El descubrimiento de América
Hace unos días tuve la ocasión de participar en un Foro Iberoamericano sobre inteligencia artificial, celebrado allí donde Cristóbal Colón tocó tierra por primera vez, durante esa fascinante aventura que finalizó en el conocido descubrimiento de América. El objetivo no era tanto hablar de la IA como tecnología capaz de cambiar el mundo, sino de los riesgos asociados a ella. Porque esta tecnología evoluciona a buen ritmo y la sociedad la está incorporando con ilusión. Una interacción hombre-máquina que rebosa felicidad por todos lados.
Pero luego están los riesgos de la IA. Un concepto que no se ve, pero que se puede hacer notar mucho y mal. Hoy quería reflexionar sobre esto. Porque todo lo que avanza en una dirección tiende a generar un problema en otra. Y así paso con aquel descubrimiento, que fue un avance en la cartografía o la navegación, pero que en su momento se llevó consiguió desigualdades sociales y culturales. Es parte de la historia.
Pero no es el único ejemplo. La revolución industrial del siglo XIX es como un espejo de la IA. Más lenta, pero similar. Una transformación del trasporte y la productividad gracias a la mecanización, pero con el correspondiente riesgo de explotación laboral, contaminación o concentración de la economía. Mucho antes, en el siglo XV, la imprenta de Gutenberg, con los grandes avances en educación y ciencia, pero con los consabidos conflictos sociales y religiosos, e incluso guerras, derivado de la democratización de la cultura. Incluso la invención de la dinamita por el sueco Alfred Nobel, que produjo avances en la minería y en la ingeniería, pero que ya ven hasta dónde nos ha llevado este invento.
El caso es que, como reza mi paisano Pérez-Reverte, debemos de aprender de la historia para no cometer los mismos errores. La inteligencia artificial es una de tantas revoluciones que producen avances espectaculares en infinidad de ámbitos, pero que la historia nos recuerda que tenemos que valorar los riesgos de su implementación. Toca hacer un listado de cuáles son esos riesgos, para que no nos lamentemos cuando sea tarde. Pero no crean que es fácil hacer ese listado. Bien lo pude comprobar.
Por ejemplo, juguetes entrenados con IA que interactúan con menores para fines perversos, son un riesgo, obvio. El uso de la IA para suplantación de identidad para los mismos fines, también lo es. O manipular a la población con noticias falsas generadas con IA, otro riesgo importante. Todos de acuerdo. Aquí no hay discusión. Y con esos casos, habrá que ponerse a regular, detectar y penalizar con dureza a quienes desarrollan, distribuyen o utilizan estos sistemas. La culpa será de todos. Pero, utilizar un sistema de IA para seleccionar el mejor curriculum para un puesto de trabajo ¿es un riesgo? ¿Lo sancionamos o lo utilizamos para mejorar la empresa? Ya ven que no es tan fácil. Y como éste, miles de ejemplos. Los que conocemos y los que aún no se han inventado. Démonos prisa en ponernos de acuerdo en definir estos riegos de la IA, para empezar a poner las precauciones no vaya a ser que la liemos. Que no está el horno para bollos.
Linkedin: Juan Luis Pedreño