El futuro laboral
Ayer hice lo que se denomina en mi empresa una 'píldora de formación', que no es más que un curso on line vía linkedin de unos 50 minutos de duración.
El curso aborda la necesidad de actualizarte en tu desempeño profesional para poder adaptarte a los nuevos desafíos que cada vez, con mayor celeridad, nos aguardan.
Pese a que la presentadora del curso manifestaba que no hay que tener miedo al futuro laboral, sí que reconocía que el mercado profesional va a experimentar importantes cambios en los próximos años. Señalaba que los trabajos repetitivos y menos cualificados eran los que presentaban mayor riesgo de desaparecer en favor de trabajos más especializados y de mayor complejidad. Indicaba que los grandes nichos de empleabilidad futura se encontraban en la rama informática (big data, Inteligencia artificial etc) y en la rama sanitaria debido al progresivo envejecimiento de la población.
Así las cosas, el curso animaba a los empleados al reciclaje continuo y a la nueva adquisición de conocimientos.
Más allá del mensaje principal, lo que me hizo pensar, al ser padre de dos hijos universitarios, fue en la empleabilidad del futuro y me tranquilice casi al instante al constatar que mis dos hijos están bien encaminados en sus carreras al cursar, uno en la rama informática y el otro en la rama sanitaria.
Sin embargo, lo que me preocupó fue qué salario van a obtener estos nuevos titulados universitarios.
Hasta hace pocos años, la mayor cualificación profesional implicaba necesariamente un mayor poder adquisitivo, sin embargo, estamos contemplando cómo poco a poco, y pese a algunas encuestas, las tornas se están cambiando.
Hoy día puede cobrar mucho más (y encima, en ocasiones en negro) una persona que ejerza un oficio que un universitario, se busca mucho más un fontanero que un abogado, por la simple razón de que hay menos de los primeros y más de los segundos y el mercado dicta su sentencia.
No sé si las razones de esta gran demanda universitaria existente en España es la falsa creencia de lo contrario o si como algo muy español los universitarios son los antiguos hidalgos que tan bien reflejaba Quevedo en su libro “La vida del Buscón” que estilaban una mendicidad orgullosa fruto de su antigua nobleza.
En efecto, los hidalgos vivían como sus vecinos los plebeyos pero eso sí, con un estatus social mejor pese a su pobreza.
Quién sabe si nuestra sociedad está empujando a nuestros hijos a esa escasez orgullosa por la consideración social o por la creencia real de una mejor vida. Y en esta ecuación es donde entra la inmigración de primera generación que viene a realizar los trabajos considerados más inferiores y que para no quebrantar el orden económico también son los peor pagados.
La sociedad, en efecto, corre hacia una mayor especialización pero lo que aún no sabemos es cómo se va a redistribuir la riqueza entre las distintas ocupaciones laborales.
Lo que sí tengo claro es que, para triunfar en el trabajo que sea, tienes que aspirar a ser de los mejores, para al menos conseguir quedarte en el pelotón de cabeza, porque esos sí, con un poco de suerte, tendrán asegurada una retribución digna que garantice su futuro.
Linkedin: Gabriel Vivancos