Privacidad como modo de vida: El proxy, el primer muro (2)
1. La historia de Marcos: la falsa sensación de anonimato
Marcos es periodista local. Una mañana recibe una pista sobre un caso de corrupción que implica a una empresa de su región. Antes de empezar a investigar, decide “protegerse” usando un proxy gratuito que encontró en Internet.
Durante unas horas, todo parece funcionar bien: su IP parece venir de otro país y puede acceder a documentos sin restricciones.
Días después, recibe un correo sospechoso y descubre que su conexión no era tan privada como pensaba: el proxy gratuito almacenaba todo su tráfico sin cifrar, incluyendo búsquedas, mensajes y direcciones visitadas.
Su error fue confiar en un intermediario que no conocía.
Y es que un proxy puede ser tu mejor aliado… o tu peor enemigo y espía.
2. Qué es realmente un proxy
Un proxy (del inglés “intermediario”) es un servidor que actúa entre tu dispositivo y el sitio web al que te conectas.
Cuando usas un proxy:
- Tu navegador se conecta al servidor proxy.
- El proxy reenvía la solicitud al sitio web.
- El sitio web ve la IP del proxy, no la tuya.
Desde fuera, parece que todo el tráfico proviene del servidor intermedio.
Ventaja principal: oculta tu dirección IP real ante los sitios web.
Desventaja: si el proxy no cifra la conexión o registra tu tráfico, podría ver todo lo que haces.
3. Tipos de proxies y sus usos
4. Cómo crear tu propio proxy seguro
Si confías en tus propios medios, crear un proxy personal es una buena opción.
Estos son los pasos básicos (sin entrar aún en configuración técnica):
1.- Contrata un servidor VPS de confianza, en una jurisdicción respetuosa con la privacidad (Islandia, Suiza, Finlandia…), a ser posible de modo anónimo.
2.- Instala un proxy ligero, como Squid, Tinyproxy o Shadowsocks. (habla con tu informático)
3.- Activa HTTPS o SOCKS5 para cifrar el tráfico.
4.- Desactiva los registros (logs) para no guardar datos de uso.
5.- Protege el acceso con usuario y contraseña.
De esta forma, solo tú podrás usar el proxy y decidir qué se almacena.
Advertencia: nunca uses proxys públicos aleatorios. La mayoría son creados por desconocidos para espiar tráfico, capturar credenciales o inyectar anuncios.
5. Diferencias entre un proxy y una VPN
Aunque ambos pueden ocultar tu IP, no son lo mismo:
6. Cómo comprobar si tu proxy funciona correctamente
Si decides usar un proxy, verifica que realmente está ocultando tu IP y no filtra datos:
Activa el proxy en tu navegador o sistema operativo.
- Visita https://ipleak.net o https://whatismyipaddress.com – Si ves una IP diferente a la de tu conexión habitual, el proxy está funcionando.
- Revisa si hay fugas DNS o WebRTC
- Para más seguridad, usa una extensión como WebRTC Leak Shield (en Firefox o Brave)
Si tus consultas DNS siguen apuntando a tu proveedor local, el proxy no está protegiéndote del todo.
7. Proxy + otras herramientas: combinaciones útiles
Un proxy puede ser una buena base, pero por sí solo no garantiza privacidad total. Puedes combinarlo con:
- DNS cifrados (DoH o DoT): para ocultar tus consultas a sitios web.
- VPN: para añadir cifrado de extremo a extremo.
- Tor: si necesitas anonimato y resistencia a censura.
Estas capas no se excluyen entre sí; se complementan. La clave está en saber qué nivel de privacidad necesitas en cada contexto.
8. Lo que aprendió Marcos
Marcos entendió que la privacidad no consiste en esconderse, sino en construir confianza capa a capa. Ahora usa un proxy privado en un servidor propio y combina su navegación con una VPN cuando investiga temas delicados.
Su historia recuerda que la privacidad digital no se improvisa: se diseña.
"Un proxy es solo el primer muro. Pero cada muro bien colocado acerca un poco más a la libertad de navegar sin ser observado".
Próximo capítulo: “El eslabón invisible: el DNS”
En la tercera entrega exploraremos cómo las consultas DNS pueden revelar todo lo que haces en línea, y cómo cifrarlas para proteger tus hábitos de navegación.
Linkedin: Aquilino García