Martes, 09 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLa EBAU y los genios
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Gabriel Vivancos

La EBAU y los genios

 

Ya está aquí la tan temida EBAU. Muchos alumnos (y no pocos padres) se someten a la presión lógica que provoca tener que alcanzar una determinada nota para lograr el ansiado objetivo de cursar los estudios elegidos.

 

Son días de tensión, sufrimiento y estudio y tras ellos llegará una sensación general de alivio que inundará las mismas casas en las que ahora hay verdadera inquietud.

 

Habrá quién haya alcanzado sus objetivos y quien, por el contrario, se haya quedado a las puertas y tenga que tomar la complicada decisión de esperar una nueva convocatoria o por el contrario acomodarse a otra carrera universitaria distinta de la inicialmente deseada. No creo que nadie que haya decidido estudiar, deje de hacerlo por no cursar los estudios ambicionados.

 

Y la pregunta que yo me hago es ¿cuántos magníficos profesionales nos estaremos perdiendo? ¿Cuántos jóvenes no podrán estudiar la carrera ansiada y cuantos otros sin realmente desearla, la estudiarán en su lugar? ¿Cuántas vocaciones se frustrarán y serán sustituidas por brillantes expedientes académicos?

 

Es que, en mi opinión, el sistema de selección universitario tiene virtudes pero también muchos inconvenientes.

 

La selección del mejor expediente académico puede ser justa pero no es la más adecuada ya que supone un derroche de talento para la sociedad.

 

[Img #5256]

 

Podremos tener magníficos médicos con brillantes expedientes y con envidiable vocación, pero también, seguro que se cuelan en la profesión espléndidos estudiantes sin vocación alguna que acabarán siendo unos malos profesionales. Como contrapartida se consumirán en la frustración jóvenes, menos sobresalientes, pero con más vocación, estudiando otra carrera sin inclinación por ella con lo que volveremos al punto de partida de no conseguir al mejor profesional.

 

En definitiva, este sistema sí es eficaz para seleccionar a los mejores estudiantes pero no a los mejores profesionales. Con este método nos hubiéramos quedado sin, por ejemplo, nuestro premio nobel Ramón y Cajal quién fue un pésimo estudiante en el instituto que jamás hubiera alcanzado las notas imposibles de acceso a la carrera médica que hoy imperan.

 

No creo que ser un buen estudiante sea siempre sinónimo de éxito profesional. Por supuesto que es un buen aval, pero seguro también que estamos dejando fuera de la ecuación grandes inteligencias que no cuadran con el sistema.

 

Tenemos cientos de ejemplos de genios que eran malísimos estudiantes. Ahí está el caso de Einstein de quien dijo su profesor: “Este chico no llegará a ningún sitio” o de Charles Darwin del que su profesor sentenció: “Se encuentra por debajo de los estándares comunes de la inteligencia, es una desgracia para su familia” o de Thomas Edison de quién su maestro afirmó: “es un chico confuso, inestable y embrollón”.

 

En el colegio siempre se estudia el pasado, (lo que ya se sabe), pero los genios lo son porque piensan en el futuro y entonces difícilmente estas mentes van a encontrar acomodo en esta selección.

 

A juzgar por la cantidad de ejemplos que he podido constatar para escribir este artículo, lo que me ha quedado claro es que a este sistema de selección se le escapan grandes genios o al menos profesionales vocacionales y esto es un lujo que no deberíamos permitirnos.

 

No sé exactamente cuál sería la alternativa al plan actual pero sí que sé que deberíamos replanteárnoslo. Quizá la selección debiera hacerse dentro de la propia universidad y no en las puertas de la misma y que fuera el propio estudio de la carrera quién discriminara.

 

Sea como fuere enhorabuena a los estudiantes y a sus familias que pasen por el trance, sobre todo si logran su objetivo y si no…que no se les olvide que lo más importante es creer en uno mismo.   

 

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