Martes, 04 de Noviembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNTecnofeudalismo: La mirada de Yanis Varoufakis sobre la decadencia del Imperio
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Aquilino García

Tecnofeudalismo: La mirada de Yanis Varoufakis sobre la decadencia del Imperio

 

En este nuevo orden, tanto los trabajadores precarios como los capitalistas tradicionales se convierten en vassalos de los 'señores de la nube', que controlan el capital en la nube y extraen rentas

 

Roma: El fin del Imperio

 

Crisis, inflación, deudas de financiación de guerras en las provincias del imperio, corrupción, pérdida de cohesión política. El final del Imperio Romano nos marca el camino de todas las caídas de todos los imperios. El viernes el Oro marcaba máximos por encima de 4300$/onza.

 

[Img #10807]A lo largo de la historia, las grandes potencias han invocado la metáfora de la Roma imperial para explicar su decadencia. Al colapso romano contribuyeron factores como la devaluación de la moneda e inflación descontrolada, los enormes gastos militares, la fragmentación del comercio y la pérdida de cohesión política. A mediados del siglo III los emperadores romanos emitieron grandes cantidades de moneda degradada para financiar guerras y lujos, lo que disparó una inflación galopante que sacrificó el poder adquisitivo de la economía romana. Hoy, la economía global ve señales similares: la emisión masiva de deuda y moneda por parte de EE.UU. para sostener el presupuesto federal ha generado presiones inflacionarias y tensiones financieras. Con una deuda nacional que a octubre de 2025 ronda 38 billones de dólares, la solvencia del 'imperio' estadounidense parece sobrepasada.

 

Paralelismos con el colapso de Roma

 

  • Inflación monetaria: Roma diluyó repetidamente el denario, provocando ciclos inflacionarios que erosionaron el valor de los ahorros y los salarios, contribuyendo al desorden económico interno. Análogamente, Estados Unidos ha creado vastas líneas de crédito y fondos de liquidez (QE) para financiar su deuda. Aunque aún no se aprecia una hiperinflación extrema, el desequilibrio fiscal es tal que los riesgos de inestabilidad cambiaria y pérdida de confianza internacional, están hoy sobre la mesa. El implícito déficit estructural del Tesoro (superado el 200 % del PIB federal a medio plazo) recuerda la insostenible expansión monetaria romana.

 

  • Gastos militares insostenibles: El Imperio romano destinaba recursos ingentes a sus legiones y fronteras. Las guerras continuas (guerras civiles y frente con pueblos 'bárbaros') drenaron la riqueza pública. Hoy el paralelo es claro: EE.UU. financia conflictos de gran costo político y económico, como la guerra en Ucrania, donde el Congreso aprobó paquetes de ayuda superiores a 175.000 millones de dólares (con ~128.000 millones en ayuda directa a Kiev, una parte importante diluída en corrupción). A ello se suman las crecientes tensiones con China (especialmente en torno a Taiwán), que mantienen activa la presencia militar estadounidense en Asia. Este complejo militar-industrial moderno, junto con los compromisos de defensa de sus aliados, hinchan los presupuestos armamentísticos –como en Roma tardía– y presionan las cuentas públicas al límite. El interés de que sea la OTAN (Europa principalmente) quien aporte el 5% de su PIB, implica que Donald Trump quiere darle una patada a este tema, arruinando a sus mal llamados socios, súbditos más bien.

 

  • Fragmentación del comercio global: Tras la caída de Roma, las florecientes rutas comerciales panromanas se rompieron, volviendo cada región autosuficiente. En la actualidad, el llamado 'divorcio económico' EE.UU.-China y el auge del proteccionismo están fracturando las cadenas de suministro globales. Términos recientes como 'decoupling' o 'fractura económica' aluden a esta tendencia: Washington y Pekín persiguen desconectar sectores estratégicos para reducir su mutua dependencia, obligando a otros países a adaptarse a un sistema comercial cada vez más bifurcado. En otras palabras, las economías occidentales afrontan un proceso inverso a la globalización previa, parecido a la fragmentación regional posterior al Imperio Romano.

 

  • Dependencia y 'vasallaje' de aliados: En la etapa final de Roma muchas provincias y pueblos aliados perdieron autonomía frente a invasores. Hoy Europa y Japón actúan, en buena medida, como satélites dependientes de EE.UU. Los propios líderes europeos reconocen su subordinación: tras recientes cumbres de la OTAN se ha enfatizado que la política exterior de la UE se ha mostrado 'más como fieles vasallos de Washington que como aliados'. Los países de la UE asumieron sumisamente los nuevos objetivos de gasto militar impuestos por Washington (5 % del PIB) a cambio de una vaga promesa de protección. Japón, por su parte, sigue dependiendo de la cobertura militar estadounidense y de la tecnología importada para su seguridad y desarrollo. Este vasallaje moderno reproduce la asimetría centro-periferia: las 'naciones-clientes' de EE.UU. renuncian a parte de su autonomía política y militar a cambio de las garantías formales de la alianza, muy al estilo de los Estados feudales tardorromanos bajo protectorado extranjero.

 

Tecnofeudalismo: el capitalismo posmoderno

 

Yanis Varoufakis ha sintetizado estas transformaciones en la tesis del tecnofeudalismo, una hipótesis sobre la 'muerte' del capitalismo clásico y el advenimiento de un sistema económico basado en plataformas digitales. Según él, la revolución tecnológica de los últimos veinte años ha mutado el capital en lo que llama 'capital en la nube': los algoritmos, servidores y redes de internet concentran poder sin precedentes. Los dos pilares del capitalismo tradicional –los mercados libres y la búsqueda de beneficio– han sido desplazados: ahora 'los mercados han sido sustituidos por plataformas de comercio digitales que parecen mercados pero no lo son, auténticos feudos de las big tech' y 'el beneficio, el motor del capitalismo, ha sido sustituido por su predecesor feudal, la renta'. En este esquema poscapitalista el capital en la nube pertenece a unos pocos (las grandes tecnológicas), mientras que la mayoría de la población funciona como su fuerza de trabajo gratuita: los usuarios proveen datos, contenidos y atención sin remuneración, enriqueciendo a los dueños de la nube. En palabras de Varoufakis, 'los nuevos señores feudales son los propietarios del capital en la nube, y los demás hemos vuelto a ser siervos, como en el medievo'

 

A continuación se explican algunos conceptos clave del tecnofeudalismo y sus semejanzas con el feudalismo medieval:

 

  • Capital en la nube: Se refiere al conjunto de infraestructuras digitales (centros de datos, software inteligente, redes globales) y al contenido generado por los usuarios, que en conjunto producen valor sin necesidad de trabajo asalariado tradicional. Es 'futurista y distópico' porque reproduce la función de un señor feudal moderno: controla los recursos digitales y la información (ya no campos o fábricas) a nivel planetario.

 

  • Renta de la nube (renta digital): Es el canon o peaje que deben pagar usuarios, empresas o desarrolladores para usar las plataformas digitales. En lugar de obtener beneficio por bienes vendibles, las big tech se financian mediante comisiones y cuotas de acceso –equivalentes a rentas feudales–. Varoufakis lo ejemplifica como un 'nuevo feudo' donde los programadores o vendedores deben pagar un alquiler digital por estar en la plataforma. Así, un desarrollador que publica una app en una tienda virtual, o un comerciante en un marketplace, deben ceder parte de sus ingresos a los 'señores de la nube', de manera análoga a los siervos que pagaban renta a los terratenientes medievales.

 

  • Tecnoestructura: Término acuñado por el economista John Kenneth Galbraith para describir la élite técnico-burocrática que planificó la economía de guerra de los años 40-50 en EE.UU.. Galbraith mostró cómo, bajo Roosevelt, el Gobierno coordinó la producción y fijó precios (mediante un rol clave de Galbraith en la fijación de precios para controlar la inflación). Esta 'tecnoestructura' industrial mantenía a flote el capitalismo posbélico, garantizando crecimiento bajo supervisión técnica. En el contexto actual, las grandes corporaciones digitales han heredado ese papel centralizador: sus 'tecnolords' configuran el tráfico de información y bienes digitales, actuando como una nueva capa de poder, aunque ya no como mercado capitalista sino como feudo tecnológico. Varoufakis compara directamente a Amazon con un señor feudal moderno: Jeff Bezos concede a los vendedores 'feudos digitales' basados en la nube a cambio de comisiones, y permite que un algoritmo actúe como 'shérif' vigilante que cobra esas cuotas. Lo mismo sucede con Alibaba en China: ambos arquetipos de tecnofeudalismo repiten el modelo del señor y el siervo del medievo, pero aplicado a datos y algoritmos.

 

Esta convergencia de plataformas de datos y relaciones de vasallaje digital recuerda la transición histórica del Imperio romano al feudalismo. Tras el colapso de Roma, las tierras fueron fragmentadas en feudos locales, los campesinos se convirtieron en siervos que pagaban rentas a pequeños señores, y el poder se descentralizó. Hoy, tras la erosión de los mecanismos clásicos del capitalismo global, emerge un orden poscapitalista en el que el valor se acumula en la nube y la mayoría de las personas dependen de estas 'estructuras digitales' para su subsistencia. En lugar de abolir la dependencia y la jerarquía, la tecnología la ha refinado: millones participan voluntariamente en comunidades online, pero lo hacen para generar valor –opiniones, fotos, datos– que el capital digital retiene. En suma, el sistema que está reemplazando al orden liberal actual tiene más de feudal que de capitalista. Como concluye Varoufakis, en la era de la red 'todos hemos vuelto a ser siervos de la nube dispuestos a trabajar gratis para reproducir el capital en beneficio de unos pocos'.

 

Conclusión: del vacío imperial al tecnofeudalismo. ¿El fin de los estados en favor de las Grandes Corporaciones en la nube?

 

El viejo orden occidental liderado por EE.UU., sostenido en mercados abiertos y un equilibrio de poder global, está atravesando una severa crisis interna. La combinación de deuda desbocada, guerras millonarias (Ucrania, pacificación de Medio Oriente) y tensiones con nuevas potencias (China) ha agotado los mecanismos clásicos del 'imperio'. En ese vacío asoma un nuevo paradigma: el tecnofeudalismo, donde la autoridad económica reside en plataformas digitales transnacionales y el ingreso proviene de rentas tecnológicas. Este 'sigiloso sucesor' del capitalismo convierte en señores feudales a quienes poseen el capital en la nube, mientras el resto de la sociedad participa como vasallos digitales. De cara al futuro, el desafío es comprender este cambio estructural: hemos dejado atrás la era en que un Estado-nación hegemónico podía sostener el sistema global. En su lugar surge un orden poscapitalista digital regido por algorítmos y rentas en la nube, que rellena el espacio dejado por el ocaso del antiguo imperio. Entender el mundo así es imprescindible para intentar controlar –por primera vez– nuestro destino colectivo en esta nueva era tecnofeudal.

 

Linkedin: Aquilino García

 

 

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