Desconectar para liderar
Vivimos un momento empresarial peculiar: el segundo semestre del año suele llegar con una mezcla de fatiga acumulada y presión por alcanzar los objetivos anuales. La agenda aprieta, los equipos bajan el ritmo y los líderes, muchas veces, se ven atrapados entre urgencias operativas y una desconexión emocional creciente.
A esto se le suma una cultura empresarial que todavía tiende a glorificar el presentismo, premiar la disponibilidad constante y ver el descanso como una concesión, no como una necesidad estratégica.
Sin embargo, cada vez más evidencia apunta en la dirección contraria: la desconexión no es un freno a la productividad, sino una palanca para sostenerla. Un liderazgo eficaz no puede sostenerse sobre el cansancio crónico ni sobre la ansiedad de los plazos. Porque liderar implica tomar decisiones con perspectiva, gestionar equipos desde la empatía y tener la energía suficiente para afrontar los retos con creatividad y firmeza.
Y justo ahora, en la antesala del último cuatrimestre del año, es cuando más necesitamos parar.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el agotamiento profesional ya se reconoce como un fenómeno ocupacional que afecta directamente al rendimiento y la salud mental. En España, estudios como los de InfoJobs señalan que cerca del 60% de los directivos sienten que no logran desconectar adecuadamente durante sus vacaciones.
Según Harvard Business Review, los líderes que descansan adecuadamente muestran un 23% más de eficacia en la resolución de problemas complejos y un 28% más de conexión emocional con sus equipos.
Esto no solo compromete su bienestar, sino también el de sus equipos. Un líder cansado es más reactivo, menos empático y mucho más propenso a tomar decisiones de corto plazo. Es una cuestión de salud, pero también de negocio.
Los líderes que se toman en serio su descanso no lo hacen por comodidad, sino por compromiso. Compromiso con sus equipos, con la visión de su empresa y con el impacto que desean generar. Desconectar no es dejar de liderar, es liderar con más conciencia.
La evidencia es clara: las pausas mejoran la función cognitiva, fortalecen la memoria y reducen el estrés. Pero además, envían un mensaje poderoso a la organización: aquí se valora la salud integral, el equilibrio y el largo plazo. Porque un equipo liderado por alguien que se cuida, también aprende a cuidarse.
Este verano, el calendario deportivo nos ofrece una metáfora perfecta. El Atlético de Madrid y el Real Madrid han participado en el nuevo formato del Mundial de Clubes, lo que les ha impedido tener un descanso real entre temporadas.
En apenas unas semanas deberán iniciar la nueva campaña sin haber desconectado física ni mentalmente del todo.
¿Las posibles consecuencias? Una mayor exposición a lesiones, menor capacidad de planificación y un rendimiento potencialmente más irregular. Xavi Alonso y Simeone lo saben y este año tendrán que ajustar estrategias, rotar jugadores y priorizar el descanso de sus figuras clave para no hipotecar el rendimiento futuro con objetivos cada vez más exigentes y con rivales que sí han realizado una planificación adecuada con un descanso adecuado.
Lo que sucede en el fútbol de élite no es tan distinto de lo que ocurre en nuestras organizaciones. Cuando no planificamos los descansos, cuando no protegemos los tiempos de recuperación, estamos comprometiendo la sostenibilidad del rendimiento. No solo el nuestro, sino el de todo el equipo.
No se trata de desaparecer sin más, ni de dejar cabos sueltos. Desconectar con inteligencia significa preparar el terreno para que la organización siga funcionando, y al mismo tiempo, permitir que la mente y el cuerpo se regeneren.
Un buen líder aprovecha este periodo para reflexionar, para recuperar energías y, sobre todo, para regresar con una mirada renovada. Porque el liderazgo no solo necesita conocimiento, sino también claridad. Y esa claridad no llega cuando estamos inmersos en la inercia, sino cuando nos permitimos parar.
Los equipos observan. Si el directivo no se desconecta, difícilmente el resto del equipo lo hará sin culpa. Si el líder responde correos desde la tumbona, el mensaje implícito será claro: aquí no se descansa de verdad.
¿Te habrás dado cuenta de cómo las culturas tóxicas muchas veces se alimentan de líderes que glorifican el agotamiento? Lo llamamos “compromiso”, pero muchas veces es simplemente miedo. Miedo a parar, a perder control, a que todo se derrumbe sin nuestra presencia.
Por eso, más que un derecho, el descanso debe ser una responsabilidad del liderazgo. Porque en una organización sana, no solo se celebran los logros, también se protege la energía de quienes los hacen posibles.
Este verano, más que nunca, puede ser el momento de marcar la diferencia. De parar con propósito. De demostrar que el verdadero liderazgo se mide también en la capacidad de inspirar desde el equilibrio.
Haz del verano un momento de desconexión para liderar.
Linkedin: Lucio Fernández