Viernes, 26 de Diciembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNQué bello es vivir. Un WhatsApp, una tradición navideña y un mensaje de esperanza
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Aquilino García

Qué bello es vivir. Un WhatsApp, una tradición navideña y un mensaje de esperanza

 

Me salgo hoy de la tecnología, para expresar, una Navidad con muchos problemas. Hace unos días, un amigo me envió un mensaje de WhatsApp recordándome una película que he visto decenas de veces: Qué bello es vivir, originalmente It’s a Wonderful Life de Frank Capra. Con Capra los héroes son humanos, casi frágiles, como George Bailey.

 

Cuando era niño, existían un grupo de películas que veíamos todos, normalmente en la película de sobremesa. Mujercitas, Mary Popins, Qué bello es vivir, Casablanca. Eran los tiempos de un solo canal (TVE1) y, a ratos, un segundo canal (TVE2).

 

Busqué el título en las principales plataformas digitales y lo encontré en Prime y la visioné el 25 de diciembre de 2025, día de Navidad. Siempre que revisito la cinta saco nuevas conclusiones y, sin faltar, derramo una lágrima cuando George Bailey corre por Bedford Falls ritando y buscando a Clarence, porque ha descubierto que quiere vivir: "Quiero volver a vivir!"

 

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Con el paso de los años, la película se ha convertido en un antídoto eficaz que deberían mostrar a nuestros adolescentes, a nuestros niños. La película defienda valores que han quedado fuera del radar social, pero qon un muro contra los problemas: La Familia y los amigos, y son un recordatorio de que nuestra vida, por muy miserables que parezcan nuestros problemas, siempre influye en las personas que nos rodean, dejando una huella indeleble.

 

Orígenes y producción de la película

 

Como cinéfilo, busqué hace años los orígenes de la historia. La historia de It’s a Wonderful Life se remonta a un cuento breve. En 1938, el escritor e historiador Philip Van Doren Stern tuvo una idea completa para una historia "mientras se afeitaba". Tras varias reescrituras y rechazos editoriales, Stern decidió autopublicar la narración en 1943 como una tarjeta navideña; imprimió 200 ejemplares y los envió a familiares y amigos.

 

Uno de esos ejemplares llegó a RKO Pictures, que compró los derechos por 10,000 dólares  Tras varios borradores, al menos cinco, dos equipos de guionistas y la venta del proyecto a la productora Liberty Films de Frank Capra, la película se estrenó en 1946.

 

La película se basa libremente en ese relato titulado The Greatest Gift y fue producida y dirigida por Frank Capra. El reparto estaba encabezado por James Stewart como George Bailey y Donna Reed como Mary.

 

El guion final se acredita a Frances Goodrich, Albert Hackett y al propio Capra. La película dura aproximadamente 130 minutos que merece la pena ver y volver a ver año tras año.

 

Frank Capra: del niño inmigrante al defensor del “hombre común”

 

Francesco Rosario Capra nació en Sicilia en 1897 y emigró con su familia a Estados Unidos en 1903. Durante los años de la Gran Depresión, Capra se convirtió en uno de los cineastas más influyentes del país y ganó tres premios de la Academia al mejor director. Sus películas se caracterizan por retratar a hombres y mujeres ordinarios que, mediante su honestidad y valor cívico, desafían a figuras poderosas para defender el bien común. Algo perfectamente reflejado en It’s a wonderful life.

 

El American Film Institute (AFI) señala que Capra, emigrante que nunca perdió el “contacto con la gente”, se convirtió en el mayor “campeón del estadounidense ordinario”. En los años treinta, títulos como Mr. Deeds Goes to Town o Mr. Smith Goes to Washington dieron esperanza a los espectadores al reflejar sus miedos y aspiraciones durante la Depresión.

 

Durante la Segunda Guerra Mundial, Capra dejó su carrera en Hollywood para dirigir la serie documental “Why We Fight”, que explicaba al público estadounidense la naturaleza del conflicto. Winston Churchill elogió la serie como una de las declaraciones más poderosas contra el nazismo. Tras su servicio militar, Capra regresó a Hollywood y realizó It’s a Wonderful Life, que el AFI describe como una afirmación conmovedora de su fe en el hombre común.

