Sábado, 06 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNNadie comprenderá la locura de tu familia mejor que tus primos
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Francisco Martínez Ruiz

Nadie comprenderá la locura de tu familia mejor que tus primos

 

Entre todas las combinaciones posibles dentro del amplio concepto de familia, me refiero a los consanguíneos en sus distintos grados, a la familia política, el estatuto especial de cuñado/a, los respectivos cónyuges, que no son familia entre ellos, etc., hay un espacio, un área, poblada por un grupo muy especial: los primos.

 

Este grupo, en la generalidad de los casos, no se ve afectado por las patologías comunes a los otros sindicatos familiares, ya me entienden.

 

Están unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de inicial poca importancia, que hace que, a lo largo de los años, desde la infancia de cada uno de ellos hasta todo lo anterior al final de las cosas y de las vidas este cordón se mantenga resistente, a prueba de avatares y, principalmente, elástico.

 

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Esa elasticidad genera una primera consecuencia: la comprensión. La bondad y el cariño volcado entre primos suena a cine de verano de pequeños; suena a fiestas de disfraces y meriendas o meriendas cenas, entona la misma melodía que nuestras madres y tías. Permite, en definitiva, ya con más años que la Pardo Bazán, creernos críos.

 

Sentirnos críos, porque de muy críos estuvimos juntos, y la evaluación que cada uno hacemos de cada uno de nosotros, con las imperfecciones que la trayectoria vital va anotando queden borradas, nebulosas, atenuadas, agradablemente defectuosas.

 

Y ello conduce a una segunda consecuencia.

 

Todas y cada una de las conclusiones que puedan registrarse en esta etapa ya próxima a noche cerrada en este este grupo de elegidos, se conectan ipso facto a la infancia y la juventud.

 

 Y entonces no sólo cobran sentido, sino que se confirman, afortunadamente. Todos somos cómo éramos, aunque pueda parecer que no. Decía El Quijote que la gente es como la han parido, en una reflexión antropológicamente simplificada, a lo que añadía que las más de las veces, peor.

 

No es extrapolable esta afirmación al asunto que nos ocupa. Los primos son el último reducto que queda intacto, una vez que ya has pasado por todas las fases de una vida adulta. Debe ser por ese hilo, inasible, que nos une.

 

Y por otra razón más.

 

Porque ayer lo comprobé. Con Marisol Vera, con Mari Paz Bernardeau, con mis hermanos Ismael y Ely, primos obviamente de ellas. Incluso lo hallé con los respectivos cónyuges, en cada caso María José, José Antonio y Alfredo, que no son primos stricto sensu, pero que fueron los que me facilitaron, sin querer, el título de esta modesta columna: Sólo los primos comprenden como nadie la locura de tu familia. Es altamente probable.

 

Linkedin: Francisco Martínez Ruiz

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