Martes, 30 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEuropa, de gigante económico a gusano militar y estratégico
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Pedro Manuel Hernández López

Europa, de gigante económico a gusano militar y estratégico

 

Mark Eyskens -exprimer ministro belga y economista- dejó una frase que, con el paso del tiempo, se ha convertido en el diagnóstico certero de la vieja Europa: “Un gigante económico, un enano político y un gusano militar”. Europa -otrora el epicentro del mundo- es hoy un continente que consume su propia decadencia, atrapado entre la nostalgia del pasado y la incapacidad de afrontar el presente. La Unión Europea presume de cifras económicas que la sitúan entre las primeras potencias globales, pero esa fortaleza es engañosa porque se diluye en burocracia, en falta de unidad y en una debilidad estructural que la convierte en presa fácil de las directrices geopolíticas que marcan las grandes potencias. Estados Unidos, China, Rusia y el nuevo eje oriental -que incorpora a India, Irán, Pakistán y otros países- juegan con una mayor estrategia política que el viejo continente.

 

Europa es un manido 'mosaico de naciones' que se resisten a renunciar a su plena soberania, pero que, a la vez, delegan en Bruselas un poder que nadie respeta del todo. El resultado es un organismo confuso, lento e ineficaz y, mientras el mundo se reordena a velocidad de vértigo, la UE dedica mucho más tiempo en discutir cuotas agrícolas o subsidios a terceros que a trazar una estrategia geopolítica común frente al agresivo y peligroso expansionismo ruso, el avance tecnológico chino o la influencia creciente de India o Pakistán en el comercio global. La guerra de Ucrania ha puesto al desnudo esta parálisis y Europa ha reaccionado con sanciones que perjudican más a sus propias economías que al Kremlin y ha delegado en Estados Unidos la verdadera defensa militar. Washington decide, la OTAN ejecuta y Bruselas comenta. Europa sigue siendo ese 'enano político' incapaz de liderar, de marcar un rumbo propio y de hablar con una sola voz.

 

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La crisis de identidad se refleja también en lo social. Mientras Asia y Oriente apuestan por la disciplina, la innovación y el crecimiento, Europa vive enredada en debates estériles sobre cuotas de mercado, energías verdes, identidades o batallas culturales que poco tienen que ver con la necesaria supervivencia geopolítica. La demografía es otra herida abierta: el continente envejece, pierde dinamismo y sus jóvenes más brillantes emigran hacia los polos tecnológicos de Estados Unidos o Asia. A ello se suma la grave fractura social que están generando las consentidas, improvisadas y buenísimas políticas migratorias, que lejos de integrar, alimentan guetos y tensiones sociales internas. Europa ha pasado de exportar valores y civilización a importar conflictos y tensiones, incapaz per se, de imponer sus normas propias a quienes llegan -por tierra, mar y aire- a su territorio.

 

Si hay un terreno donde la definición de Eyskens alcanza su máxima crudeza es en lo militar. Europa presume  de ser un gigante económico, pero no invierte en defensa ni desarrolla la capacidad de protegerse a sí misma. Al depender militarmente de la OTAN y, en última instancia, de los Estados Unidos, el viejo continente carece de una eficaz autonomía estratégica, militar y defensiva. Sus ejércitos son testimoniales, los gastos y presupuestos en defensa de las fronteras de los países que la conforman y su estrategia, son ridículos y la coordinación entre sus estados es prácticamente contradictoria o inexistente. Mientras China construye y bota sus ultramodernos portaaviones, Rusia despliega sus misiles nucleares, Irán avanza en su programa de drones de última generación y la India multiplica su presupuesto militar, la vieja Europa organiza cumbres sobre las energías verdes, el cambio climático y celebra su diversidad cultural. El contraste es ya insultante y sobretodo muy peligroso, pues  donde, unos fabrican armas ofensivas de última generación , otros, solo aprueban farragosas resoluciones que nadie respeta.

 

Si Europa como conjunto es débil, España lo es, aún mucho más, dentro de ese marco. El Gobierno de Pedro Sánchez ha reducido el papel de nuestro país a la máxima irrelevancia diplomática. Sánchez presume de liderazgo en Europa, pero lo cierto es, que España no influye ni en la política económica comunitaria ni en la estrategia internacional y militar. Es un convidado de piedra que, cuando intenta levantar la voz, lo hace para hablar a favor de Palestina, en contra de Israel, de Estados Unidos, a favor de Marruecos , de la inmigración irregular o de causas que sirven más a su propaganda interna que a los intereses nacionales. La economía española-- basada  en un turismo barato, en la  creciente deuda pública y en subsidios a ONGs de dudosa o nula utilidad-- aporta muy poco a la fortaleza real de la UE. La política exterior es errática, oportunista y, siempre muy subordinada a las necesidades de un presidente totalmente  obsesionado "con" y "por" su personal supervivencia política y, al dictamen de nuestro vecino reino alaui. La sumisión de Sánchez a Bruselas no le aporta ninguna influencia ni beneficio a España y se reduce a una exclusiva dependencia. España no lidera nada en Europa: ni el debate sobre defensa, ni el futuro energético, ni la revolución tecnológica y ni siquiera el control de sus fronteras frente a la invasión silenciosa del Islam a través de Marruecos y sus oleadas de cayucos y pateras controladas por las mafias. Y mientras tanto, se enfrenta a múltiples y graves problemas internos derivados de  sus modernos "reinos de taifas" --las Comunidades Autonomas-- que la convierten en un país débil dentro de un continente cada vez mas debilitado.

 

Frente a la vieja Europa -debilitada y complaciente- el eje geopolitico oriental avanza implacablemente . China e India ya no solo son las fábricas del mundo, sino las poderosas potencias tecnológicas y militares; Rusia -pese a las sanciones internacionales europeas y americanas- sigue condicionando la seguridad continental a sus delirios imperialistas; Irán se proyecta como el actor clave en Oriente Medio y los países del BRICS amplían su influencia en África y América Latina. Todo esto ocurre y, mientras Occidente discute sobre cuotas de emisiones e inclusiones idiomaticas, Oriente se asegura las minas de litio, el gas, el petróleo y las rutas comerciales del futuro.

 

Europa corre el riesgo de convertirse en un museo de sí misma: rica en historia, arte y patrimonio cultural, pero pobre en visión estratégica defensiva, geopolítica y militar. Un continente que vive del turismo y del recuerdo, mientras el futuro del mundo se decide en Shanghái, Moscú, Pakistan, Deli o  Teherán.

 

La frase de Mark Eyskens no era ni una frase literaria ni una vana advertencia lanzada al viento : era un sombrío y futurible epitafio anticipado. Europa -"gigante económico, enano político y gusano militar"- se desliza hacia una irrelevancia estratégica, económica, geopolítica y militar muy peligrosa, mientras, otros ocupan su lugar. Y España  bajo el frívolo y cicatero liderazgo del presidente Sánchez- no solo no se escapa de esta abismal decadencia, sino que se hunde aún más rápido en ella. O el 'Viejo Continente' despierta y asume su responsabilidad histórica o quedará condenada a ser un mero espectador más de su propia desaparición como un 'actor irrelevante' y un anónimo "figurante" en el gran tablero geopolítico de la  estrategia mundial.

 

Linkedin: Pedro Manuel Hernández López

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