 

Capra, que no concibió la película como una cinta navideña, sino como un examen de “la fe del individuo en sí mismo”; la consideró su obra más fuerte, ya que resumía todo lo que había intentado decir en sus películas.

 

La sociedad estadounidense de 1946

 

La posguerra estadounidense fue un periodo de transición y contradicciones. La Biblioteca del Congreso señala que la entrada en la Segunda Guerra Mundial provocó cambios masivos: millones de hombres y mujeres se movilizaron y la industria se volcó en la producción bélica. Al terminar el conflicto, Estados Unidos era económicamente la nación más fuerte, lo que permitió un nivel de prosperidad sin precedentes. Políticas públicas como la Ley GI ofrecieron ayuda financiera a veteranos para asistir a la universidad, comprar casas y fundar negocios, generando una enorme expansión de la clase media y el fenómeno conocido como “baby boom”.

 

La alegría de la victoria se vio pronto empañada por la emergente Guerra Fría y por tensiones internas derivadas de la creciente paranoia anticomunista. Este contexto de optimismo y ansiedad coexistentes es fundamental para comprender la recepción inicial de la película.

 

Resumen y análisis de la película; Un viaje a través de la vida de George Bailey

 

La cinta comienza en Nochebuena: George Bailey, gerente de un pequeño banco en Bedford Falls, contempla el suicidio.

 

Mientras las oraciones por él llegan al cielo, el ángel de segunda clase Clarence Oddbody es enviado a ayudarle. Antes de intervenir, Clarence revisa la vida de George: vemos cómo, desde niño, se sacrifica por los demás, renunciando a sus sueños de viajar para llevar el negocio familiar y construir vivienda asequible para sus vecinos. Este altruismo despierta la enemistad del banquero Henry F. Potter, símbolo de la codicia capitalista.

 

Cuando el excéntrico tío Billy pierde un depósito de 8 000$, George enfrenta la ruina y la cárcel. Desesperado, acude a un puente dispuesto a acabar con su vida. En ese momento aparece Clarence, quien se lanza al río para obligar a George a rescatarlo. Después, el ángel le muestra una realidad alterna en la que George no nació: Bedford Falls se convierte en “Pottersville”, un lugar oscuro y corrupto; su hermano Harry muere en la infancia; su esposa Mary vive como solterona y su madre está sumida en la tristeza.

 

Clarence le recuerda que “cada vida toca tantas otras vidas” y que la ausencia de un individuo deja “un hueco terrible”. Conmovido, George suplica volver a su vida. Despierta de nuevo en la realidad, corre por el pueblo y abraza a su familia, feliz de estar vivo. Sus vecinos se unen y aportan dinero para cubrir el déficit, demostrando que la solidaridad comunitaria es más valiosa que cualquier seguro.

 

Temas oscuros bajo apariencia sentimental

 

Aunque la película culmina con un final feliz, su tono es más sombrío de lo que muchos espectadores recuerdan. El Smithsonian señala que Capra incorpora episodios históricos (el telegrama anunciando la muerte del hijo del farmacéutico Sr. Gower en la pandemia de 1918 y la escena de una corrida bancaria durante la Gran Depresión) para conectar con un público que acababa de salir de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial.

 

La oferta de acciones ilegales para fabricar plásticos de soja refleja la búsqueda de soluciones económicas en los años treinta. Las escenas de la banca de ahorros contrastan la calma de George con el pánico de los ahorradores, evidenciando la fragilidad del sistema financiero.

 

El villano Potter encarna la avaricia del poder corporativo que muchos culpaban por la crisis del 29; Capra lo retrata como “el monstruo supremo” cuya codicia amenaza a toda la comunidad.

 

La dimensión psicológica y la prevención del suicidio

 

La obra adquiere una resonancia especial en el ámbito de la salud mental. Un artículo de la American Foundation for Suicide Prevention señala que la película presenta un final alternativo a lo que podría haber sido un desenlace trágico; George se hunde en la desesperación por un colapso financiero, situación que afecta su capacidad de resolver problemas.

 

Para él, el suicidio parece la única salida porque su única “riqueza” es su póliza de seguro. Sin embargo, gracias a Clarence, George descubre el valor de su existencia, recupera el deseo de vivir y regresa a su familia.

