Viernes, 17 de Octubre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLa nueva revolución empresarial: cuando los viejos modelos mentales ya no sirve
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Valerio García Pérez

La nueva revolución empresarial: cuando los viejos modelos mentales ya no sirve

 

La empresa familiar se enfrenta a un cambio de era. No tecnológico, sino mental. Y solo quienes comprendan que el control ya no es poder, sino adaptación, sobrevivirán a la velocidad del futuro.

 

Durante décadas, el relato del éxito empresarial se sostuvo sobre una imagen mítica: la del empresario que levanta su negocio desde la nada, con esfuerzo y visión. Ese relato fue útil. Inspiró. Movilizó.

 

Pero hoy se ha convertido en una trampa.

 

Porque la verdad es que la empresa ya no es del empresario.

 

Ni del todo, ni para siempre.

 

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La falsa sensación de propiedad

 

Una empresa pertenece tanto a sus acreedores como a sus proveedores; a Hacienda, a los bancos, a los empleados, a los clientes. Todos tienen una parte —visible o invisible— del control real sobre el sistema que sostiene la organización.

 

El empresario, en cambio, conserva algo mucho más valioso que la propiedad: la responsabilidad de dirigir la inteligencia colectiva del sistema.

 

Eso significa entender que el liderazgo ya no se ejerce desde la posesión, sino desde la conexión.

 

Y que lo que realmente hace crecer una empresa no son las órdenes, sino la mentalidad con la que se toman las decisiones.

 

El cambio más rápido de la historia

 

En apenas tres años, la tecnología ha pulverizado los calendarios empresariales.

 

La inteligencia artificial ha pasado de ser una promesa lejana a convertirse en un espejo brutal que refleja el modo en que pensamos, decidimos y gestionamos.

 

Los mercados cambian en días. Los valores de los trabajadores también.

 

La fidelidad ya no se compra con nóminas, sino con propósito.

 

El éxito ya no depende de resistir, sino de re-programar los modelos mentales que rigen la empresa.

 

Las familias empresarias que aún creen que pueden dirigir el futuro con los esquemas del pasado, están librando una guerra que ya perdieron sin saberlo.

 

De la dirección vertical al pensamiento lateral

 

La nueva empresa no crecerá por expansión, sino por conexión.

 

No por control, sino por comprensión.

 

El pensamiento lineal —ese que repite lo que funcionó— ya no basta.

 

Hoy hace falta pensamiento lateral: la capacidad de ver lo que otros no ven, de conectar áreas que antes estaban separadas, de incorporar a la inteligencia artificial como copiloto estratégico, no como amenaza.

 

Porque la IA no sustituye al empresario: lo desnuda.

 

Muestra sus sesgos, sus inercias, su necesidad de control.

 

Y al hacerlo, le ofrece una oportunidad única: reinventarse.

 

Un nuevo contrato mental con la empresa

 

La empresa familiar que entienda este cambio dejará de proteger su estructura como si fuera un castillo, para empezar a tratarla como lo que realmente es: un organismo vivo.

 

Uno que respira, se adapta, aprende y evoluciona con cada decisión.

 

El empresario ya no es el dueño de una maquinaria; es el gestor consciente de un sistema interdependiente, donde cada movimiento afecta al conjunto.

 

De su capacidad para pensar en red dependerá su futuro.

 

El legado del mañana

 

El legado del empresario del siglo XXI no será un patrimonio, sino una mentalidad.

 

No dejará solo una empresa, sino una forma de pensar capaz de evolucionar con el tiempo.

 

El resto —edificios, balances, marcas— se volverá obsoleto tan rápido como los modelos mentales que lo sostienen.

 

Porque la revolución ya ha comenzado.

 

Y esta vez no empieza en los mercados, ni en la tecnología.

 

Empieza dentro de la mente de quien dirige.

 

Linkedin: Valerio García Pérez

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