Un recuerdo
Nunca conocí a Skip, ni siquiera estoy seguro de si se escribe así su nombre, pero sí que sé de él algunas cosas. Por ejemplo, que falleció hace cuatro años, que le gustaba mucho contemplar el mar y que era de buen comer. No sé nada más excepto que tenía alrededor personas que lo querían, quizá lo más importante.
Su nombre, junto con una pequeña fotografía están grabados en una minúscula placa en la esquina del paseo de la playa de Campoamor. La misma reza en inglés que allí estaba todas las mañanas Skip, (salvo los sábados) y su fecha de fallecimiento.
Desde hace varios años cuando paseo por allí y llego junto a la placa, lo veo y ya no sé, si por un juego de la mente o por ser verdad, quiero recordar que lo conocí en vida cuando caminaba por el lugar.
Lo cierto es que perfectamente pude haberme cruzado con él, incluso, ¿por qué no? haberlo conocido, puesto que justo aquella esquina es la elegida por mi mujer para hacernos una foto con el mar al fondo. Es una ya, vieja tradición, que empezamos hace 10 años. Cuando vamos al apartamento de Campoamor en invierno, nos gusta ir al paseo y fotografiarnos en aquel rincón.
El recuerdo es una de las destrezas de la mente más poderosas que tiene el ser humano. Gracias a él, traemos al presente acontecimientos que quedarían sepultados en el desván del olvido. Pero eso sí, como cualquier arma poderosa es necesario controlarla para que no se vuelva contra nosotros y nos haga daño.
Los amigos de Skip han utilizado la placa por amor, de la misma forma que yo tengo en mi cartera una fotografía de mi padre. Han hecho lo mismo que hiciera Jorge Manrique en sus afamadas 'Coplas a la muerte de su padre', revelarse contra el olvido, contra el dejar de ser, porque mientras estamos siendo, no queremos perder todo aquello que hemos amado y que por lo avatares propios de la vida, queda atrás.
Pero, todo en este camino tiene su otra cara de la moneda, su yin y yang. Al otro lado del recuerdo se encuentra el olvido, que tampoco es malo. Recuerdo que mi padre me contó una vez que era una bendición que existiera el olvido y que de hecho, era la medicina más potente que tenía la mente humana para no volverse loca. -¿Te imaginas -me dijo- que recordaras siempre, como actual el sufrimiento de una pérdida?.-
El olvido es como echar tierra sobre el recuerdo, para que cada vez parezca más lejano, más impersonal y menos doloroso, es otro don que se nos ha concedido.
Por fortuna, las dos armas, el recuerdo y el olvido, están a nuestra disposición, el problema es saber manejarlas porque cuesta mucho hacerlo, vienen sin libro de instrucciones y son los propios acontecimientos de la vida los que, poco a poco, nos van enseñando su funcionamiento… aunque nunca del todo.
Los amigos o familiares de Skip somos nosotros mismos con los nuestros, representan la lucha baldía del ser humano por no desaparecer, por que en nuestra limitación, buscamos la vida de la fama de Jorge Manrique para escapar a lo que un día, sin duda llegará, pero mientras no llegue quiero agradecerles el esfuerzo, y escribiendo este artículo, de algún modo, me uno a ellos.
Mi gratitud va más allá de la mera solidaridad humana por la pérdida de un ser querido, mi agradecimiento viene de muy dentro, porque su amor me ha recordado el mío y su gesto me ha trasladado a un mundo irreal pero muy sentido, donde nuevamente mis abuelos y mi padre pasean conmigo.
Otros artículos del mismo autor: