estados Unidos, México y Canadá para la producción de un vehículo. Esto deja a los fabricantes que operan en Norteamérica expuestos a importantes riesgos a corto y medio plazo.
Los países con mayor nivel de riesgo serán Austria, Bélgica, Francia, Hungría, Suiza. Asimismo, también presentan un nivel elevado riesgo de crédito República Checa, Alemania, Italia, Polonia, Portugal, Eslovaquia, Turquía, Reino Unido, Brasil y Canadá.
Las industrias automovilísticas alemana e italiana, así como las cadenas de suministro de países de Europa Central y Oriental, como la República Checa y Eslovaquia, son las más amenazadas. En ese sentido, se prevé que las exportaciones automovilísticas alemanas e italianas podrían disminuir más de un 5% en 2025 como consecuencia de los aranceles estadounidenses.
La combinación de la reducción de la demanda de exportación, el aumento de los costes de los insumos y la reducción de los márgenes de beneficio perjudicaría gravemente la competitividad de las industrias automovilísticas alemana y de Europa Central y Oriental. Y es que otra de las amenazas para el mercado europeo es China, donde los fabricantes ofrecen modelos más baratos y tienden a ser más rápidos a la hora de adaptarse a las condiciones del mercado.
Para proteger la industria automovilística local, la Unión Europea ha impuesto aranceles a las importaciones chinas de vehículos eléctricos. Por una parte, esta medida podría ayudar a frenar el impulso de las importaciones chinas pero también podría acelerar los planes de los fabricantes chinos de trasladar la producción a Europa.
En términos globales, el sector se enfrenta a otra serie de retos como el factor demográfico, con una población cada vez más envejecida que implica una disminución de la demanda futura. Por otra parte, mientras los vehículos eléctricos van ganando presencia en el mercado, los fabricantes de motores de combustión tradicional se están viendo obligados a redirigir su producción para evitar el cierre.