Lunes, 10 de Noviembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl sol y la luna
  • Buscar
Gabriel Vivancos

El sol y la luna

 

Tengo que reconocer que a mí no me gusta Halloween, soy de otra generación que ha vivido la víspera de Todos los Santos desde otra tradición.

 

Cuando mis hijos eran pequeños frente a la influencia inevitable de las nuevas costumbres yo me esforzaba por mantener nuestra tradición española de los huesos de santo, los buñuelos y la vela encendida junto a las fotografías de los seres queridos ausentes.

 

Sin embargo, y pese a que nuestro día de todos los santos aguanta el terrible envite mediático anglosajón, siento que la influencia de la tradición importada es cada vez más fuerte.

 

Así lo pensé cuando la víspera de todos los santos fui a visitar a mi madre. En las calles había cientos de personas (entre niños y jóvenes) vestidas de monstruitos, cadáveres y asesinados, aunque alguno también vi, quizá fuera de contexto, simplemente disfrazado con atuendos que nada tienen que ver con ese día.

 

A mí la verdad es que el ambiente que se genera con esa temática no es de mi agrado, pero allí estaba yo atravesando la Plaza de Santo Domingo y paseando por Alfonso X rodeado de muertos vivientes y seres malignos.

 

Sin embargo, cuando mi desasosiego estaba incrementándose oí, al principio a lo lejos, una dulce melodía que después, sin lugar a dudas identifiqué como la canción de Simon y Garfunkel 'The Sound of Silence' ('Los sonidos del silencio') aunque mi mente, quizá por aquel ambiente, la tradujo por 'El Padre Nuestro'.

 

Un artista callejero con su flauta de cañas de bambú la estaba interpretando mientras los disfrazados lo ignoraban. Para mí fue un momento simbólico en el que la luz prevalecía sobre la oscuridad a pesar de todo.

 

Entonces vino a mi mente la bonita leyenda del sol y la luna. Según los antiguos griegos, el sol y la luna eran dos jóvenes enamorados cuyo amor era perfecto. Disfrutaban juntos, se respetaban y se querían más que a ellos mismos. La diosa del amor Afrodita, celosa de aquella relación casi divina, intentó seducir al joven, pero al no conseguirlo transformó a él en el sol y a ella en la luna y para que no se vieran ordenó que el sol iluminaría el día y la luna la noche.

 

Pero como los jóvenes seguían amándose aún en la distancia, el gran padre Zeus se compadeció de los enamorados y les concedió una forma de estar juntos. Creó los eclipses para que la luna y el sol, aunque muy de vez en cuando, pudieran abrazarse por unos instantes. La ilusión del reencuentro, aún hoy, los hace mantenerse erguidos para toda la eternidad y así, los humanos podemos sobrevivir gracias al amor de ambos que nos ilumina en el día y en la noche.

 

[Img #10870]

 

                       

Esta bonita leyenda me transportó a un ambiente muy distinto del que aparentemente, aunque en forma de broma, se quería recrear.

 

Me reforcé en mi convicción de que todos los seres humanos llevamos el bien dentro de nosotros aunque en algunos, sin saber cómo ni por qué, se trunca, a veces para siempre. Me gustaría pensar que el amor y el bien siempre vencen, pero quizá haya que esperar a la otra vida para atestiguarlo.

 

Lo que sí sé es que tras visitar a mi madre volví a salir a la calle e incluso salí a cenar con mi pareja y unos amigos pero para entonces aquellos monstruos ya no eran tales sino gente, que como yo, trataba de pasarlo bien.          

 

Linkedin: Gabriel Vivancos

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.