Sábado, 06 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓN¿Qué es ese ruido? Ha estallado el rock and roll
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Rafael García-Purriños

¿Qué es ese ruido? Ha estallado el rock and roll

 

Desde un principio, el Rock and Roll resulta absolutamente revolucionario. En 1956 el New York Times titulaba: “El Rock & Roll es una enfermedad contagiosa”. Ese mismo año, el racista Consejo de Ciudadanos Blancos de Alabama lo calificaba como “un medio para rebajar al hombre blanco al nivel del negro”. No podían estar más en lo cierto… aunque no por las razones que ellos creían. El Rock and Roll era, en efecto, una bomba de relojería que venía a dinamitar barreras raciales, morales y culturales en una sociedad americana rígida, clasista y profundamente segregada.

 

Este nuevo sonido era, más que un género, una mezcla explosiva: Country, Swing, Gospel, Blues, Jazz… Música mestiza en un país que aún no sabía lidiar con la mezcla. Música de jóvenes para jóvenes, un canal de expresión para la rebeldía juvenil que no encontraba cauces en la sociedad de los años 40 y 50.

 

El término “rock and roll” tiene raíces náuticas: ‘rock’ (balanceo hacia adelante y atrás), y ‘roll’ (movimiento lateral). Pero fue en el ámbito espiritual afroamericano donde adquirió un sentido musical, y luego —cómo no— un sentido más pícaro. Ya en los años 30 y 40, en los discos de gospel y blues, ‘rocking’ y ‘rolling’ eran sinónimos de movimiento, sí, pero también de sexo. Así aparece en temas como ‘Good Rockin’ Tonight’ de Roy Brown, grabado en 1947, donde el ‘rocking’ era una fiesta de doble lectura.

 

Esta canción, por cierto, sería versionada con garra y éxito por Wynonie Harris en 1948, y más tarde —con otro tono— por un jovencísimo Elvis Presley en sus inicios con Sun Records, el mítico sello de Memphis fundado por Sam Phillips.

 

Phillips, auténtico cazatalentos, no solo descubrió a Elvis, sino también a Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, Carl Perkins y Roy Orbison, entre otros. Fue uno de los grandes artífices del Rockabilly y de la expansión del Rock and Roll como cultura y fenómeno social.

 

Antes de que el término Rock and Roll se impusiera del todo, el R&B ya tenía himnos que lo anticipan. En 1954, Big Joe Turner grabó ‘Shake, Rattle and Roll’, una descarga imparable de ritmo, picardía y potencia vocal. Ese mismo año, Bill Haley and His Comets grabaron su propia versión, suavizando las letras y acercándola al gusto blanco. Fue un éxito total. En ese cruce, entre la fuerza bruta de Turner y la digestión comercial de Haley, el Rock and Roll encontró parte de su identidad.

 

Pero antes de Elvis, antes de ‘Shake, Rattle and Roll’, hubo una grabación que muchos consideran la piedra angular del Rock and Roll: ‘Rocket 88’, registrada en 1951 por Jackie Brenston and His Delta Cats (aunque en realidad era la banda de Ike Turner). Grabada también en Sun Records, esta canción —con su ritmo salvaje, su letra sobre coches y chicas, y una guitarra distorsionada por accidente— tiene todos los ingredientes del rock.

 

Y aquí viene la leyenda: durante el viaje en coche hacia el estudio, el amplificador de guitarra de Turner se cayó y se dañó. Al llegar, improvisaron una reparación con papel de periódico y cinta adhesiva, rellenando el altavoz roto. El resultado fue un sonido sucio, crujiente, completamente nuevo. Aquella distorsión accidental acabaría marcando el rumbo del rock durante décadas. Para muchos historiadores, "Rocket 88" es, si no el primer rock and roll, al menos el primero en sonar como rock and roll.

 

Por aquellos años, en Cleveland, un DJ llamado Alan Freed —alias Mr. Moondog— supo ver el filón que tenía esta música entre el público blanco. A través de un amigo con tienda de discos, se dio cuenta del aumento espectacular en las ventas de Rhythm and Blues, y comprendió que el mundo estaba cambiando. El 11 de julio de 1951, comenzó a emitir en la WJW de Cleveland el primer programa de R&B para una audiencia mayoritariamente blanca. Para suavizar el impacto cultural, empezó a referirse a esta música como “Rock and Roll”, rescatando el término de la jerga afroamericana, donde ya significaba mucho más que música. Así, Freed no solo fue el primer gran difusor, sino también el responsable de bautizar definitivamente a esta revolución sonora.

 

En 1952 organizó el primer gran concierto de rock: el Moondog Coronation Ball, con 10.000 personas, dos tercios de ellas blancas. Más adelante, desde la emisora WINS de Nueva York, su programa alcanzó difusión nacional, y Freed llegó incluso a aparecer en películas con ídolos como Chuck Berry o Frankie Lymon. Pero su historia acabó mal: acusado de prácticas de ‘payola’ —aceptar dinero por radiar canciones como ‘Maybellene’ de Chuck Berry— fue expulsado, perseguido, y murió en 1965, con el hígado destrozado y la ley pisándole los talones. El precio que pagan los pioneros.

 

Mientras, el 28 de enero de 1956, Elvis hizo su debut televisivo en el programa de los hermanos Dorsey: fue un terremoto cultural. La cámara pasó pronto a enfocarlo solo de cintura para arriba, escandalizados por sus caderas ‘indecentes’. Pero ya era demasiado tarde. Su primer LP llegó al número 1 —el primero de Rock en lograrlo— y desató una fiebre nacional.

 

Ese mismo año, Bill Haley and His Comets habían triunfado con ‘Rock Around the Clock’, grabada en 1954. Haley, músico de raíces country, se convirtió en la primera gran estrella del género. Su éxito fue rotundo, aunque pronto sería eclipsado por Elvis.

 

El Rock and Roll no era un género uniforme: tenía múltiples acentos. En las ciudades del norte, italianos y puertorriqueños lo hacían suyo. En la costa oeste, los chicanos lo tocaban en español. En el sur, los músicos de country lo mezclaban con su hillbilly boogie, y así nació el rockabilly. El ‘rocking’ era un idioma global.

 

Y así hasta hoy: mutando, evolucionando, resistiendo. Con épocas gloriosas y otras más oscuras, pero siempre vivo. Tal vez nunca vuelva a ser lo mismo, pero lo que está claro es que el Rock and Roll no morirá jamás.

 

Linkedin: Rafael García-Purriños

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