 

La AFSP recuerda que las personas en crisis pueden perder perspectiva y no ver salida a sus problemas. La película enseña que ninguna vida es insignificante y que pedir ayuda puede salvarnos. La frase de Clarence: “Cada hombre toca tantas otras vidas. Cuando no está, deja un hueco terrible”, resume el poder de la conexión humana.

 

Este mensaje, junto con el final catártico en el que la comunidad se une para ayudar a George, convierte a It’s a Wonderful Life en un recordatorio anual de que no estamos solos y de que el apoyo mutuo puede revertir los pensamientos más oscuros.

 

Interpretaciones de la depresión y la masculinidad

 

La película explora el peso de las expectativas sociales, la ansiedad y la depresión. En una época de estoicismo masculino donde la salud mental apenas se debatía, la interpretación de James Stewart resulta vulnerable y sincera: en una de las escenas, George reza y se rompe en llanto; el actor confesó años después que sus lágrimas eran reales.

 

Como veterano recién regresado de la guerra, Stewart también aportaba sus propias cicatrices psicológicas. La película encuentra hoy mayor apreciación precisamente por su honestidad emocional y por retratar la importancia de pedir ayuda.

 

Recepción inicial y conversión en clásico navideño

 

Cuando se estrenó en diciembre de 1946, It’s a Wonderful Life fracasó en taquilla. El público de posguerra buscaba comedias ligeras y la película, pese a algunas críticas favorables, no cumplió esas expectativas.

 

La National Endowment for the Arts recuerda que la cinta fue un fracaso comercial y que los críticos se mostraron tibios. Aun así, obtuvo cinco nominaciones a los premios Óscar (mejor película, director, actor, sonido y montaje).

 

El tiempo le daría la razón a Capra. En 1974, por un descuido administrativo, la película cayó en dominio público, lo que permitió que las cadenas de televisión la emitieran sin pagar derechos. Estas emisiones continuas en temporada navideña convirtieron la cinta en un ritual familiar; nombres y frases de la película se hicieron comunes en la cultura popular. Con el paso de los años, Capra defendió su obra favorita frente a críticas por exceso de sentimentalismo y la BBC recoge sus palabras: “Creo que fue probablemente la película más fuerte que he hecho”.

 

Actualmente, el filme forma parte del Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso, que preserva obras cultural, histórica o estéticamente significativas. Ha sido reconocida en múltiples listas del AFI y otros organismos como una de las películas más inspiradoras de la historia del cine.

 

Reflexiones finales: por qué sigue siendo un antídoto contra el suicidio

 

Cada vez que vuelvo a ver It’s a Wonderful Life descubro detalles nuevos. En este visionado navideño, me llamaron la atención la oscuridad subyacente de la historia, las referencias a la pandemia de 1918 y a la Gran Depresión, y el realismo con el que se retrata la desesperación de George.

 

Pero, por encima de todo, la película me recordó, otra vez más, que nuestras acciones cotidianas tienen repercusiones incalculables.

 

Capra nos muestra que la bondad y el sacrificio, por modestos que parezcan, pueden transformar la vida de una comunidad entera.

 

La escena en que George corre por Bedford Falls gritando “¡Feliz Navidad, Bedford Falls!” es el momento en el que comprende la extraordinaria red de afectos y deudas de gratitud que ha tejido. Ver ese estallido de alegría y alivio, con los ojos llorosos, me convence de que esta película es un potente antídoto contra la desesperanza: nos enseña que, incluso en los peores momentos, podemos encontrar sentido en la conexión con los demás.

 

Así que, cuando un amigo te mande un mensaje recordándote esta película, acepta la invitación. Cada visionado es una oportunidad para reafirmar que nuestra vida importa y que siempre podemos cambiar la vida de nuestros seres queridos. En un mundo donde las fiestas navideñas muchas veces amplifican la soledad y la tristeza, It’s a Wonderful Life sigue siendo un recordatorio imprescindible de que, a veces, basta con mirar alrededor y ver cuánto significamos para los demás.

 

Pase lo que pase en 2026, cuando problemas que parecen muros de den de morros, recuerda a George Bailey y grita tan fuerte como puedas "quiero vivir, quiero vivir".

 

Linkedin: Aquilino García

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