Viernes, 05 de Diciembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLeft in Peace: el abrazo que unió a todos los pueblos de tradición céltica
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Rafael García-Purriños

Left in Peace: el abrazo que unió a todos los pueblos de tradición céltica

 

En 1993, en la ciudad bretona de Quimper, el guitarrista y cantautor Dan Ar Braz, junto al productor Jacques Bernard, reunieron a músicos de Bretaña, Irlanda, Escocia, Gales y Galicia en un escenario, con un propósito tan simple como extraordinario: celebrar la herencia compartida de sus pueblos. Lo que iba a ser un concierto puntual se transformó en una reunión itinerante que, durante casi una década, unió a miles de personas en estadios, festivales y conciertos inolvidables. Y llevó estos sonidos tradicionales a un público mucho más amplio.

 

La magia de L’Héritage des Celtes residía en la diversidad. Cada músico aportaba lo mejor de su tierra: la fuerza ancestral de las gaitas, tambores y bombardas de la agrupación bretona Bagad Kemper; la guitarra de Dan Ar Braz, entre la modernidad y la tradición; el virtuosismo del gaitero y flautista gallego Carlos Núñez; la sensibilidad de cantautores como Gilles Servat y Yann-Fañch Kemener; y, sobre todo, las voces que iluminaban el proyecto: la elegancia de Karen Matheson, de la banda escocesa Capercaillie, y la dulzura de la galesa Elaine Morgan. Esta reunión alcanzó su máxima expresión con Left in Peace, la canción que se elevó desde la intimidad de un homenaje personal para convertirse en todo un himno de fraternidad céltica, además de una de las canciones más bellas y emocionantes que se han escrito.

 

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Left in Peace nació como homenaje de despedida a Frankie Kennedy, flautista del grupo irlandés Altan, fallecido prematuramente en 1994. Pero Dan Ar Braz no se limitó a crear un lamento fúnebre: construyó un puente que conectaba raíces y memorias con el futuro y el orgullo común.

 

La canción comienza con delicadeza, con Karen y Elaine entrelazando sus voces, acariciando la melodía casi en susurros. Poco a poco, los instrumentos se suman, y llega el momento en que Bagad Kemper entra con todo su poder: gaitas, bombardas y tambores que resuenan como un viento ancestral que surge de la niebla, recorriendo costas, bosques, colinas y ríos de todas las tierras célticas. Si en ese instante no se te pone la carne de gallina, es que no corre sangre por tus venas. La canción se transforma: deja de ser solo duelo personal para representar el dolor de muchos, la nostalgia de toda una comunidad, la esperanza de una cultura viva.

 

El proyecto fue llevado a Eurovision en 1996. Francia decidió enviar a L’Héritage des Celtes con la canción 'Diwanit Bugale' ('enseñad a los niños'), íntegramente en bretón. No fue solo enviar una canción, sino un mensaje: enseñar a los niños a escuchar sus raíces, a sentir su herencia y a reconocer que la música puede unir culturas y generaciones.

 

Debido a las estrictas reglas del festival, solo pudieron subir al escenario seis músicos de entre las decenas que componían la formación original, incluyendo a Dan Ar Braz, Karen Matheson y Elaine Morgan. De todas formas, la cosa no iba en realidad de competir ni de ganar. Dijo Dan Ar Braz: “Nunca se canta para ganar, sino para expresar emociones.” Y, en esa breve actuación, que alcanzó un modesto decimonoveno puesto, esas emociones traspasaron la pantalla. Y difundieron la música inspirada en la tradición celta que, durante unos años, se acercó incluso a posiciones altas en las listas de éxitos de toda Europa.

 

Cada interpretación en directo de Left in Peace es un acto de emoción colectiva. Bagad Kemper, con su maestría, consiguen que escuchemos cada nota de gaita y cada golpe de tambor como un latido compartido. La canción va creciendo desde lo íntimo hasta lo épico, arrastrando al público en una experiencia que combina nostalgia, orgullo, pérdida y esperanza. Convierte la memoria en fuerza viva y la tradición en abrazo, uniendo los corazones de quienes escuchan y de quienes interpretan, de los presentes, y de los que ya no están.

 

El proyecto no solo recuperó melodías antiguas: las reinventó, mostrando que la tradición celta podía hablar un lenguaje universal. Los conciertos, los discos y las colaboraciones dejaron un legado imborrable, y Left in Peace permanece como su testamento más emotivo: una canción que recuerda que la música es comunión, memoria y esperanza.

 

Al escucharla, la belleza de las voces, el viento de las gaitas, la fuerza de los tambores y el bodhrán y la profundidad de las guitarras, arpas, mandolinas y violines nos narran historias de amistad, de pérdida y de herencia. Left in Peace es un abrazo enorme que trasciende territorios, un canto a la unión de los pueblos, un recordatorio de que la música puede recoger raíces, sueños y memorias, y convertirlos en un acto de comunión colectiva, bello y emocionante.

 

Con L’Héritage des Celtes, Dan Ar Braz no inventó la música céltica, pero la devolvió al mundo fresca, palpitante, viva, universal. Left in Peace sigue siendo un abrazo eterno, un puente entre culturas, un himno a la fraternidad y al poder de la música para mover los cuerpos y conectar las almas.

 

Linkedin: Rafael García-Purriños

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