
La pandemia de covid de la que yan han trascurrido cinco años supuso un test de estrés sin precedentes para los mercados laborales. En cuestión de semanas, sectores enteros se paralizaron y millones de trabajadores vieron interrumpida su actividad. Ante este shock abrupto, los mecanismos de protección social jugaron un papel crucial. Sin embargo, estos mecanismos protegieron más a quienes tenían empleos estables y dejaron más expuestos a quienes partían de una posición precaria.
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha publicado un estudio en el que analiza con microdatos administrativos de la Muestra Continua de Vidas Laborales que elabora el ministerio de Seguridad Social el grado de cobertura efectiva que ofrecieron los mecanismos de protección laboral durante la pandemia, con especial atención a los jóvenes. El estudio distingue entre dos canales de protección: los ERTEs (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) y el acceso a prestaciones, subsidios o pensiones.
Los resultados muestran una doble penalización para la población joven: no solo fueron los más afectados por la destrucción de empleo, sino también los menos protegidos por el sistema. Tan solo el 37% de los menores de 20 años logró mantener su empleo, frente al 77% de los trabajadores mayores de 50 años. Además, entre quienes perdieron el empleo, apenas un 51% de los jóvenes menores de 20 años recibió algún tipo de cobertura, en contraste con más del 93% de los mayores de 50. Esta brecha no se explica por un trato desigual dentro de los instrumentos, sino por factores estructurales como la elevada temporalidad del empleo juvenil y su concentración en sectores más vulnerables.
El estudio muestra que los dos principales mecanismos de protección -los ERTEs y las prestaciones por desempleo o subsidios- no funcionaron igual. En el caso de los ERTEs, los jóvenes estuvieron menos protegidos en términos generales, pero esto se debe a que tenían contratos más precarios. Cuando se comparan trabajadores con el mismo tipo de contrato y la misma antigüedad, los jóvenes no estuvieron peor protegidos; de hecho, su probabilidad de entrar en un ERTE fue algo mayor.
Menos acceso a prestaciones y subvenciones
Sin embargo, en el caso de las prestaciones por desempleo o subsidios, esa desventaja no desaparece al comparar trabajadores en igualdad de condiciones. Incluso con el mismo contrato y la misma experiencia, los jóvenes tuvieron menos acceso a estas ayudas. Esto sugiere que el propio diseño del sistema penaliza a quienes tienen trayectorias laborales más cortas o inestables -como es habitual entre los jóvenes- y, en cambio, beneficia a quienes han acumulado más cotizaciones, normalmente trabajadores de más edad.
Los autores señalan que, aunque los mecanismos de protección -como los ERTEs o las prestaciones- están diseñados para aplicarse a todos los trabajadores por igual, en la práctica pueden beneficiar más a unos colectivos que a otros. Si el mercado laboral está muy dividido entre empleos estables y precarios, como ocurre en España, estas políticas tienden a proteger mejor a quienes ya estaban en una posición más fuerte, y dejan más desprotegidos a los más vulnerables, como los jóvenes.
En este contexto, la reforma laboral de 2021 que redujo el uso de contratos temporales y fomentó la contratación indefinida, incluso en forma de contratos fijos discontinuos- podría suponer un paso en la dirección correcta. Al dar mayor estabilidad contractual, aumentan las posibilidades de que estos trabajadores accedan a mecanismos de protección en futuras crisis. Sin embargo, los autores advierten que cambiar el tipo de contrato no basta. Si los empleos siguen siendo inestables en la práctica o si los requisitos para acceder a las prestaciones no se adaptan a las trayectorias más frágiles, muchos trabajadores seguirán quedando fuera del sistema de protección, aunque tengan un contrato indefinido.
Los autores del informe son José Ignacio Conde-Ruiz y Jorge Fernández Orellana (de la Universidad Complutense de Madrid y de Fedea), Manu García (Federal Reserve Bank of St. Louis) y Daniel Pérez Gutiérrez (Fedea).