Atravesando el valle de una ‘aparente mediocridad’
Hace algunos años sentí la necesidad de poner en orden algunas anotaciones fruto de la reflexión inspirada por la lectura o tras escuchar a personas que tocaron temas que despertaron alguna inquietud en mi interior. Luego decidí compartirlas, venciendo cierto pudor y los consecuentes respetos humanos, con el propósito de que estas ideas, que no eran originales, pudieran servir también a los demás.
Esta misión comenzó en un paso angosto para materializarse en un blog que con el tiempo ha ido derivando en una rutina menos exigente, a través de redes sociales, usando como hashtag el mismo nombre, #sostenibilidadvital y de esta forma sigo perseverando con el objetivo de tender puentes que puedan ser de ayuda para ir sorteando escollos mientras vamos atravesando el valle de nuestras respectivas vidas ordinarias.
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En la más común de las monotonías que puedan caracterizar nuestras vidas, si ponemos atención y dedicamos tiempo, descubrimos matices de verdes intensos y colores, como los de esta primavera, que inundan las llanuras más yermas ante nuestra incrédula mirada mientras recorremos el camino.
Es importante que este placer efímero no nos lleve a relajarnos, ni a conformarnos con admirar la excelencia ajena, y seamos capaces de centrarnos en esas 'virtudes minúsculas' que elogia Marina van Zuylen en su ensayo de filosofía contemporánea, con referencias a Marcel Proust, Antón Chéjov y Samuel Beckett.
La discreción, la paciencia, y la capacidad de sentir alegría por la felicidad ajena son virtudes que no buscan reconocimiento ni protagonismo y, sin embargo, son vitales para la vida cotidiana y el buen funcionamiento de un equipo humano. Es fundamental que cada persona sienta que escuchada con atención, que perciba que se la toma en serio, incluso cuando estemos en descuerdo o nos enfrente a preguntas desafiantes.
Debemos mantener una disposición responsable a cambiar de opinión, a aprender con humildad, a respetar posiciones contrarias en el marco de un verdadero diálogo porque nuestra mirada es imperfecta aun cuando nos acercamos a la verdad y no sólo tenemos la misión de resolver los problemas sino de valorar a las personas que nos acompañan en la travesía por el valle. La eficacia es importante, pero debemos ir más allá y valorar la cotidianeidad y los actos ordinarios, huyendo de la obsesión por la perfección y el éxito, resistiendo la presión social, para ser capaces de mantener la esencia del servicio de forma generosa y contenida, elogiando la mesura de una vida aparentemente mediocre pero real, en una apuesta por resaltar la supremacía de la vida interior sobre la exterior.
Estas virtudes minúsculas son los pilares que nos ayudan a mantener el esfuerzo por dar lo mejor de nosotros, perseverar en el éxito del equipo sin necesidad de mantenernos siempre en el podio, mantener la motivación por el trabajo cotidiano sin aparente brillo, pero con una adecuada eficacia y motivación, recordando el lema de Beckett "Inténtalo de nuevo. Fracasa otra vez. Fracasa mejor" y levantándose para comenzar de nuevo.
Linkedin: Severiano Arias