
Los murcianos saben reconocer a la buena gente y ese ha sido el caso de Brigitte, la kioskera de Gran Vía que falleció el pasado 19 de junio
El kiosko, situado en la Gran Vía de Murcia, en la acera de enfrente del edificio Galerías, cerca de la sucursal de CaixaBank y de la tienda de ropa Punt Roma, y que ha funcionado desde hace cincuenta años, se llena hoy de notas y cartas homenajeando y despidiéndose de Brigitte, que, a pesar de ser natural de Sevilla, acabó haciendo de la capital del Segura su casa.
Brígida, que acabó acuñando el apelativo de Brigitte, llegó con su familia a Murcia tras una breve estancia en Valencia simplemente por hacer un descanso en la vuelta hacia su tierra, pero ese descanso se convirtió en medio siglo de trabajo. Siempre se reconoció una enamorada de las gentes de Murcia y fue eso lo que hizo a su familia quedarse.
Su familia, que se ganó la vida en ferias montando puestos de chucherías y atracciones, acabó legándole el kiosko de Gran Vía, un diamante en bruto y que está en los recuerdos de muchos murcianos.
Ciudadanos y vecinos de todas las características y dedicaciones despiden con cartas y notas a la sevillana más ‘murcianica’ de la historia, a la que siempre recordarán con su perrita Lola y con una sonrisa en la cara. Hoy se pueden leer en su kiosko cartas de clientes asiduos que iban de pequeños y ahora llevaban a sus hijos, de trabajadores de la zona, e incluso de policías que solían operar por el lugar.
Murcia tiene memoria y no olvidará a Brigitte.