IA en urbanismo
La profesión de la arquitectura, como casi todas las cosas, está en un momento de cambio radical. Los métodos de construcción antiguos de hormigón armado, bloques de hormigón, yeso y mortero, están siendo rápidamente abandonados por otros más rápidos, eficientes y baratos. En las obras recientes de mi estudio, tendemos cada vez más hacia la prefabricación, donde la vivienda se construye en un lugar controlado de temperatura y humedad, lejos de su ubicación final, en piezas que caben encima de un camión grúa, para ser atornillados o soldados en su configuración final in situ, en una fracción del tiempo que requiere la construcción estándar. Este proceso lo seguimos no porque nos parece más chachi, sino porque supone un ahorro importante de tiempo y sobre todo de coste, para el cliente final.
No es sólo en la técnica de construcción donde vemos un cambio radical. La Inteligencia Artificial (IA) se está aplicando a marchas forzadas al proceso de diseño en la arquitectura, y especialmente en el urbanismo.
El año pasado estuve involucrado en un proyecto de urbanismo, en una parcela de 10.000 metros cuadrados con vistas a Aso Rock, en la capital de Nigeria, Abuja. Es una parcela excelente, en ladera, en altura sobre la ciudad, con forma de pistola. Excelente, pero a su vez complejísimo de ordenar. De allí que decidimos aplicar sistemas generativos de IA para llegar a un desarrollo óptimo de vistas sobre la roca, luz natural, exposición al sol, y una larga lista de parámetros configurables y con resultados casi en tiempo real.
Escogimos un servicio en la nube que entonces era independiente y que ahora pertenece a Google. Metimos los datos básicos de la parcela, añadimos el lugar geográfico, unos parámetros de soleamiento y sombreado (en los trópicos nos queremos esconder del sol directo), unas ratios de tipologías de vivienda con diferentes metros cuadrados construidos (en Nigeria se tiende aún a viviendas muy grandes), de mezclas de usos (residencial, recreativo), rendimiento energético y finalmente, de rentabilidad.
El sistema que escogimos digiere los costes típicos de construcción, así como los rendimientos típicos de venta de las diferentes tipologías para generar un resultado óptimo. Por cada iteración, devuelve tres resultados. Y después de cada iteración, podemos cambiar un parámetro, y el sistema nos devuelve otras tres opciones, ajustadas a las necesidades que afinamos en cada paso. De modo que una vez metidos los parámetros iniciales, podemos estar valorando decenas de opciones de diseño, para cada vez tunearlas y obtener un resultado óptimo.
Hay que entender que yo empecé mi carrera en la arquitectura con lápiz, con rotring, escalímetro, papel vegetal, y cuchillo de afeitar para raspar errores de la hoja. Trabajando en una mesa enorme, ajustable en altura y ángulo, con paralex, flexo, compás y escuadra ¡Y con plantilla de Letraset!
Las decisiones en el proceso del diseño eran intelectuales e intuitivas a la vez, y cada decisión daba poco lugar a su revisión en pasos siguientes. Sobre todo, el proceso era lento.
Ahora, ajustamos los parámetros siete veces en una hora, y recibimos una nueva configuración cada vez, respondiendo a nuestras necesidades. Los sistemas generativos no necesitan descansar para tomar café, ni se quejan cuando le pedimos aún más variantes. Pueden trabajar las 24 horas sin problema. Y cuanto más trabajan, más aprenden y más saben.