El demonio Titivillus
Hace dos semanas visité con mi pareja el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas en Burgos. Todo un hallazgo por su historia y por su arquitectura cisterciense.
En aquel magnífico monasterio, descanso de las abadesas de sangre real, nuestra guía se detuvo ante una tabla datada del año 1485 en el que aparece a la derecha, sobre el manto de la Virgen de la Misericordia, un diablo con unos libros a la espalda. Según nos contó la guía aquella figura con garras en vez de pies es el demonio Titivillus.
Este demonio fue muy famoso durante la baja Edad Media y se creía que había sido enviado por Satanás o Lucifer para provocar los errores ortográficos y borrones de los pobres frailes escribas, los cuales pasaban horas interminables en los scriptorium, con poca luz, pero con mucha humedad y frío.
Tanta fama adquirió este hijo de Satanás que cualquier error cometido por los escribas era achacado a Titivillus.
No quedaban ahí sus andanzas, también se le responsabilizaba de las pequeñas faltas que los frailes, en su hacer cotidiano, podían cometer, como no levantarse a maitines, darse a la murmuración o incluso el tartamudeo durante la homilía.
Se suponía que cuando San Miguel pesara el alma del difunto en la balanza, aparecería Titivillus para colocar en el otro lado todas estas pequeñas faltas que decantarían el peso a su favor llevándose el alma al infierno.
La gran victoria de este pequeño gran diablo se produjo con ocasión de 'La biblia maldita' cuando el rey Carlos I de Inglaterra, en el siglo XVII ordenó a la más prestigiosa casa de impresores reales la edición de una biblia. Finalizada la misma, la población corrió a comprarla pero nadie contaba con Titivillus, el cual provocó, según cuenta la tradición, dos errores sonados.
El primer error consistió en sustituir la palabra 'grandeza' (en inglés 'greatness') por la palabra 'great-asse' (gran asno), con lo que la traducción quedó en: “El Señor nos ha mostrado su gloria y su gran asno”.
Pero sin duda, la gran victoria de Titivillus fue cuando omitió la palabra 'no' en la frase 'hou fhalt commit adultery', con lo que el sexto mandamiento quedó redactado como: “cometerás adulterio” y ya se sabe, si la biblia lo dice…
Ni que decir tiene que el rey ordenó quemar en la hoguera toda la edición, retirando la licencia a los impresores, los cuales tras pasar una gran temporada en la cárcel por deudas, fallecieron en la más absoluta indigencia.
![[Img #11333]](https://elnuevodigitalmurcia.es/upload/images/12_2025/5173_gabriel.jpg)
Pero si ustedes piensan que Titivillus ya no actúa se equivocan, está más activo que nunca, jamás había tenido tanto trabajo, ahora, eso sí, está más calentito. Atrás quedaron las salas heladas y húmedas de los monasterios, ahora está mucho más cómodo en nuestros despachos y oficinas. Ha sustituido la falta de luz por los correctores ortográficos y gramaticales y los libros por ordenadores y teléfonos móviles ¿quién si no, cree usted, que es el responsable de los errores del WhatsApp o del Word?
Así que cuidado, que anda acechando aunque no lo vea, porque está claro que no le gusta ser visto, sólo así se explica que en la fotografía que tomé para este artículo, curiosamente salga difuminada su figura (Les aseguro que cuando la eché la comprobé y salía muy bien).
He repasado este artículo más que cualquier otro, porque estoy seguro que siendo él el protagonista habrá querido hacer de las suyas…¿Lo habrá conseguido?
Linkedin: Gabriel Vivancos




