Carpenters: quien tiene una hermana, tiene un tesoro
Desde que mi hermana Cristina me descubrió a The Carpenters, su música se convirtió en un tesoro compartido: ese descubrimiento tuvo algo de revelación, igual que lo que Karen Carpenter representaba para la música de los setenta: una artista que comenzó en la batería, dominando el ritmo con precisión y convirtiéndose poco a poco en la voz cristalina que daría forma a canciones inolvidables. Su sentido del tiempo y la percusión influyó en cómo interpretaba cada nota, en la cadencia de sus armonías y en la forma en que Richard podía confiar plenamente en ella para construir cualquier arreglo.
Este dúo, compuesto por los hermanos Richard y Karen Carpenter, fue un fenómeno musical sin precedentes en Estados Unidos a principios de la década de los setenta. Su pop ligero y suave, de fácil consumo, alcanzaba a una enorme cantidad de público gracias a las melodías, los arreglos de Richard y la maravillosa voz de Karen. Aunque la crítica los tildaba de “ñoños” en su momento, en los noventa, artistas tan alejados de su estilo como The Cranberries, Sheryl Crow, Matthew Sweet, Shonen Knife o Sonic Youth, entre otros, reivindicaron la elegancia de sus composiciones a través del disco If I Were a Carpenter (1994).
La historia de los Carpenters como grupo comienza a mediados de los años sesenta, cuando se trasladan de New Haven (Connecticut) a Downey, California. Allí Karen graba su primer tema, I’ll Be Yours, junto a Richard y al músico Wes Jacobs, formando el Richard Carpenter Trio, dedicado a sonidos de jazz. Ganaron un concurso en el Hollywood Bowl, lo que les permitió obtener un contrato con RCA, aunque sin que llegara a grabarse un disco. Jacobs decidió abandonar para estudiar música, y los hermanos continuaron su búsqueda.
Luego surgió la banda Spectrum, con John Bettis, amigo íntimo de Richard, que tampoco logró trascender. Persistentes, Richard y Karen enviaron demos a diversos sellos hasta que captaron el interés de Herb Alpert, fundador de A&M Records. Su primer LP, Offering, pasó casi desapercibido, pero la chispa llegó con Close to You, de Burt Bacharach y Hal David, que los catapultó al número 1 en 1970, convirtiéndolos en estrellas del mainstream. El álbum homónimo, producido por Jack Daugherty, incluía también We’ve Only Just Begun, que alcanzó el número 2. Y sí, no habían hecho más que empezar.
El éxito continuó con The Carpenters (1971), que contenía For All We Now, Superstar y Rainy Days and Mondays, todos hits comerciales. A Song for You (1972) incluyó Top of the World, número 1 en listas estadounidenses, mientras que Now & Then (1973) trajo Sing, adaptación de la canción de Barrio Sésamo, que se convirtió en otro éxito millonario. Entre 1970 y 1973, la producción de Richard como arreglista y compositor demostró ser impecable: transformaba melodías simples en paisajes sonoros suaves y sofisticados, siempre realzando la voz de Karen y respetando su impecable sentido rítmico.
En términos de cifras, los Carpenters vendieron más de 100 millones de discos en todo el mundo, con álbumes como Close to You superando los 21 millones, Carpenters cerca de 16 millones y A Song for You casi 19,6 millones. Fueron incluidos en el Vocal Group Hall of Fame, recibieron tres Grammy y varias certificaciones Gold y Platinum, consolidando su estatus como uno de los dúos más exitosos de la historia del pop.
Sin embargo, a mediados de los setenta sus carreras se vieron afectadas por problemas personales. Richard entró en rehabilitación debido a la adicción a las drogas, y Karen luchó contra la anorexia, que finalmente la llevó a la muerte el 4 de febrero de 1983, a los 32 años. La tragedia marcó un cierre doloroso, pero su legado permaneció intacto: la voz de Karen seguía siendo un faro para músicos y oyentes, mientras que la visión de Richard como productor y arreglista seguía admirándose en cada nota.
Así como Richard necesitaba la voz y el talento completo de Karen para que su música alcanzara la perfección, Cris me enseñó a coger una hoja de papel y apuntar pros y contras para evaluar cada elección, y me acompañó en momentos decisivos como cuando tuve que elegir mi camino profesional. No era un descubrimiento musical, sino un aprendizaje profundo de la vida, una guía paciente y cercana, que, como Karen con Richard, me ayudó a brillar en mi propio terreno.
Escuchar Close to You o Top of the World hoy es, para mí, un acto de gratitud y memoria. Gratitud por Karen y Richard, que mostraron la perfección en la sencillez; por Cris, que me enseñó a orientarme y a valorar lo esencial; y por la música, que tiene el poder de unir pasado y presente, familia y arte, voz y corazón.
Entre ambos mundos —el personal y el musical— descubrí que los tesoros más grandes no siempre son materiales: muchas el tesoro es quien nos muestra la belleza de lo que escuchamos, lo que sentimos y lo que compartimos.
Linkedin: Rafael García-Purriños