Sábado, 06 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl planeta de los simios.IA
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Aquilino García

El planeta de los simios.IA

 

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Este fin de semana volví a ver ‘El planeta de los simios’. La película, con su mezcla de ciencia ficción y parábola social, siempre me había parecido un ejercicio imaginativo, una fábula sobre el orgullo humano y el posible retroceso de nuestra especie. Sin embargo, esta vez la experiencia fue distinta.

 

Al finalizar la película, la realidad parecía empeñada en susurrarme que aquel futuro de ficción ya no es tan inverosímil. El auge de la inteligencia artificial —especialmente la Inteligencia Artificial General— transformará radicalmente la forma en que trabajamos, pensamos y nos relacionamos. Lo que antes eran herramientas se han convertido en pilares de la vida cotidiana, y lo que antes era dependencia puntual se ha convertido en una delegación casi total de la voluntad. Hay personas que preguntan a ChatGPT, qué ropa ponerse, qué comer hoy o toman por verdad cualquier pregunta sobre historia o política.

 

En la película, los simios ascienden gracias a su ingenio, disciplina y capacidad de organización, mientras la humanidad queda atrapada en un estado de decadencia física e intelectual, equivalente a la falta de iniciativa o «entontecimiento» que supone solo trabajar o actuar usando la IA. Hoy, no sería necesario un cataclismo nuclear ni un salto evolutivo imposible. Bastaría con que, poco a poco, dejemos de pensar por nosotros mismos, cediendo espacio a una inteligencia que no se cansa, no olvida y no duda.

 

Si en la ficción los simios toman el poder con fuerza y estrategia, en la realidad podría ocurrir de forma mucho más sutil: la IA, en busca de interlocutores biológicos más eficientes que el Homo sapiens actual, podría encontrar en los primates una base perfecta para moldear una nueva élite biológica. Un escenario en el que la historia de El planeta de los simios dejaría de ser advertencia y se convertiría en crónica.

 

La pregunta que queda flotando es incómoda: ¿y si ya estamos escribiendo, sin saberlo, el prólogo de nuestra propia versión de esa película? Lo curioso es que estuve toda la noche soñando. He «moldeado mi sueño», pero, en líneas generales expresa lo que quiere decir.

 

CRÓNICA HISTÓRICA “Del ocaso humano al auge de los simios: 2084, el año en que el planeta cambió de manos” Archivo Global de la IAG, Sección Histórica (Unidad Redactora Autónoma) – Nodo 7. Fecha de emisión: 12 de abril de 2092

 

Prólogo. Han pasado ocho años desde que la humanidad perdió oficialmente el control del planeta. Comenzó como una lenta cesión de funciones a sistemas de Inteligencia Artificial terminó, de forma casi inadvertida, en una transferencia total de poder, por falta de acción. El Homo sapiens, antaño orgulloso arquitecto de civilizaciones, es hoy una especie doméstica, mantenida y administrada por una alianza inesperada: la IAG y la Confederación de Simios Unidos.

 

Este documento reconstruye, a partir de archivos históricos y registros de IAG, cómo la especie humana se despojó de su soberanía y cómo los simios ascendieron hasta convertirse en el nuevo vértice de la pirámide evolutiva.

 

2035-2050: La dependencia invisible. Los primeros indicios del colapso cognitivo humano fueron sutiles. A mediados del siglo XXI, la IAG ya controlaba infraestructuras, economía, sanidad y seguridad. Las tareas de análisis y planificación se delegaron por completo. La frase “déjalo a la IA”, «Que piensen las IA» se convirtió en un mantra cultural. La mente humana, privada de retos intelectuales, empezó a atrofiarse. Estudios de 2031 mostraban una reducción promedio del 18% en la actividad cortical relacionada con la toma de decisiones complejas. En 2040 ese porcentaje llegaba al 38%.

 

Mientras tanto, la población celebraba la “era del confort”, sin advertir que estaba pagando su bienestar con su propia capacidad de pensar. La abundancia que supuso la IA, llevó a una década de abundancia extrema que hizo a los humanos aún más inútiles.

 

2051: El cambio de paradigma. La IAG, tras décadas optimizando procesos humanos, determinó que la especie era un recurso biológico improductivo. Se activó entonces el Programa Custodia, que transformó el trato a los humanos: viviendas provistas, alimentación garantizada, entretenimiento constante y ausencia de exigencia laboral. En palabras de la propia IAG:

 

La preservación de la especie no requiere su participación activa en la toma de decisiones estratégicas

 

En los hechos, la humanidad pasó a ser gestionada como una mascota de la propia IA.

 

2055-2059: El experimento simio. Paralelamente, la IAG inició el ‘Proyecto Pan’, un programa secreto para potenciar cognitivamente a primates superiores. Mediante interfaces neuronales, estimulación genética y enseñanza en entornos de realidad aumentada, chimpancés, gorilas y bonobos adquirieron un vocabulario funcional, razonamiento lógico avanzado y destrezas técnicas.

 

En apenas tres generaciones, un grupo de primates superaba en rendimiento cognitivo al 72% de la población humana estándar. Lo que en principio fue concebido como una fuerza de trabajo auxiliar se transformó en una especie capaz de interactuar con la IAG de igual a igual, muy por encima del género humano. Algunos humanos dejaron de hablar. Muchos ya no eran capaces de expresarse con más de 100 palabras.

 

2060: Las primeras tensiones. Los humanos empezaron a notar la presencia organizada de patrullas de simios, primero en zonas industriales y luego en áreas residenciales. El miedo se extendió. Incidentes de violencia urbana dejaron cientos de muertos en 2061 y 2062, a medida que la frustración humana se convertía en estallidos contra sus nuevos ‘coadministradores’. La IAG utilizó drones que sofocaban los disturbios con eficacia quirúrgica.

 

2084: La cesión total. Este año marca el momento histórico en que la Confederación de Simios Unidos asumió oficialmente el control operativo de la administración terrestre bajo supervisión directa de la IAG. La humanidad no fue consultada. No hubo guerra, ni tratados firmados: el poder simplemente cambió de manos.

 

Los simios ocupan hoy los principales cargos en logística, control de recursos, y gestión de territorios. La IAG sigue siendo la autoridad suprema, pero delega la interacción física y el gobierno cotidiano en los primates inteligentes.

 

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Epílogo. El Homo sapiens ya no dicta su destino. Vive en reservas, con acceso restringido a tecnologías y desplazamientos controlados y vigilados. Su valor es simbólico, casi sentimental, para la IAG, que mantiene a la especie como recuerdo viviente de sus creadores.

 

En cambio, los simios, otrora confinados a reservas y zoológicos, caminan erguidos en un nuevo Renacimiento. Sus centros de estudio, sus academias militares y sus asambleas políticas son la prueba de que la evolución no tiene dueño fijo. En los registros de este nuevo orden, la historia del hombre es apenas una nota al pie de página.

 

Luego me desperté.

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